Juego de armas: Ahí va la bala, atájala
Antes de cualquier análisis sobre Amigos de armas se debería pensar que las casualidades no existen y mucho menos aún en una coyuntura donde nuevamente Hollywood busca imponer nuevas tendencias y miradas sobre las temáticas que más rentables resultan, teniendo en cuenta siempre el ombliguismo yanqui y la mente anestesiada de sus propios consumidores.
Título: Juego de armas.
Título original: War Dogs.
Director: Todd Phillips.
Guión: Todd Phillips, Jason Smilovic.
Intérpretes: Miles Teller, Jonah Hill, Ana de Armas, Bradley Cooper.
Estreno en España: 09/09/2016
Productora: Green Hat Films / The Mark Gordon Company
Distribuidora: Warner Bros Spain.
Sinopsis
Efraim Diveroli (Jonah Hill) y David Packouz (Miles Teller) son dos ambiciosos veinteañeros de la costa de Florida que se dedican a comerciar con armas para ganar grandes sumas de dinero. Durante la guerra de Irak, los dos amigos aprovechan una brecha poco conocida en el sistema que permite a las pequeñas empresas pujar por contratos con el ejército de Estados Unidos. Así es como, empezando con negocios insignificantes, poco a poco logran vivir lujosamente en Miami Beach. Pronto ellos crecerán y también sus contratos.
Crítica
A la nueva comedia americana le viene bien adoptar la pose del cinismo para bucear en el trasfondo por algunos tópicos controversiales o políticamente incorrectos. El ejemplo más concreto lo dio la reciente La gran apuesta (The Big Short , 2015), film autorreferencial, jugado al planteo retórico del boom inmobiliario y de la desgracia de los millones de ciudadanos yankees anque fronteras afuera, arrastrados por la ambición desmedida de un selecto grupo de inescrupulosos, quienes no perdieron su lugar dentro del sistema, ni tampoco se desfinanciaron tras la enorme crisis económica acaecida en la tierra del Tío Sam durante el año 2009.
Juego de armas (2016) transita por un andarivel similar al exponer de primera mano el negocio detrás de la guerra: la venta ilegal de armas y todo elemento afín, donde entran en juego licitaciones públicas, para dar una falsa idea de transparencia a la opinión pública, pero que genera gracias a un sistema permisivo enormes cantidades de millones de dólares que se llevan aquellos que logran encontrar las grietas para hacerse de los negocios directamente con el gobierno de turno y “surfeando” todos los grises de la legalidad.
El film expone de primera mano el negocio que existe detrás de la guerra.
En esta ocasión, el director responsable de la trilogía de Resacón en Las Vegas, Todd Phillips, concentra su relato en la pareja de amigos -o socios, mejor dicho- construida en base a datos del artículo periodístico “Arms and the Dudes”, escrito por Guy Lawson para la revista Rolling Stone, tras una investigación que ponía al descubierto el negocio ilegal y el rápido ascenso de estos treintañeros, quienes casi logran una venta de armamento impactante durante el gobierno de George W. Bush.
Ahora bien, si bien la película funciona como retrato de estos norteamericanos promedio que motorizan y representan lo que culturalmente se puede definir como “el nuevo american dream” resulta llamativo que el efecto del cinismo oculte las verdaderas directrices que atraviesan la película y que se resumen en la falta de valores, sumada a una empatía un tanto forzada porque, por ejemplo, el personaje interpretado por Miles Teller justifica su accionar para mantener a su familia, en contraste al de Jonah Hill, verdadero y oscuro que no hace otra cosa que rapiñar de las migajas que dejan los grandes contratistas, pero que a la larga se traducen en millones.
Nadie habla de la guerra, de los muertos, inclusive de un sistema perverso que se retroalimenta porque existe gente como la de Juego de armas (2016). La gran apuesta (2015) encontraba en la sustancia culpógena el elemento para la reflexión. En esta oportunidad eso nunca llega, aunque en algunas escenas los personajes teman por su vida o por el destino de su entorno.
Todd Phillips no juzga, expone una realidad pero desde el lado menos crítico posible. A veces juega y tensa las relaciones entre los personajes, aporta una galería de secundarios simpática, entre los que se destaca -como era de esperarse- Bradley Cooper, pero no avanza un centímetro más de lo que su propia especulación le permite.
Si ésta es la nueva comedia americana con consciencia social, realmente estamos perdidos y si Donald Trump es elegido presidente de Estados Unidos esta película será la muestra cabal de que el país más poderoso e influyente se ríe de todos nosotros, y a expensas de nuestro sufrimiento.