viernes. 22.11.2024
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Clifford, el gran perro rojo

Cartelera España 3 de diciembre  

Clifford, el gran perro rojo

Título original

Clifford the Big Red Dog
Año
Duración
97 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección

Guion

Blaise Hemingway, Justin Malen, Ellen Rapoport, David Ronn, Jay Scherick. Personaje: Norman Bridwell

Música

John Debney

Fotografía

Animación, Peter Lyons Collister

Reparto

Animación, , ver 10 más

Productora

Paramount Pictures, Scholastic Entertainment, Entertainment One, Kerner Entertainment Company, Walden Media, New Republic Pictures. Distribuidora: Paramount Pictures

Género
AnimaciónInfantil | Perros/Lobos
Sinopsis
Cuando Emily Elizabeth conoce a un rescatador mágico de animales que le regala un pequeño cachorro rojo, nunca se hubiera imaginado que al despertarse se encontraría un sabueso gigante de tres metros en su pequeño apartamento de Nueva York. Mientras su madre soltera (Sienna Guillory) se encuentra de viaje de negocios, Emily y su divertido pero impulsivo tío Casey (Jack Whitehall) se embarcan en una gran aventura.

El relato plantea desde el inicio una sólida estructura narrativa cómica de doble curso: por un lado, la inadecuación de Casey (Jack Whitehall) y la función que se le asigna como adulto responsable de una niña pequeña; por otra parte, la inadecuación del cachorro Clifford entre su condición física y la necesidad de mantenerlo oculto (primero del inflexible administrador del edificio, luego del corrupto empresario que persigue a Clifford para extraer el secreto de su crecimiento desproporcionado).

CRÍTICA

El primer indicio de inteligencia estratégica en la dinámica del relato lo encontramos en la transformación de una de las líneas que se plantean desde el inicio: la del tío Casey. Según el planteo de inicio, todo da a suponer que la comicidad estará basada en el antagonismo de caracteres, propio de las comedias del buddy film, sobre las cuales ya hemos hecho alguna referencia en este sitio (ver crítica de Dos armas letales). Sin embargo, el devenir de los acontecimientos lleva a que la inadecuación se desplace de modo eminente sobre el personaje de Clifford (y más que sobre el carácter mismo del cachorro, sobre la situación narrativa que todo el grupo debe afrontar: ocultar a Clifford), lo cual deriva finalmente en el abandono de la línea cómica anticipada sobre el personaje de Casey, quien, a partir de la presencia del perro Clifford, deja de ser el par antagónico de Emily (Darby Camp) y su madre (Sienna Guillory), que el espectador en cierta forma esperaba.

En aquella crítica sobre Dos armas letales anticipábamos un dato interesante, a saber: el desplazamiento de la estrategia centrada en la oposición a la estrategia centrada en la identidad de los caracteres principales. Podríamos decir que aquí se continúa con aquella misma lógica, pero es verdad que Clifford no es una película de pareja cómica, sino una comedia coral, lo cual justifica orgánicamente la asimilación de Casey a la lógica del grupo que integra (su sobrina, el compañero, los vecinos, etc.).

Considero que ha sido una estrategia inteligente, el desviar la atención cómica del relato sobre Casey, para redireccionarla sobre Clifford, porque permite trascender la comicidad exclusiva desde la lógica del personaje hacia un nivel mayor de organización (la situación conflictiva que incluso sobrepasa al propio personaje de Clifford), lo cual, al no depender en demasía de los elementos individuales, dinamiza la estructura narrativa en su conjunto. Pero esta decisión tiene una ventaja extra: evita a los realizadores tener que diseñar situaciones cómicas ad hoc para Casey durante toda la trama, aumentando la textura cómica de un modo innecesario.

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Y en esta misma dirección de economía narrativa, cabe destacar el carácter coral de la comedia. En sentido riguroso, no considero que se trate de una comedia coral, pues la comicidad no reposa sobre la inadecuación de los caracteres interindividuales. Los personajes, de hecho, no son cómicos, sino que protagonizan situaciones cómicas en el marco de la estructura que los aloja. De hecho, exceptuando a Emily, a Casey y Owen, los personajes secundarios que protagonizan gran parte de las situaciones cómicas durante la persecución y el rescate de Clifford, no han sido objeto de una caracterización muy detallada; apenas datos mínimos y efectivos para justificar su presencia y su comportamiento en el marco de la situación risible. Quizás el ejemplo paradigmático es la vecina, de la cual sólo sabemos que está obsesionada con la leche condensada, y algún dato de color mínimo, que en sí mismo no resulta risible, excepto cuando pone en acto el fetiche sobre el objeto como arma contundente, y como arma de apaciguamiento durante el rescate de Clifford.

Minimalismo extremo en el diseño de las caracterizaciones, máxima eficacia expresiva en el gag. La fórmula equilibrada que ha elegido el relato. Y cuando el relato coordina a todos estos personajes en una misma situación (como en la escena de la persecución por el mercado) el resultado es hilarante.

Un dato no menor: la película está pensada para un perfil de espectador infantil bastante pequeño (digamos entre los 5 y los 10 años), por ensayar una categorización arbitraria. Sin embargo, creo pertinente admitir que asistí a la privada con una adolescente de casi 18 años, y con dos preadolescentes de 14 y 13 respectivamente. El sólo hecho de que a ellos les haya gustado la película; de que se hayan reído, se hayan sorprendido gratamente, habla por sí mismo de un producto que está bien pensado.

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Es difícil, y probablemente improcedente suponer que las bondades de un producto dependen de una, o incluso de pocas personas, pero sí me parece destacable mencionar que el director de esta película es el mismo que en 2015 se hizo cargo de la segunda entrega de Alvin y las ardillas (2015), que, si bien es una producción muy floja y con desaciertos estructurales importantes, constituye un salto cualitativo respecto de la producción inadmisible del 2011. Y así como Casey se redime en la peripecia de la aventura, podemos decir que también aquel director un poco díscolo y arrebatado o irresponsable, se ha purgado completamente de aquellas deficiencias que señalábamos entonces. Enhorabuena.

El único recurso que a mi juicio estuvo desaprovechado fue el actor John Cleese. Si bien su presencia en el relato no desentona, y es adecuado al relato; de hecho, uno de los niños que me acompañaba (que jamás había visto al grupo Monty Python), mencionó especialmente que le había gustado ese personaje. Sin embargo, para quienes su presencia inevitablemente remite al gran grupo de comediantes británicos Monty Python, nos deja con sabor a poco. Sobre todo, porque se trata de un personaje extravagante, y bien podría haberse permitido el relato algún detalle de color que enfatizara la rareza del personaje. Personalmente, estuve esperando en cada escena donde Cleese participaba, que el actor desapareciera de campo con alguno de sus característicos silly walks. Cine Freaks

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