Los jóvenes amantes
Título original
- Les jeunes amants
- Año
- 2021
- Duración
- 108 min.
- País
- Francia
- Dirección
- Guion
-
Sólveig Anspach, Agnès de Sacy, Carine Tardieu
- Música
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Eric Slabiak
- Fotografía
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Elin Kirschfink
- Reparto
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Fanny Ardant, Melvil Poupaud, Cécile De France, Florence Loiret-Caille, Sharif Andoura, Sarah Henochsberg, Martin Laurent, Olenka Ilunga, Manda Touré, Julia Gómez, Corey McKinley
- Compañías
- Coproducción Francia-Bélgica;
Ex Nihilo, Karé Productions, Artemis Productions, France 2 Cinema, Auvergne Rhône-Alpes Cinéma, VOO, BE TV, Proximus, Shelter Prod
- Género
- Romance. Drama | Drama romántico. Vejez / Madurez
- Sinopsis
- Quince años después de su primer encuentro, Shauna y Pierre se vuelven a encontrar. Ella es una elegante arquitecta retirada. Él es un médico felizmente casado. Opuestos pero hipnotizados el uno por el otro, vuelven a conectar y comienzan una aventura. Sin embargo, les acecha el fantasma de la diferencia de edad, ya que ella tiene 71 años y él 45. Viuda, madre y abuela, Shauna necesita reafirmar que después de todo es una mujer plena.
- CRÍTICA
Amor de contexto, un filme que aprovecha la circunstancia sin mayores detalles, tan solo se insinúa en el retrato directo de una relación, donde el amor fou se esparce con cautela.
Un médico maduro se enamora de una arquitecta setptuagenaria. La relación se echa a andar sobre la iniciativa de Pierre y el interés de Shauna. Lógica de los años que impondrá obstáculos al despliegue de la vida misma. Los protagonistas sufrirán desencuentros propios de temores que ofician a manera de advertencia; la enfermedad, aunque no esperada, fomenta la comprensión en el otro.
Historia que desafía los sentidos; la belleza en clave de mujer madura, Fanny Ardant nos envuelve en su encanto natural, mientras soluciona algunos problemas que la comprometen en la más plena dignidad. Un personaje complejo que se simplifica por lo aclaratorio, una dinámica de reserva respaldada por la maravillosa música de Erik Slabiak, constante aclimatación a una realidad agridulce que conmueve y sirve de marco a los contenidos de su expresión.
Los jóvenes amantes nos lleva de la mano, aprendemos a conocer una aventura pacífica, contemplativa en la profundidad de la sencillez. Obra imperfecta que conmueve en el trasiego de corto alcance; gravedad que se allana en la respuesta del amor de compañía ante el calmo deseo que apuntala. Tardieu conduce con sigilo un amor de sinceridades vectoriales que se propaga en la inocencia de la necesidad. En el fondo es complaciente; tenue tránsito que denota una liberalidad suministrada en ráfagas permanentes; se dirige a pulir un concepto tratadoen la calma de vivencias que no encuentran el prejuicio. Es la derrota del amor fou en la decadencia de ideas anacrónicas, la revolución del sentido agota presencias, ironías sufrientes a la caza de justificaciones del dolor. Jeanne se burlará al principio, la ira es transitoria, la comprensión permanente; Georges se enojará, necesita su tiempo, lo tendrá. El filme termina entendiendo, el espectador construye coherencia, y santo remedio.
Película de experimentación, vivenciada con alcance a tiempos de liberación emocional. Pierre es definido en lo global, médico distraído que requiere de sostén afectivo, no obsta al compromiso con sus pacientes en la investigación de medios que mejoren su calidad de vida, más desde lo psicológico que desde lo físico.
Expresiones sosegadas van desplegando una tranquilidad que jamás ofrece tormenta, solo pequeños movimientos en medido de dudas inconfesadas, máscara que va cayendo en directa relación a miedos futuros. Sahuna avizora el destino en evidencia, la enfermedad la pone a prueba sin quererlo. Pierre nunca desentona; una producción que, sin hacer gala de profundidad extrema, sabe salir del paso por sucesión de microclimas que mantienen la homogeneidad.
Melancolía que se hunde en la música de Slabiak, pieza fundamental, regulador alternante de matices y silencios, asigna valores, tono melancólico que, por momentos, se pierde; regresará para afirmar la permanencia.
