Lobo feroz
Título original
- Lobo feroz
- Año
- 2023
- Duración
- 106 min.
- País
- España
- Dirección
- Guion
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Juma Fodde, Conchi del Río. Remake: Aharon Keshales, Navot Papushado
- Música
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Lucía González
- Fotografía
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Jon D. Domínguez
- Reparto
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Javier Gutiérrez, Adriana Ugarte, Rubén Ochandiano, Juana Acosta, Antonio Dechent, Fernando Tejero, Manuel Vega, Luna Fulgencio, Elena Martínez, José Chaves, ver 4 más
- Compañías
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Bowfinger International Pictures, Amiguetes Entertainment, Basque Films, Esto También Pasará, Mother Superior, Netflix
- Género
- Thriller | Remake. Policíaco. Asesinos en serie. Venganza
- Sinopsis
- Un policía al borde de la ley y una mujer en busca de venganza cruzan sus caminos obsesionados con descubrir al asesino que se esconde tras los brutales crímenes de varias niñas. Ambos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para lograr su confesión, aunque para ello tengan que tomarse la justicia por su mano. Una modélica detective luchará contra el reloj evitar que se cometan errores irreparables y que esa desesperada búsqueda de la verdad se convierta en el más feroz de los lobos.
- CRÍTICA
Los remakes no son patrimonio exclusivo de Hollywood y el cine español también es capaz de fijarse en títulos atractivos de la esfera internacional para adaptarlos a la idiosincrasia local. Muchos de los casos en los que se ha ejecutado esta práctica venían de productos ya concebidos para su adaptación nacional -véase la italiana Perfectos desconocidos (Paolo Genovese, 2016), versionada en múltiples países-, pero casos como el de Lobo feroz sorprenden más porque no es un título tan evidente para ello.
El original israelí Big bad wolves, dirigido por Aharon Keshales y Navot Papushado –ya cada uno trabajando por separado en Estados Unidos-, conquistó al público amante del género, deviniendo un pequeño fenómeno de nicho, que encontró su cénit cuando el cinéfilo de Quentin Tarantino le proporcionó la notoriedad definitiva al proclamarla su film favorito de 2013. Entonces, aquí es cuando se tuvo en cuenta que se trataba de una propuesta de suficiente relevancia dentro de los círculos fílmicos, hecho que ha llevado a que Lobo feroz exista.
El traslado de la historia de la aridez israeliana a una Andalucía oscilante entre la metrópolis ordenada y la ruralidad asilvestrada se ha saldado con la introducción de unas novedades que no desmontan la esencia del material original. Lobo feroz es, como su inspiración, un cóctel genérico que va desde el thriller policíaco hasta la comedia negra, pasando un buen rato por la pieza de cámara -normal que un abonado a estas hibridaciones como Tarantino cayera rendido-, aunque en esta ocasión se potencia más el humor al introducir golpes cómicos de carácter costumbrista tan frecuentes en nuestras ficciones.
Y si bien esta mezcla es un factor diferencial que la desligan de la rutinaria intriga de detectives, la amalgama tonal a veces se sale y descoloca para mal, transitando de un momento gore o cercano al torture porn para soltar acto seguido un chascarrillo que resta intensidad. El uruguayo Gustavo Hernández, especializado en terror, es el encargado de filmar la traslación hispana que rebaja la actitud estética de Big bad wolves, llevando a cabo una puesta en escena más funcional y discreta.
La otra variación notable es el cambio de sexo del protagonista, pasando de un señor maduro a una mujer en la treintena de pasado torturado en busca de su hija, aportando una lectura distinta que remarca el feminicidio o la violencia de género en la naturaleza de la trama. Para darle vida, Adriana Ugarte sale de los marcos de sus papeles más frecuentes como heroína de época pulcra, entre otros, y se viste con el registro de yonqui maltratada por la vida, pero con carácter, imprimiéndole fragilidad y tenacidad.
A la actriz le sienta bien la apuesta y gana con una interpretación expresiva pero controlada, que abre la puerta a nuevas facetas estimulantes. Le acompañan Javier Gutiérrez, que da brillo y lustre con sus toques bien encajados a lo que podría haber sido un personaje más; Rubén Ochandiano en uno de sus modos más inquietantes; o Antonio Dechent y Juana Acosta en su línea como alivio cómico e implacable inspectora, respectivamente.
Una vez superado un prólogo que augura un mal presagio, el desarrollo de la película puntualmente peca de algunas inconsistencias o el mencionado disparate tonal, pero Lobo feroz agarra a sus presas prácticamente durante todo su metraje. Hasta unos últimos minutos que, sin embargo, son precipitados y demasiado preocupados en crear unos golpes de efecto que resultan algo forzados en alas del impacto. Cuando, posiblemente, lo que se necesita es un poco más de sosiego y coherencia, con el fin de evitar esta sensación encontrada de altos y bajos. El lobo aúlla y ataca, pero acaba siendo mordido.