Ellas hablan
Próximos estrenos España 17 de febrero
Título original
- Women Talking
- Año
- 2022
- Duración
- 104 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
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Sarah Polley. Novela: Miriam Toews
- Música
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Hildur Guðnadóttir
- Fotografía
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Luc Montpellier
- Reparto
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Frances McDormand, Rooney Mara, Claire Foy, Ben Whishaw, Jessie Buckley, Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod, Kate Hallett, Abigail Winter, ver 7 más
- Compañías
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Hear/Say Productions, Plan B Entertainment. Distribuidora: Orion Pictures, United Artists Releasing
- Género
- Drama | Religión. Abusos sexuales. Basado en hechos reales
- Sinopsis
- Un grupo de mujeres, en una colonia religiosa aislada en medio de Bolivia, luchan por reconciliarse con su fe tras una serie de agresiones sexuales cometidas por los hombres de la colonia.
- CRÍTICA
Que desde el pasado, o al menos partiendo de un entorno anclado en tiempos pretéritos, se aborden problemáticas del presente pone en evidencia, por un lado, la universalidad y magnitud de estas y, por otro, la ineptitud de la condición humana o el bloqueo de los estratos hegemónicos para solucionarlas. Esta resonancia de tiempos o modos de vida más o menos lejanos con nuestro día a día es lo que propone Ellas hablan, concretamente fijando el tiro en el abuso sexual y la violencia machista ejercida hacia las mujeres, en pleno apogeo de las narrativas feministas y la reivindicación del género tras la eclosión del #MeToo.
Adaptando la novela homónima de Miriam Toews, publicada en 2018, Sarah Polley se sienta en la silla de directora tras 10 años después de su personalísimo documental familiar Stories We Tell (2012), con una historia que encaja con la sensibilidad de su mirada, agarrada a una intimidad con la que llegar a las cuestiones humanas de interés colectivo que trascienden cualquier época.
A modo de fabulación a partir de un hecho acaecido en la comunidad menonita de Manitoba, en Bolivia, el film, tal y como sugiere su cristalino título, plantea un rico diálogo entre ocho mujeres hartas de las barbaridades cometidas por los hombres, en nombre de la religión y bajo la impunidad de una estructura patriarcal. Tienen tres opciones: seguir como si nada, quedarse y luchar contra el poder masculino, o marcharse y establecerse de nuevo bajo unas nuevas reglas. La polifonía de voces vehicula un debate sumamente vivo surgido de la necesidad de hablar y esbozar un futuro tras una experiencia traumática.
Sin embargo, la brutalidad de la situación no lleva a un sensacionalismo ni a los golpes de efecto en vano, gracias a que Polley entiende que la importancia y la tensión de la obra, sobre todo, reside en la fuerza de la palabra como herramienta para el entendimiento y la solución. Ellas hablan ofrece una visión humanista y sosegada de la feminidad, pero a la vez empoderada y combativa, más preocupada de su propia supervivencia que de la destrucción de los otros, diferenciándose de la testosterona que lleva rigiendo el mundo desde sus orígenes.
El enclave en un poblado menonita aporta una dimensión espiritual a la discusión que remite a esos dilemas morales nórdicos enmarcados en la ruralidad de Dreyer o Bergman, la cual permite desplegar con más énfasis el carácter pacifista de muchas de sus protagonistas y destacar esos valores que llevarían a una sociedad más justa e igualitaria, así como apuntar a la (re)educación como energía para el cambio de mentalidad y actitudes.
Las distintas oradoras, constructoras de argumentos basados en sus particulares vivencias, y ese maestro -único hombre presente, que actúa como consejero o soporte de las necesidades de estas mujeres en posición central- no se amoldan a una única tipología o psique, de modo que la multiplicidad de opiniones y la confrontación verbal están servidas en esta obra donde la palabra y la reacción a esta es la base de todo. Y aunque a algunos personajes les falte más perfil, son suficientemente atractivos como para sostener esta discusión de hora y media.
Poniendo en escena una pieza de esencia muy teatral, Polley va un poco más allá y potencia el recuerdo mediante flashbacks recurrentes que puntualmente chocan, pero en general adecuados al relato. Con ellos, además, la canadiense impregna con un barniz sensorial una película donde el aire campestre, las espigas o la textura de la madera traspasan la pantalla.
Apoyada en un reparto muy coral donde ninguno de sus intérpretes se pone por encima del resto, como si fuera una armonía defendida por personalidades distintas pero cohesionadas, Ellas hablan es una apología medida de la sororidad y la unión, concebida con buen gusto y, a pesar de la frialdad de la que se apropia en su look visual, cálida de espíritu. Mención aparte merece la bellísima partitura de Hildur Guðnadóttir, incomprensiblemente ignorada en las nominaciones a los Oscar.
Elidiendo la presencia de los hombres de la comunidad, dejándolos a la imaginación del espectador como si se tratara de un monstruo amenazante o, también, para no individualizar en figuras concretas e insistir en que se trata de un problema sistémico extrapolable a cualquier lugar, Ellas hablan es esa clase de cine adulto de prestigio que se echa de menos, estimulante, comprometido con el contexto actual e inspirador para progresar.
En una de las distintas voces en off, a un bebe recién nacido se le augura que su vida será diferente a la de las chicas violadas. Ojalá que una pedagogía desde todos los ámbitos lo haga realidad.