Acción | 104 min. | USA-China 2016
Título: La Gran Muralla.
Título original: The Great Wall.
Director: Zhang Yimou.
Guión: Tony Gilroy, Carlo Bernard, Doug Miro.
Actores: Matt Damon, Pedro Pascal, Willem Dafoe, Andy Lau.
Estreno en España: 17/02/2017
Productora: Legendary East / Kava Productions / Legendary Pictures
Distribuidora: Universal Pictures Spain.
Sinopsis
China, siglo XV. Un mercenario inglés (Matt Damon) y otro español (Pedro Pascal) son testigos del misterio que rodea a la construcción de la Gran Muralla China; ambos descubrirán que no se construyó para mantener alejados a los mongoles, sino para algo más peligroso: la mítica muralla ha sido edificada para detener la llegada de monstruos devoradores de carne humana.
Crítica
La carrera de Zhang Yimou es un tanto extraña, por lo menos en lo que respecta a los extremos a los que ha llegado a lo largo de los años. El realizador, uno de los más prolíficos de China, comenzó filmando pequeñas obras arties muy interesantes sustentadas en el costumbrismo, una puesta en escena en verdad esplendorosa y una serie de personajes que hacían frente a las fatalidades que les imponían las tradiciones y los sucesivos regímenes gubernamentales.
El film tiene una puesta en escena en verdad esplendorosa.
Si bien nunca abandonó del todo sus preocupaciones formales, y especialmente la experimentación con la gama de colores saturados, a partir de la década pasada el señor se volcó hacia las superproducciones históricas en general y el cine wuxia en particular, circunstancia que ha abierto -sin dudas- una nueva etapa en donde las extravagancias visuales son la norma en proyectos cada vez más impredecibles y fastuosos.
Considerando lo anterior, no es de extrañar que la última película de Zhang, La Gran Muralla (The Great Wall, 2016), no tenga nada que ver con sus propuestas previas, todas fascinantes por derecho propio (las que incluyen una desconcertante remake del debut de los hermanos Joel y Ethan Coen, un retrato algo freak de la Masacre de Nankín con Christian Bale y dos opus sobre los efectos en el plano privado de la Revolución Cultural de Mao Zedong). Hoy nos situamos en la China medieval para una historia que retoma una típica premisa de los westerns y el cine de aventuras: dos ladrones/ mercenarios, William Garin (Matt Damon) y Pero Tovar (Pedro Pascal), se transforman en prisioneros de una comunidad en aprietos y luego se suman a una “causa” que en un primer momento les resulta ajena, lo que viabiliza una metamorfosis desde la apatía hacia la responsabilidad.
Ahora el asunto está hermanado a las obligaciones de una orden militar destinada a proteger a China de una horda de alienígenas feroces llamados Tao Tei, los cuales arribaron a la Tierra vía un meteorito y por la codicia de un emperador de tiempos remotos. Mientras que Garin y Tovar están obsesionados con la pólvora de los chinos, éstos últimos hacen lo posible para repeler el ataque de las bestias, un episodio inamovible que se produce cada 60 años exactos: por supuesto que ambas facciones eventualmente lucharán codo a codo contra los invasores y su líder, la “reina”.
Aquí regresa a toda pompa el despliegue en vestuario y escenografía al que nos tiene acostumbrados el director, sumado a una fotografía de colores furiosos -a cargo de Stuart Dryburgh y Zhao Xiaoding- que no da respiro ni por un minuto. Asimismo en esta oportunidad las secuencias de acción se ubican más que nunca en la gloriosa frontera entre el parkour, el bungee jumping, la tirolesa y las acrobacias de circo.
Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, el film incluye además a la Gran Muralla China como la fortificación principal contra los Tao Tei, unos cuadrúpedos bocones que nos remiten a otras tantas criaturas semejantes del “catálogo CGI” (el diseño poco original de los monstruos es el único inconveniente significativo de la película). Zhang combina con inteligencia un ritmo narrativo vertiginoso y el carisma de Matt Damon con un relato delirante vinculado a la fantasía heroica, el tiro con arco y muchos detalles símil terror.
La propuesta es muy entretenida y no abusa de las subtramas -ese fetiche insoportable del Hollywood contemporáneo a la hora de las epopeyas- porque prefiere bombardearnos con una parafernalia visual ridícula aunque bella que funciona a la par de una interesante bajada de línea en torno al sustrato autodestructivo de la avaricia, hoy insólitamente homologada a unos occidentales egoístas, siempre predispuestos a la traición y el pillaje más patético…