Blue Jean

Próximos estrenos España 5 de abril

Título original

Blue Jean

Año

2022

Duración

97 min.

País

 Reino Unido

Dirección

Georgia Oakley

Guion

Georgia Oakley

Música

Chris Roe

Fotografía

Victor Seguin

Reparto

Rosy McEwen, Kerrie Hayes, Lydia Page, Lucy Halliday, Stacy Abalogun, Deka Walmsley, Gavin Kitchen, Farrah Cave, Amy Booth-Steel, Lainey Shaw, Aoife Kennan, Scott Turnbull

Compañías

BBC Film, BFI Film Fund, Kleio Films, Great Point Media

Género

Drama | Homosexualidad. Años 80

Sinopsis

En 1988, una profesora homosexual se ve enfrentada a un grave problema cuando una nueva estudiante amenaza con revelar su secreto. 

 

CRÍTICA

Bajo la autoridad de Margaret Thatcher, la cláusula 28 supuso una amenaza para la lucha del colectivo LGTB en la Inglaterra de finales de los ochenta. Según esta sección, la homosexualidad no debía ser promocionada ni retratada como una opción familiar aceptable dentro de la educación. Siguiendo el esquema de Pride, Jean, interpretada por la debutante Rosy McEwen, intenta compaginar su vida laboral, pública y visible, con su vida social, oculta a los ojos de sus alumnas.

De este modo, crea una radical división entre su faceta de profesora de educación física, reservada pero implicada en el entorno escolar, y su vida social como lesbiana, confinada a la privacidad del hogar y de los espacios seguros que encuentra en bares clandestinos, espectáculos de drag y pisos compartidos por numerosas mujeres.

Comenzando con el éxito de los programas de televisión de citas rápidas (heterosexuales, por supuesto) se crea un primer contraste con la censura que propone la cláusula 28, presentando una llamativa y ultrajante ironía hacia esta doble vara de medir el contenido televisivo del país. De este modo, con Jean sentada en su sofá, Oakley nos introduce de lleno en la alienación que las minorías llegan a sufrir, incluso en cosas tan nimias como la “telebasura”.

Y es, a través de la degradación de tonos azules que envuelven a Jean, como la atmósfera se tinta de una tristeza subyacente, cubierta por la presión bajo la que se encuentra durante gran parte del metraje. Acompañado de las referencias a la opresión a manos del gobierno de Thatcher, los colores lavados de la película son la clave para transmitir las ansiedades y la pena (como la expresión angloparlante: “feeling blue”) que carga la protagonista.

Como profesora de educación física, las constantes alertas sobre la influencia de la homosexualidad en menores o incluso los mensajes que sugieren el abuso hacia los mismos presentan un peligro real en la vida de Jean y pesan en su bienestar emocional y psicólogico. La aparición de una nueva alumna también lesbiana, Lois, supone, tanto un ánimo de esperanza como una amenaza para la maestra, mostrando el choque de mentalidad entre una generación y otra.

Mientras Lois posee un espíritu activista, renegando de esconder su sexualidad y siempre dispuesta a enfrentarse a sus agresores, Jean anda con pies de plomo, en silencio y en segundo plano, sin arriesgar su imagen pública y su puesto de trabajo. La cinta hace un trabajo excepcional, generando una atmósfera agobiante con planos cerrados y situaciones sin escapatoria. Jean es incapaz de actuar como mentora para la joven debido al riesgo que supone perder su fuente de ingresos, acompañado de la humillación y miradas acusatorias que conlleva una salida del armario en la época.

El contacto y la fisicalidad que conlleva la práctica del balonmano, así como la presencia de la profesora en el vestuario, aumentan la precaución de Jean, plasmando el cansancio y desgaste emocional que conlleva una homofobia interiorizada tan arraigada.

A pesar de que Jean pasa por situaciones límite, Oakley deja respirar a la audiencia en numerosos momentos, en lo que la profesora se quita la máscara: con Viv, su pareja, en la seguridad del hogar, con su grupo de amigas lesbianas en su pub clandestino de confianza, o al final de la cinta, asegurando que el sol vuelve a salir cada día, y las circunstancias mejoran, a pesar del mundo hostil contra el que se enfrenta.

La banda sonora ochentera acompaña las noches de fiesta de Jean, a la vez que enfatiza la importancia de los refugios, el hogar y, en definitiva, la creación de una comunidad. A lo largo de toda la cinta, la dirección de Oakley, una mujer abiertamente lesbiana, se hace patente en la representación tan variada y acertada de tanto lo solitario y turbulento, como lo agradable y divertido de la experiencia vital lésbica.

La diferencia entre la apariencia física, los gestos e incluso la forma de hablar del resto de lesbianas contrasta con el de la protagonista, que incluso llega a ponerse un vestido con intención de encajar en el cumpleaños de su sobrino. La vestimenta y la expresión de género de las lesbianas es crucial, para reconocerse y tomar las riendas de su identidad a la vez que se visibilizan y toman su lugar en el mundo. Esa es la clave de Blue Jean, la visibilidad que la protagonista rehuye, creando conflictos con su pareja y entorno, a la vez que desea con todas sus fuerzas vivir una vida libre y despreocupada, mientras admira los brillantes espectáculos de drag clandestinos.

La visión de Oakley recrea una realidad muy conectada con la actualidad, la represión de la propia identidad en zonas rurales sigue presente más de treinta años después y continúa siendo un tema de debate en determinados bandos políticos. A pesar del desasosiego y el descenso en picado de Jean, la cinta no cae en tópicos y presenta la realidad de las comunidades de lesbianas, la found family que Jean, a la par que Lois, acaba encontrando.

Aquí, las mujeres representan personas reales, huyendo de personajes arquetípicos y planos que disfrutan de literatura prohibida como El pozo de la soledad, crean un fondo comunitario para apoyar a aquellas en necesidad, y gritan y bailan canciones contra la primera ministra de Reino Unido.

Se abre, tras tanto desconsuelo, una ventana al progreso que abre esa soleada tarde en el norte de Inglaterra, tras una cómica salida del armario y un caballo que galopa mientras Jean llora, emocionada, por unas palabras que tanto ha tardado en pronunciar.