El callejón de las almas perdidas
Nightmare Alley
- Año
- 2021
- Duración
- 150 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
-
Guillermo del Toro, Kim Morgan. Novela: William Lindsay Gresham
- Música
-
Nathan Johnson
- Fotografía
-
Dan Laustsen
- Reparto
-
Bradley Cooper, Cate Blanchett, Rooney Mara, Toni Collette, Willem Dafoe, Ron Perlman, Richard Jenkins, Mark Povinelli, David Strathairn, Holt McCallany, Jim Beaver, Mary Steenburgen, Paul Anderson, ver 5 más
- Productora
-
Searchlight Pictures. Distribuidora: Walt Disney Pictures
- Género
- Drama. Intriga | Drama psicológico. Años 40. Remake
- Sinopsis
- Un buscavidas (Bradley Cooper) se compincha con una pitonisa (Cate Blanchett) para estafar a millonarios... Remake del film "El callejón de las almas perdidas" (Nightmare Alley) de 1947.
- CRÍTICA
No cabe duda de que actualmente la industria está pasando por un período falto de ideas. Cada vez más la cartelera se ve inundada por cuantiosos remakes –la mayoría innecesarios– que sirven de poco más que para contentar y activar el piloto nostálgico de nuestras mentes. El ejemplo más reciente lo tenemos en West Side Story, donde Steven Spielberg decidió revisitar el clásico musical de Robert Wise y Jerome Robbins –introduciéndose de esta manera en uno de los pocos géneros que le quedaba por abarcar–. Ahora le toca el turno a Guillermo del Toro, quien ha querido hincarle el diente al mítico y rizado noir de culto de Edmund Goulding –Nightmare Alley, 1942–.
Decía Francisco de Goya que la fantasía, aislada de la razón, solo produce monstruos imposibles, pero que unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos. Podemos decir que Guillermo del Toro comparte pensamiento con el artista español, pues el director mexicano ha creado a lo largo de su prolífica trayectoria criaturas quiméricas en base a una fantasía ensimismada, onírica, distanciada del resto de elementos provenientes del mundo real, dejando de esta manera a un lado la razón para hallar su universo propio. Aunque, paradójicamente, la fantasía ha sido siempre la razón de ser de su trabajo, ha sido, sin ningún tipo de duda, tanto la progenitora de su arte como la fuente de sus más ansiados anhelos –existiendo de esta manera una conexión entre la razón y la fantasía en cada una de sus obras–.
No obstante, aquí, en El callejón de las almas perdidas, salvo por ciertos elementos orgánicos circenses –el circo será escenario clave en la primera mitad del filme–, se abandona la fantasía física y argumental para hacer hueco a una más atmosférica y tonal. Nada más comenzar, el que dirigiese El Laberinto del Fauno transmuta la llama terrenal por su característica y oscura luz verde, esa que en el cine te abstrae de lo mundano para adentrarte en un ilusorio universo –aunque más tarde tornará a pasajes anaranjados, reforzando también la idea enigmática del conjunto–. Aun así, Del Toro toma una decisión errónea, casi suicida: dejarse llevar por el romanticismo superfluo y redundante al mismo tiempo que por una reiterativa propaganda moralista sobre la condición humana y nuestro rostro más esperanzador.
Todo ello prolongado durante este resquebrajante noir dividido en dos partes totalmente diferenciadas, donde el segundo acto, y por consiguiente el grosor de la historia, no comienza hasta pasada una hora. Y es que el espectador, una vez que se adentra de lleno en el ilusionismo de su segunda mitad –que es en el fondo donde comienza la película– se da cuenta de que todo lo visto anteriormente –exceptuando su cometida presentación de personajes– resulta vacuo, excesivo e intrascendente.
Además de la fantasía, otro de los rasgos característicos del autor nacido en Guadalajara es el diseño emocional a la hora de construir sus personajes. Si bien en The Shape of Water pudimos ver a una discreta y comedida Sally Hawkings, aquí podemos presenciar a una modosa y mesurada Rooney Mara que, aunque no esté enmudecida, comparte, no solo mismo espíritu, sino una idéntica caracterización del personaje de Elisa –tanto en la vestimenta como en lo corpóreo–. De esta manera, la actriz de A Ghost Story no saca a relucir sus mejores galas interpretativas en su intento desesperado por guiar al protagonista de la película –un novicio ilusionista Bradley Cooper– por un camino recto. Pero no solo Mara se ve apagada por el sino que marca el guion. Podemos decir que casi todo el formidable elenco que se nos presenta –especialmente un insulso Cooper– se ven ahogados por una desinteresada historia.
Y ese desdén parece ser que se adueña de ellos, pues estos no acompañan a una obra que resulta viva por su elegante y sofisticado diseño de producción y por sus plausibles y veraces efectos visuales, pero que al final muere por su propio convencimiento. La única figura que destaca sobre las demás y que se salva de la quema es una misteriosa, mordaz y siempre espectacular Cate Blanchett, que aquí vuelve a demostrar, aunque no sea de forma prolongada, que es una de las mejores actrices del panorama cinematográfico actual.
En definitiva, para el que escribe estas líneas, El callejón de las almas perdidas es un noir –o dos, visto lo visto– donde se ven representados los siete pecados capitales –soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza–, cuyo mayor pecado es precisamente su iterativa a la par que barata oratoria de conciencia, su huida hacia un embelesado romanticismo y, por ende, abandono de la fantasía física que nos tiene acostumbrados el director mexicano, quien debería preocuparse más por fijar una cinta con doble cara tan nublada y oscura como los internos y pasados traumas de sus protagonistas. Únicamente, su atmósfera de fantasía, una punzante y corrosiva Cate Blanchett y un par de impresionables balazos consiguen que este ilusionista –que no ilusionante– remake no resulte olvidable, y su máximo éxito, casi milagro, reside en que sus ciento cincuenta minutos de metraje no se hagan eternos.
Guillermo del Toro con este título ha pasado de mostrar relaciones entre ser y monstruo a mostrar la monstruosidad del ser. Pero si usted quiere ver una cinta que trate de forma efectiva este tema, para eso deléitese con esa conmovedora, lacrimógena e inolvidable obra maestra llamada The Elephant Man, donde el genio David Lynch puso magistralmente en manifiesto el rostro más cruel del ser humano, el verdadero vestiglo de esta lacerante sociedad.