Acción | 108 min. | USA 2015
Título: Deadpool.
Título original: Deadpool.
Director: Tim Miller.
Guión: Rhett Reese, Paul Wernick.
Actores: Ryan Reynolds, Karan Soni, Ed Skrein, Gina Carano.
Estreno en España: 19/02/2016
Productora: Marvel Enterprises, TSG Entertainment.
Distribuidora: Fox Film España.
Sinopsis
Basado en el anti-héroe menos convencional de la Marvel, Deadpool narra el origen de un ex-operativo de la fuerzas especiales llamado Wade Wilson, reconvertido a mercenario, y que tras ser sometido a un cruel experimento adquiere poderes de curación rápida, adoptando Wade entonces el alter ego de Deadpool.
Crítica
Es curioso ver como la mayoría de crítica especializada en cine se ha apresurado a otorgar a la Fox como una especie de perdón después de aplaudir de forma entusiasta el estreno de Deadpool. Pocos han podido olvidar los destrozos ocasionados por la poderosa productora en sus últimas adaptaciones a la gran pantalla del Universo Marvel, con el descalabro de X-Men Orígenes: Lobezno (donde por cierto ya aparecía con brevedad el personaje de Deadpool como mercenario bocazas) y Cuatro Fantásticos a la cabeza. Todo rencor olvidado de un plumazo gracias a este irresistible macarra enfundado en traje de malla que ha ganado el corazón de los fanáticos y no tan acólitos a base de su irreverencia constatada.
Deadpool huele a franquicia. Ya se ha confirmado una segunda parte que verá la luz en 2018.
Y de paso con el éxito cosechado la redención también se ha extendido en la figura de un Ryan Reynolds que hasta la fecha seguía buscando desesperadamente, con más pena que gloria) dar vida a algún superhéroe que hiciera olvidar su lamentable actuación como Linterna Verde. Ahora lo ha conseguido y de qué manera. Como se dice en un instante autoreferencial de la película: “Deadpool huele a franquicia”, y para muestra un botón, pues ya se ha confirmado una segunda parte que verá la luz en 2018.
La película se abre y se cierra con dos escenas de acción brutales, pero antes de referirnos a ella no debemos obviar los memorables títulos de crédito al ralentí (la utilización de la cámara lenta es excepcional) con los que arranca el film, de esos que podrías ver una y mil veces sin llegar a cansarte. De ahí a la primera y frenética secuencia que acontece en lo alto de un puente, donde las espectaculares coreografías de acción salpicada de violencia a raudales con toques gore incluidos y los desternillantes diálogos con multitud de chistes privados de trazo grueso para los avezados en materia comiquera ya anticipa el tono agudo que va a resultar una constante a lo largo de todo el metraje.
No en vano el director del film, Tim Miller, quien aquí sale licenciado cum laude de su debut en el terreno del largometraje, fue el encargado de supervisar los efectos visuales de la no menos eléctrica Scott Pilgrim contra el mundo (Edgar Wright, 2010).
Tim Miller sale licenciado cum laude de su debut en el terreno del largometraje
El sentido del ritmo es total, y las imágenes impactantes se suceden sin descanso. Así pues, no queda más remedio que rendirse ante lo que promete ser un auténtico disfrute visual que no deja literalmente títere con cabeza.
El listón se pone demasiado alto desde un principio, pero Miller tiene la capacidad de tomar conciencia del asunto, y propone una solución que le sale redonda: jugar con el tiempo y el espacio mediante continuos flashbacks y flashforwards para poder acelerar y desacelerar la acción a su antojo.
Aunque pueda resultar un tanto paradójico, la narración no lineal ayuda a entender mucho mejor el desarrollo argumental, y dota al conjunto de una vivacidad que de otra manera podría haber derivado en monotonía y repetición, que es uno de los grandes males que aquejan a este tipo de propuestas en los últimos años. En Deadpool el planteamiento-nudo-desenlace salta en mil pedazos al igual que se deconstruye la figura del superhéroe por antonomasia. Cualquier referencia al honor y a la lucha por la paz y la justicia, sobre todo reclamada por dos miembros de los X-Men que acompañan a Deadpool en su cruzada personal, es tomada a cachondeo y pisoteada sin rubor por quienes abogan claramente por el ojo por ojo.
En ese aspecto la escena final se revela como una auténtica declaración de principios que destruye cualquier posibilidad de absolución por parte de quien eligió el color de su traje de superhéroe para que no se notara la sangre. Deadpool es y seguirá siendo un canalla y nosotros lo celebramos esperando impacientes otra ración de irrespetuosidad y profanación hacia los arquetipos. Todo suena fresco y divertido en esta parodia (aunque algunos de los supuestos momentos cómicos puede que no sean del gusto de todos debido a su exceso de verborrea escatológica).
Como se suele decir, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, y aquí la consabida historia de amor no es más que una atracción sexual; los amigos están ahí para dejarnos tirados a las primeras de cambio, y quien debería ser un ejemplo de honor y decoro puede llegar a actuar como el peor de los enemigos. Deadpool es maleducado, deslenguado, vengativo, un asesino sin piedad… ¿quién se puede resistir a un tipo como este?