Con una extraordinaria literatura y un toque retorcido de picardía la autora nos presenta a cada uno de los personajes de esta exquisita novela, envuelta de secretos y censuras familiares. El tema principal es el de la educación de unos niños, manipulados por la toxicidad de un progenitor lleno de prejuicios y de ideales caducos.
La novela es un reflejo de una enseñanza obsoleta que deja huella en los protagonistas, haciendo que a través de ella ruede la inseguridad y el miedo en sus vidas.
Una balsa de aceite que no deja traslucir los ideales de una niñez imaginativa ni de una adolescencia creadora, haciendo a su vez que éstos afronten su adultez de manera errónea, arrastrando una mochila pesada, cargada de incomprensión e injusticias dentro del seno familiar, llegando a la conclusión, pasado el tiempo, de que esta carga se transforma en reproches y críticas hacia ese mismo método educativo de los padres.
En la introducción la escritora nos advierte con palabras en boca del padre: "en esta familia no hay secretos", lo que dará pasa a una lectura con sabor agridulce que conducirá a estos seres a través de sus relatos a escapar, de forma paulatina, de esa atmósfera asfixiante, aunque en algunas ocasiones las decisiones que tomen no sean las correctas. Por ejemplo esto ocurre en el caso de la hija legítima, quien no duda en romper las reglas establecidas saliendo de noche a escondidas cuando los padres duermen, o la ingenuidad de la hija adoptada sincerándose con la tutora del colegio, descargando esa desazón que la oprime y la decepción y el sentimiento de culpa cuando descubre que sus padres se han enterado de esas mismas charlas.
También el complejo del niño que está un poco obeso y el pudor al hablar de ese tema. Tan solo el pequeño se atreve a plantar cara en algunas ocasiones, eso sí, evitando contrariar al dictador. Todo para llegar a la conclusión, pasado el tiempo, de que esta carga se transformará en reproches y crítica hacia ese severo método educativo de los padres.
El libro me ha transportado a tiempos ya pasados, cuando ese tipo de enseñanzas eran el opio del pueblo. Al ir alternando tiempos y dinamizando la estructura a partir de las diferentes voces que van apareciendo puede dar la sensación que en ocasiones lo formal pueda llegar a flirtear con lo confuso. Esto no ocurre en la narrativa, caracterizada por su amenidad, sencillez y constante sorpresa. Una lectura muy recomendable.