Una bella pieza de cine que, sin mayor alharaca, esboza tintes de un prejuicio en vías de extinción, sostiene una discreción que no resiste el desborde de la sinceridad liberadora de agobios, prototipos que desnudan la valentía y honestidad necesarias a la presión de situaciones extremas.
Largometraje emprendido, en origen, por la islandesa Solveig Anspach, desaparecida en 2015 y homenajeada en la dedicatoria final. Antes de su fallecimiento, expresaría su deseo de que el proyecto fuese llevado a cabo en algún momento; Carine Tardieu recogerá “el guante” en la intención de: “reflejar la presión que sufren las mujeres en la lucha contra el tiempo y contra su cuerpo”.
Lo erótico no es noticia, oculto bajo la leve caricia, origina momentos de deseo adjuntos a la necesidad de compañía, va intimando desde lo implícito en la madurez de una relación esbozada por el sutil y delicado contacto de gestos y palabras.
El filme respeta los sentimientos humanos; ráfagas de confusión iniciales son sustituidas por el reconocimiento del dolor y el esfuerzo. Jeanne reacciona ante Pierre, el tiempo la vuelve comprensiva, el despecho se supera con rapidez. Lo mismo sucede con George y Cecilia; primeras reacciones, ante nuevos eventos, denotan falta de preparación. La novedad enfrenta lo preestablecido, la comprensión siempre es mediadora, por eso, el egoísmo y el prejuicio no pasan de ser una anécdota pasajera en medio del dolor. Los momentos de crisis no se olvidan, Jeanne los reconoce. Pierre salvó la prueba no sin el desgaste de una relación que, ante la aparición de un tercero, siempre podría interrumpirse.
La lluvia es recurso simbólico en momentos clave. Shauna y Pierre comienzan a intimar en la playa, una introducción que los deriva hacia los caminos de la medicina en cuerpo de mujer, una reflexión que sacude la frivolidad de valores culturales en vigencia: “El día que me casé supe que cometía un error. Era divertido, alegre, romántico, irresistible…Me engañaba siempre que podía, pero yo no conseguía echarle. Era una cobarde y me odiaba a mi misma por ello. Sabía manejar a los hombres en la obra, pero con él…Era débil. Él era un cabrón que decía que mis pechos eran bonitos”.
El agua de lluvia, en su doble función, purificadora y clarificadora, abre las puertas a un anticipo de razones constatadas en el encuentro final. El refugio es concepto que complementa los motivos de apertura a sucesos futuros, la lluvia amenaza por recurrencia, Shauna y Pierre retornan a la cabaña.
Tenemos tres elementos decisivos: purificación, ante el prejuicio por la diferencia de edad; clarificación, un avance acerca de los motivos de la relación; refugio, como complemento de la idea que expresa razones para el acercamiento.
Casting acertado, elección de protagonistas acorde al objetivo, Fanny Ardant y Melvil Paupaud; el atractivo, conservado en edades clave, sostiene el foco sobre el problema central; la diferencia de edad se exhibe en condiciones de atracción realistas o, al menos, amparadas en el sentido común, se suprime la estética personal como factor de relieve en la paradoja de su exhibición. La belleza al segundo nivel, se evita la banalización, un “dilema” tratado con respeto acorde a la época. Tardieu destaca la importancia de la aceptación.
Edición prolija, continuidad que propone un guion estructurado en sutil claridad. Serio y respetuoso manejo del tema con una construcción de personajes que va adquiriendo coherencia en la evolución del metraje. Pierre es el médico acostumbrado a tratar con la enfermedad en situación límite, sostén de la vida familiar ante la crisis; avales que amparan la pertinencia de su resolución. Shauna, en representación del pensamiento social, es el temor ante las consecuencias de la vejez en conflicto con sus propios y diversificados sentimientos: por un lado, el amor hacia Pierre; por otro, la humillación frente al deterioro. Cecilia y su deseo de compartir ante la soledad. Jeanne es la mujer abandonada que, en medio de la ira, sabe reconocer y agradecer lo vivido. Georges, el galán maduro que explota su profesión sin alharacas y con tiempo para expresar sus sentimientos.
Un filme realizado con precisión de relojería, rescata las virtudes de la comprensión afectiva en medio de confusiones pasajeras. Relato ordenado, claro y preciso, con espacio para la siembra, un camino que irá diseminando pistas a la espera de que el espectador las recoja.