CRÍTICA DE SERIE DE TV

Eta, el final del silencio

Firmada por Nuria Vidal

La separación aquí es la de un país de otro país. Una independencia nunca alcanzada en nombre de la cual se permitían todo. Hasta el asesinato, mejor dicho, 826 asesinatos que ETA llevo a cabo en los cincuenta años de vida de la banda terrorista. La serie está dirigida por Jon Sistiaga y se puede ver en Movistar. Sin seguir un estricto orden cronológico, la serie de siete capítulos recorre la historia de ETA desde que el 7 de junio de 1968, cometió su primer asesinato matando al Guardia Civil José Pardines, hasta el 3 de mayo de 2018, cuando un comunicado de la banda anunciaba la disolución de sus estructuras. Entre esas dos fechas, se extienden 50 años de terror, miedo, dolor, treguas, indiferencia, desprecio, negación y vacío.Patria de Fernando Aramburu ya puso el dedo en el gran agujero negro de la sociedad en Euskadi. Pero la serie de Sistiaga va mas allá al dar voz y rostro a las víctimas (de todo tipo) que trajo consigo esta violenta y terrible idea.

El primer capítulo es un poco mas largo, se titula Zubiak es decir Puentes, y es eso lo que intenta trazar entre la mujer de un asesinado y uno de sus asesinos, condenado a 47 años de cárcel. El encuentro entre estas dos personas ocupa casi el tercio al final del capítulo y es absolutamente emocionante en su cotidianidad y sinceridad. El segundo capítulo se adentra en los extorsionados económicamente por la banda a lo largo de los años. El tercero es, para mí, el mas estremecedor. No solo porque está centrado en el asesinato de Miguel Ángel Blanco, uno de los más crueles, innecesarios y absurdos de la historia de ETA, que marcó un antes y un después en la respuesta de la sociedad a sus crímenes. Me ha impresionado porque comienza en una clase en la Facultad de Derecho de Vitoria, con alumnos de 21 años, nacidos el año que mataron a Miguel Ángel Blanco, que no saben quién era, nunca han oído hablar de él y apenas tienen una vaga idea de lo que era ETA. Esto tiene una doble lectura. 

La positiva: ésta generación mira al futuro y no carga con el peso de una historia reciente negra y muy traumática. Pero también tiene una negativa: ésta generación está construyendo ese futuro sobre el olvido de lo que sucedió y en la ignorancia de lo que llevó a cometer terribles barbaridades. Yo creo que no hay que vivir en el pasado (toda la historia con Franco me horroriza, no ha servido mas que para resucitarlo) pero también creo que hay que conocer el pasado precisamente para evitar caer en los mismos errores. La historia está ahí para conocerla, estudiarla, asumirla y sacar lecciones. No para olvidarla o ignorarla.
 
El resto de los capítulos son igualmente interesantes. El que se ocupa de reconstruir los orígenes y las traiciones internas de la organización. El que recorre los Años de Plomo, los ochenta y noventa, cuando ETA mataba a 100 personas al año, políticos, policías, guardias civiles, gente de la calle, son los años del atentado de Hipercor en Barcelona, de la muerte de Gregorio Ordóñez, de Ernest Lluch. En el Epílogo, se  intenta entender dónde estamos ahora mismo y un último capítulo, Las terceras generaciones, da voz a los hijos de las victimas de uno y otro lado, niños y adolescentes cuando sus padres murieron. Esta conversación a cuatro es un rayo de esperanza, una forma de trazar los puentes de los que se hablaba en el primer capítulo de la serie. Un no olvidamos, pero seguimos adelante.
Impresionante lección de historia moderna, filmada en libertad, rompiendo el silencio y dando voz a los que durante años no tuvieron voz en Euskadi, ETA el final del silencio es una serie que tendrían que enseñar en los colegios de toda España.