Comedia| 85 min. | Francia 2017
Título: 50 primaveras.
Título original: Aurore.
Directora: Blandine Lenoir
Guión: John Francis Daley, Jonathan Goldstein, Christopher Ford, Chris McKenna, Jon Watts, Erik Sommers (Personajes: Steve Ditko, Stan Lee).
Actores: Agnès Jaoui, Thibault de Montalembert, Pascale Arbillot, Lou Roy-Lecollinet
Estreno en España: 28/07/2017
Productora: Karé Productions.
Distribuidora: Surtsey Films
Sinopsis
Aurore Tabort (Agnès Jaoui) es una mujer separada que acaba de experimentar un gran cambio en su trabajo tras la llegada de un nuevo jefe y que, además, ha recibido novedades por parte de sus hijas: por un lado, la gran noticia de que va a ser abuela y, por otro, que la menor de las dos se muda a Barcelona con su novio. Por si esto fuera poco, a sus cincuenta años un día se encuentra con un viejo amor de su juventud, Totoche (Thibault de Montalembert), pero se niega a admitir que esa podría ser la ocasión perfecta para empezar una nueva vida. ¿Conseguirá dejar atrás su orgullo y darse a sí misma una última oportunidad?
Crítica
Estamos ante el retrato de Aurora, una mujer sensible quien, en un momento de su vida donde se lo debe replantear prácticamente todo, deberá aprender a ser asertiva. Llevada en volandas por la excelente interpretación de Agnès Jaoui (consumada actriz que también destacó hace años en labores de dirección con títulos tan destacados como Como en las mejores familias (1996); Para todos los gustos (2000) o Como una imagen (2004)), delicada y luminosa hasta decir basta, el argumento seduce por la sencillez de su planteamiento, con una narrativa que asume un tono agridulce que cumple con la nostalgia de una época pasada a la que se le añade de manera acertada un punto de fantasía.
Co-escrito con Jean-Luc Gaget, el escenario en el que transcurre el meollo de la acción es de una hermosa precisión.
Sobreviviendo con trabajos precarios desde que se separó del padre de sus hijas (quien por cierto ha rehecho su vida junto una mujer más joven), Aurora se entera de que va a ser abuela. ¡Abuela! Un choque, un golpe para nada esperado por quien todavía se siente joven y preparada. Eso le lleva a sufrir un ataque de nostalgia echando cuentas de todo lo vivido hasta el momento. Es en este contexto en el que se topa por esas casualidades de la vida con un antiguo novio de la infancia, lo que le llevará a despertar sentimientos que hasta hora creía enterrados.
Co-escrito con Jean-Luc Gaget, el escenario en el que transcurre el meollo de la acción es de una hermosa precisión. La búsqueda de una salida a todos los conflictos emocionales en los que se ve envuelta se sustentan en situaciones más o menos cómicas donde a bases de gags más y situaciones irrisorias más o menos afortunadas le permitirá hacer frente a temas esenciales como la (pre)menopausia, la soledad en forma de síndrome del nido vacío de una casa abandonada por los niños que en su día la animaron, el problema de encontrar trabajo (impagable la escena que tiene lugar durante el cursillo impartido en la oficina del INEM francés), o simplemente la necesidad de sentirse viva.
Como se dice en un momento clave del film: “cuando una mujer llega a los cincuenta años tiente tanto pasado como futuro”, y bajo esa premisa se va construyendo todo el relato, dedicado en parte a ejercer de aparato implacable de añoranzas y melancolías varias como a insuflar esperanza ante lo venidero. Cuando el tono apuesta decididamente por lo bufo o lo grotesco (esos viandantes un tanto salidos que van piropeando de mala manera…) el ritmo se resiente, pero cuando la verborrea se apacigua y se deja respirar a las escenas, el conjunto gana muchísimos enteros. Es el caso de ese momento mágico, que a algunos les puede llegar a recordar a la mítica escena del bailes de las niñas de la maravillosa Cría Cuervos de Carlos Saura, en el que madre e hijas interpretan una coreografía acompañadas de la magnética canción I´ve Got Life de la mítica Nina Simone (si no han escuchado está prodigiosa composición ya están tardando en hacerse con ella).
Hay que aplaudir las diversas maneras que tiene el cine francés de no dejar en la estacada a sus mitos cinematográficos ofreciéndole constantemente roles adecuados en los que puedan seguir demostrando su valía. Sin ir más lejos, y afín a una trama similar a la que ahora nos ocupa (aunque con un matiz más intelectualoide), hace poco pudimos disfrutar de otra diva como Isabelle Huppert en la multipremiada El Porvenir, de Mia Hansen Love, por no hablar de la Juliette Binoche de Clouds of Sils Maria o la Emmanuelle Béart de Los ojos amarillos de los cocodrilos. Por supuesto, la situación no admite comparación con nuestro cine, donde suele resultar muy raro que se otorguen papeles protagonistas a mujeres que ya han pasado de los cincuenta.
En definitiva, 50 primaveras no defrauda en ningún momento porque se revela fresca y divertida, con un guion ingenioso a la vez que crítico con la falsedad que nos rodea y una caracterización inmensa y portentosa por parte de su protagonista, quien se come literalmente la pantalla, estando a la vez muy bien acompañada por unos secundarios que abarcan todo el abanico de edades posibles (desde veinteañeros hasta septuagenarios), entre los que destacan actores de la talla de Pascale Arbillot (Pequeñas mentiras sin importancia); Lou Roy-Lecollinet (Tres recuerdos de mi juventud) o Samir Guesmi (No se lo digas a nadie).