Drama | 93 min | Venezuela-México 2015
Título: Desde allá.
Título original: Desde allá.
Director: Lorenzo Vigas.
Guión: Guillermo Arriaga, Lorenzo Vigas.
Actores: Alfredo Castro, Luis Silva, Ali Rondón, Jericó Montilla.
Estreno en España: 22/06/2016
Productora: Factor RH Producciones / Lucia Films
Distribuidora: Caramel Films.
Sinopsis
En medio de la convulsionada Caracas, Armando (50), dueño de un laboratorio de prótesis dentales, busca a hombres jóvenes en paradas de autobús y les ofrece dinero para que lo acompañen a su casa y observarles. Al mismo tiempo, Armando tiene la costumbre de espiar a un hombre de edad avanzada: sabe dónde vive, qué lugares frecuenta; algo en el pasado de ambos los une. Un día Armando se lleva a casa a Elder (18), líder de una pequeña banda de delincuentes juveniles. De este encuentro nacerá una relación que los cambiará para el resto de sus vidas.
Crítica
A los que hace tiempo que seguimos la carrera del actor chileno Alfredo Castro no deja de sorprendernos el que, a estas alturas, todavía no se le compare con otros grandes intérpretes sudamericanos como por ejemplo Ricardo Darín. Bien sea porque no ha participado en coproducciones españolas (aunque sí lo ha hecho en italianas) o bien porque suele dar vida a personajes nada simpáticos, lo cierto es que su nombre pasa desapercibido para crítica y público mientras se supera en cada una de sus composiciones.
El año pasado, sin embargo, y de la mano de su inseparable Pablo Larraín, de quien es actor fetiche, conoció efímera fama y prestigio como cura pederasta en la muy recomendable El Club, una película que pese a su polémica suscitada llegó a ser finalista representando a Chile en la última edición de los Oscars de Hollywood. Muchos pudieron comprobar lo bien que se le da ponerse en la piel de seres tormentosos, personas al margen de la sociedad que purgan sus pecados en silencio mientras se fragua el inevitable estallido de violencia.
En Desde allá, ópera prima del cineasta venezolano Lorenzo Vigas, volvemos a toparnos con un hombre apocado, de palabras mínimas, que se dedica a vigilar a jovencitos a los que invita a su casa a cambio de dinero para poder satisfacer sus deseos sexuales más reprimidos.
Vigas se dio a conocer hace unos años en Cannes, donde presentó su cortometraje Los elefantes nunca olvidan.
Vigas se dio a conocer hace unos años en el Festival de Cannes, donde presentó su cortometraje Los elefantes nunca olvidan, una producción donde también participaba el laureado guionista mexicano Guillermo Arriaga (Amores perros, 21 gramos). Esta obra primeriza giraba en torno a una trama relacionada con la violencia y la paternidad irresponsable, temas que también cobran su importancia en la película que ahora nos ocupa. Los dos protagonistas que centran el desarrollo argumental han sufrido infancias duras: el maltrato paterno ha estado presente en sus vidas desde su más dura infancia y les ha marcado a la hora de afrontar el futuro. Esa premisa vivida dará al traste con cualquier posibilidad de felicidad, aunque el amor pueda llegar a surgir en las circunstancias más insospechadas.
Gestos, miradas, reproches, convenciones sociales y el peso de un pasado oscuro que acaba pasando factura.
Desde luego cualquier amante del cine de acción correrá despavorido hacia la salida del cine cuando se dé cuenta de que aquí la única montaña rusa que importa es la emocional. Gestos, miradas, reproches, convenciones sociales y en definitiva el peso de un pasado oscuro y un presente igual de opaco que acaba pasando factura, y un final que por imprevisible no deja de ser contundente. Y por encima de todos brilla la actuación de Castro, maestro en lo impertérrito y a quien no le duelen prendas a la hora de dotar de antipática contención un personaje patológico y desagradable.
El director acierta al rodear al experimentado intérprete de jóvenes querubines sin experiencia alguna en el mundo de la actuación. El choque entre lo fresco y lo mustio es brutal, y el conjunto gana muchos enteros en todas aquellas escenas en las que uso y otros deben lidiar con situaciones tan dolorosas como lógicas por el entorno en el que todos se mueven. Es fácil sacar la conclusión de que Vigas bebe de las fuentes de Larraín, sobre todo en lo que respecta a proponer un espacio escénico reducido a un puñado de personajes y a lo incómodo que resulta el visionado para el espectador que no esté habituado a este tipo de propuestas, pero se diferencia del firmante de grandes películas como Tony Manero o Post Mortem (hay ganas de que llegue Neruda, su último film) en que se atreve a experimentar con la cámara proponiendo una suerte de planos en los que la importancia de la colocación de los personajes es fundamental para entender el sentido de sus comportamientos.
Las figuras marginales que pueblan este microuniverso tan peculiar se mueven en los extremos de la pantalla, el único lugar donde se pueden llegar a sentir seguros en su relación con cualquier prójimo amenazante. No es hasta que se conocen y se comprenden y se aman que no los vemos situados en el centro del plano, momentos únicos en los que logran alcanzar un sosiego y un sentido vital que les lleva a sentirse importantes en su propia historia.
Aunque resulte paradójico, Desde allá es un auténtico soplo de aire fresco cinematográfico surgido de la putrefacción de una sociedad que se descompone en su propia pobreza y desesperación. En este gratificante debut (a partir de ahora habrá que seguirle la pista al director) importa mucho más el afecto que el efecto, y el público debe de agradecer que todavía existan profesionales que aporten carisma en un tipo de cine que normalmente suele aplaudir sospechosamente las preferencias estéticas de los Festivales que les suelen dar cobijo.