Comedia| 92 min. |Usa-India-Francia| 2018
Título: De la India a París en un armario de Ikea.
Título original: The Extraordinary Journey Of The Fakir.
Director: Ken Scott.
Guión: Luc Bossi (Novela: Romain Puertolas)
Intérpretes: Dhanush, Bérénice Bejo, Erin Moriarty, Barkhad Abdi.
Estreno en España: 10/05/2019
Productora: Brio Films / Little Red Car Films.
Distribuidora: A Contracorriente Films.
Sinopsis
Aja (Dhanush) es un joven que sobrevive en la India gracias a su ingenio. Tras emprender un viaje a Francia, para cumplir un sueño de su madre, decide pasar la noche en un IKEA ya que en París cuenta con pocos recursos económicos. Allí conocerá a Marie (Erin Moriarty). Eso sí, sus esperanzas sentimentales se desvanecerán cuando quede atrapado dentro de un armario que van a enviar al extranjero, iniciándose así un viaje que cambiará su vida para siempre.
Crítica de Jorge García Casarrubios
Para analizar De la India a París en un armario del Ikea, hay que hacerlo entendiéndola desde su presente, en el que un profesor, Ajatashatru Lavash Patel (Dhanush), cuenta esta historia a unos niños que han sido condenados a entrar en la cárcel. A través de esa línea argumental se va construyendo la surrealista historia del personaje. Con un breve background sobre su niñez que nos sitúa en contexto, se despliega lo que va a ser el origen del nudo de la película: su viaje a París para llevar allí las cenizas de su madre.
El film toma mucho de la cultura india, hasta el punto de justificar el avance de la trama con el karma (concepto originario de la cultura hindú).
A partir de aquí, la película pierde mucha fuerza, planteando tramas que se deben a la mera casualidad y algunas escenas que parecen imitar a otras películas o historias. Ya hemos visto una pareja en Ikea fingiendo que están en su casa en 500 días juntos, ya hemos escuchado la fábula del hombre al otro lado del muro que describe el bonito mundo que ve y resulta ser ciego… No llego a saber si la última frase de la película pretende justificar estos momentos.
El protagonista acaba convirtiéndose así, en esa persona pedante que vive de exagerar sus batallitas. Tan exagerado como proclamar el amor por una chica antes de conocerla. La ingenuidad del personaje durante la historia se hace muy simpática y agradable, pero su superioridad moral en el presente, lo convierte en uno de esos personajes fáciles de atascarse en el espectador.
La historia juega a fluctuar entre el drama y la comedia, tirando de tópicos culturales para usarlos con pretensión de crítica. Cómo aprovecharse de un turista en París, la mafia italiana, los refugiados… Y hasta los españoles nos llevamos lo nuestro con el tema de la inmigración. Al parecer somos el mejor país para enviar a los inmigrantes que otros países no quieren, poniendo en evidencia la gestión de este asunto por parte del estado español. Todo esto con una marquesina al fondo con una imagen del toro de Osborne. Olé.
De la India a París en un armario del Ikea es, ante todo, un festival de colores. A través de ellos, el autor sabe reflejar con mucha belleza las diferentes culturas en las que el personaje se encuentra. Especialmente, la de la India. Y no solo son sus colores los que se hacen presente: la persecución de los niños por las callejuelas, el ritmo, la edición, la música, Bollywood… Y aunque la escena del número musical en la comisaría británica es, posiblemente, lo más aleatorio de la película, al menos es divertido.
El film toma mucho de la cultura india, hasta el punto de justificar el avance de la trama con el karma (concepto originario de la cultura hindú). De la India a París es un armario del Ikea es una historia diferente y curiosa, pero con un potencial en su planteamiento, que no se ha llegado a explotar.