Sin novedad en el frente
Netflix (estrenos destacados) 28/10/2022
Título original
- Im Westen nichts Neuesaka
- Año
- 2022
- Duración
- 147 min.
- País
- Alemania
- Dirección
- Guion
-
Lesley Paterson, Ian Stokell, Edward Berger. Novela: Erich Maria Remarque
- Música
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Volker Bertelmann
- Fotografía
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James Friend
- Reparto
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Felix Kammerer, Albrecht Schuch, Aaron Hilmer, Moritz Klaus, Edin Hasanovic, Daniel Brühl, Sebastian Hülk, Adrian Grünewald, Devid Striesow, Thibault de Montalembert, ver 11 más
- Compañías
- Coproducción Alemania-Estados Unidos;
Amusement Park Films, Rocket Science, Sliding Down Rainbows Entertainment. Distribuidora: Netflix
- Género
- Bélico. Acción. Drama | Ejército. I Guerra Mundial. Remake. Años 1910-1919
- Grupos
- Adaptaciones de Erich Maria Remarque
- CRÍTICA
Sin novedad en el frente es una adaptación libre de la obra literaria homónima de Erich Maria Remarque de 1929, dirigida por Edward Berger y protagonizada por Felix Kammerer, Daniel Bruhl, Albert Schruch y Aaron Kilmer entre muchos otros.
El reparto es casi totalmente masculino –a excepción de una actriz secundaria– y exclusivamente blanco, y eso no ha impedido –aunque casi podría decirse que solo por este año– que la película haya sido ampliamente reconocida en la entrega de los Oscar de 2023, con nueve nominaciones y cuatro premios.
Si alguna gente piensa que la película es un remake, tiene motivos para creerlo; que esos motivos sean equivocados no quiere decir que sean inexistentes: Sin novedad en el frente había sido adaptada una vez para la gran pantalla por Lewis Milestone en 1930 y otra para TV por Delbert Mann, en 1979, pero eso no quiere decir que la película de Berger se inspirase en ellas, sino que la novela de Remarque es el sustrato común de las tres.
Sin lugar a dudas, la primera de estas adaptaciones es la mejor de todas cinematográficamente hablando, y también es la más fiel a la obra literaria. Esta es la postura que comparten el autor de esta crónica y Adolfo Bellido, el director emérito de Encadenados.
Sin embargo, hay matices y aristas en esta concordancia valorativa: lo que para nuestro director no pasa de ser una película las más de las veces efectista, sobreexplicativa y en ocasiones hasta fallida –la absurda incursión final en el bosque de uno de los protagonistas sería la culminación de una serie de despropósitos narrativos–, para el que suscribe es una visión necesaria y adaptada al público de hoy, que no carece de aportaciones interesantes.
Las razones de Adolfo Bellido me parecen incontestables, pero creo que en muchos de los espectadores de hoy tales argumentos no producirían la menor convicción: el ars dramatica de la película de Milestone, cercana al expresionismo, con secuencias de sobrecogedora poética –como la final, de la mariposa–, sigue funcionando para todo aquel que atesore un mínimo de sensibilidad, pero quizá queda hoy lejana para el usuario medio del stream masivo: no olvidemos que Sin novedad en el frente se ha estrenado en Netflix.
Por otro lado, si consideramos que la obra literaria de Remarque es inmortal, pero que sus adaptaciones audiovisuales son hijas del espíritu de los tiempos, entonces está justificado recrearla en una nueva producción que impacte de otro modo en la percepción de las nuevas generaciones: el hiperrealismo, la ausencia de discursos aleccionadores, el predominio de lo visual y lo auditivo frente a lo discursivo –atención especial a la llamativa, pero estupenda banda sonora de Volker Bertelmann–, son, si están bien traídos, recursos tan válidos como en su día lo fueron la elipsis, la metáfora o la iluminación tenebrista.
Lo que consigue la obra de Berger es aprovechar los hallazgos de la de Milestone –el recurso al primerísimo plano de la cara de los aterrados protagonistas, la recreación de la batalla desde el punto de vista subjetivo –y no olvidemos que Milestone fue pionero en el realismo bélico, mutilaciones horrendas incluidas, como la de las dos manos amputadas en la alambrada–, o incluso el homenaje explícito al británico, con ese cartel de la cara de Paul mirando hacia atrás, que recuerda tanto a la escena final de la película de 1930, cuando los soldados, alejándose, contemplan el horror dejado a sus espaldas.
En este sentido, es inevitable comparar también la obra de Berger –siquiera formalmente– con Senderos de gloria, de Kubrick, como lo fue el hacerlo hace tres años con 1917, de Sam Mendes, por sus patentes homenajes.
La utilización del plano secuencia parece haber quedado, desde entonces, como un recurso clásico en las películas de la Gran Guerra, como puedan serlo el barro y las trincheras. Berger usa, sin abusar, este recurso: allá donde Mendes sonaba impostado, artificioso, subyugando la acción y el libreto al estilo, Berger se nos muestra como simple émulo, como alumno aventajado que sabe aprovechar un recurso sin pretender superar al maestro con toneladas de libras esterlinas y egolatría. Escribe Ángel Vallejo Revista Encadenados