Drama| 111 min. | Francia-Italia | 2018
Título: La Casa De Verano.
Título original: Les Estivants.
Dirección: Valeria Bruni Tedeschi.
Guión: Valeria Bruni Tedeschi, Caroline Deruas-Garrel, Noémie Lvovsky, Agnès de Sacy.
Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Pierre Arditi, Valeria Golino, Noémie Lvovsky.
Estreno: 15/08/2019
Productora: Ad Vitam Production / BiBi Film / Canal+.
Distribuidora: Avalon
Sinopsis
Anna va con su hija de vacaciones a pasar unos días a una gran casa situada en la Costa Azul. Allí tendrá que buscar un tiempo para estar a solas y así escribir el guión de su próxima película. Para ello, deberá evitar a familia, amigos y empleados. Detrás de la risa, la ira y los secretos se encuentran unas relaciones de dominación, miedos y deseos. Llega un punto en el que todas las personas tienen que dejar de escuchar los sonidos de su alrededor para enfrentarse al misterio de su propia existencia.
Crítica
La Casa de Verano (Les estivants) es una película dirigida e interpretada por Valeria Bruni Tedeschi , presentada fuera de concurso durante la 75ª edición del Festival de Cine de Venecia, con un elenco compuesto por Valeria Bruni Tedeschi, Pierre Arditi, Valeria Golino, Noémie Lvovsky, Yolande Moreau, Laurent Stocker y Riccardo Scamarcio. El film cuenta la historia de Anna, una directora que lucha con la realización de su nueva película, que llega a amigos y familiares en su hermosa casa en la Riviera francesa. Poco antes de dejar a su compañero, decide enfrentarse a ella y decirle que entre ellos se acabó y ella, a pesar de sus palabras categóricas, piensa que al final podrá regresar como lo hizo en el pasado.
La interpretación más profunda y convincente es la de Valeria Bruni Tedeschi, quien nos brinda un personaje ejemplar, penetrante, trágico y cómico.
Nos hallamos ante una comedia de brillante humanismo donde el equilibrio está en constante vaivén; un viaje sin remos dentro de la complejidad de un dolor que se insinúa en tantos detalles de la vida de Anna: desde la tormentosa e inestable relación con su compañero hasta la figura del hermano, un personaje que participa activamente en su vida, y que regresa para caminar por los pasillos de la casa y transmitir su propia opinión sobre lo que le asusta. La película tiene su máximo acierto en la pureza y elegancia de los gestos: cada personaje está perfectamente insertado en la lógica narrativa, cada uno tiene un espacio, su propia sombra y un pasado desde el cual retorcerse y una vida para resolver. La interpretación más profunda y convincente es la de Valeria Bruni Tedeschi, quien nos brinda un personaje ejemplar, penetrante, trágico y cómico.
En el debe de la función, sin embargo, y a pesar de contar con el apoyo de un buen guión, está que lo explicado se pierde en muchos momentos, especialmente cuando los personajes principales tienen que enfrentar sus vicisitudes diarias. Los personajes interpretados, por ejemplo, por Pierre Arditi, Valeria Golino y Noémie Lvovsky están llenos de significado y conciencia cuando se reúnen durante las cenas o en los momentos de intercambio, en los que aprovechan la oportunidad para poder decir cuál es el ángulo y la perspectiva, a menudo decadente, de la propia vida. Pero cuando esos mismos personajes son fotografiados en momentos de soledad o en un diálogo con tan solo otra persona, no pueden transmitir la misma profundidad, el mismo impulso que se percibe en otros momentos.
A destacar también la química brutal entre Valeria Bruni Tedeschi y Riccardo Scamarcio, quienes juntos forman una pareja cinematográfica creíble y extraña, que vive su propia disolución con drama e ímpetu. La directora cuenta la historia y las tramas que tienen lugar entre los dueños de la casa, los empleados y los amigos, mostrando el deshonor, la soledad y el miedo con el que todos tratan de enfrentar su propia vida, a menudo ignorando y no percibiendo lo que le sucede a la casa. Es una clara obra autobiográfica, un trabajo inmerso en la vida de la directora, quien a menudo describe con tanta crueldad tanto su interioridad como la de las personas con las que está vinculada, sin perdonarse ni sentir compasión alguna. La película es poderosa porque la directora se despojada de toda amabilidad, del afecto que siente cuando habla de sí misma o de las personas que pertenecen a la vida cotidiana, dejando una buena cantidad de miedos, faltas y tensiones en la pantalla, aunque también encontramos huidas humorísticas que le hacen mucho bien al conjunto.