Western | 133 min. | USA 2015
Título: Bone Tomahawk.
Título original: Bone Tomahawk.
Director: S. Craig Zahler.
Guión: S. Craig Zahler.
Actores: Kurt Russell, Mathew Fox, Richard Jenkins, David Arquette.
Estreno en España: 04/03/2016
Productora: Caliber Media Company, The Fyzz Facility, Realmbuilder Productions.
Distribuidora: La Aventura Audiovisual.
Sinopsis
Año 1850. A la localidad de Bright Hope llega un forastero que rápidamente despierta las sospechas del sheriff, que termina por arrestarlo tras una disputa. Una mujer decide cuidar del preso, pero una noche ambos desaparecen. Siguiendo la única pista que tiene, una flecha de una tribu caníbal, el sheriff buscará a la joven con la ayuda de algunos hombres, entre ellos un vaquero y un anciano.
Crítica
Hace ya muchos años que el género del Western se dio por muerto, pero ocurre que de vez en cuando hay directores que parecen no querer hacerse a esa idea y se atreven a reformular algunas de sus constantes. Así asistimos a alguna experiencia curiosa como la que se dio en el Festival de Cine Fantástico de Sitges del año pasado, donde dentro de su programación plagada de propuestas protagonizadas por zombis, asesinos en serie y monstruos de todos los tipos y formas se colaron dos atípicas propuestas localizadas en el Oeste Americano.
La primera de ellas fue Slow West, una suerte de experimento formal salpicado de momentos de violencia estilizada que se valió del protagónico de un estrellón hollywoodiense como Michael Fassbender para abrirse camino en la jungla de los estrenos anuales en nuestro país.
El director mezcla de forma portentosa el universo propio del western con otros géneros distintos.
Mucho más radical fue el segundo trabajo de pistoleros presentado durante el certamen: Bone Tomahawk, dirigida por el debutante S. Craig Zahler, quien ha confesado que tardó casi una década en poder levantar el proyecto, mezcla de forma portentosa el universo propio del western con otros géneros que, en teoría, no deberían casar muy bien con el imaginario popular de este tipo de películas.
Y ahí precisamente es donde radica su originalidad. Nadie puede esperar que los derroteros por los que va circulando el desarrollo argumental nos vayan a llevar a ese auténtico espectáculo macabro y con elementos muy gores en el que se convierte la última media hora de metraje.
Antes de llegar a esa tremenda conclusión que no dejará a nadie indiferente, la trama ya nos ha dejado entrever que la utilización de la violencia explícita va a ser uno de los elementos recurrentes en el film, aunque al principio tan sólo signifiquen tímidos esbozos que van progresando en un imparable “in crescendo” que nos transportará al infierno final.
Como ocurría en la mítica Centauros del desierto, de John Ford, aquí todo gira en la búsqueda de secuestrados por una tribu india (antropófaga, por cierto): una enfermera que atendía a un prisionero en la cárcel del pueblo, éste mismo y un chico que les estaba vigilando son asaltados con nocturnidad y alevosía por unos salvajes que se los llevan a su lejana guarida.
A partir de entonces, un grupo de valientes entre los que se encuentra el lisiado marido de la mujer, el sheriff local, su anciano ayudante, y un dandy de gatillo fácil experto en la caza del indio debido a su sed vengativa montarán una batida en pos de rescatarlos. La película se centra entonces en la ardua travesía de unos personajes singulares que se enfrentarán a mil y un obstáculos antes de llegar a su ansiado destino.
Uno de los aciertos más importantes de la propuesta es el ingenio verbal que destila el guion firmado por el mismo director.
Uno de los aciertos más importantes de la propuesta, a parte del ingenio verbal que destila el guion firmado por el mismo director, es el de haber reunido a una pléyade de buenos actores de experiencia contrastada que aquí disponen una buena oportunidad de lucimiento: Kurt Russell ha protagonizado un montón de westerns, y sin ir más lejos hace tan solo un par de meses lo pudimos ver de esa misma guisa en la magnífica Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino, dando vida a un peculiar cazarecompensas.
Su semblante duro y curtido en mil batallas le va como anillo al dedo para ilustrar una historia tan polvorienta que se puede llegar a mascar. Junto a él, el siempre excelente Richard Jenkins se adjudica un rol que a muchos le recordarán al mítico Walter Brennan de la no menos mítica Río Bravo, de Howard Hawks. Completando el reparto, los televisivos Patrick Wilson (a quien hemos podido disfrutar hace nada en la segunda temporada de Fargo); Matthew Fox (alma mater de Perdidos) y la guapísima Lili Simmons (Banshee, Hawai 5.0) aportan su granito de arena para ponerse en la piel de unos caracteres inusualmente bien cincelados.
Bone Tomahawk (aquí se va a estrenar con su título original, así que advertimos a los más desorientados que no sepan por dónde van los tiros tengan cuidado porque la película contiene escenas bastante fuertes), explora la historia occidental y la identidad a través de las fluidas fronteras entre la criminalidad y la ley, el salvajismo y el progreso, el sacrilegio y la fe.
Y lo hace con una rabia incontenida que sorprende por su furibunda explosión de violencia final que la acerca a clásicos del género nada complacientes como pudieran ser La venganza de Ulzama, de Robert Aldrich; La noche de los gigantes, de Richard Mulligan; Soldado azul, de Ralph Nelson o la también un pelín sádica Un hombre llamado caballo, de Elliot Silverstein.