Cinco lobitos o cómo reflejar de manera honesta el papel que ocupa la mujer dentro de las dinámicas familiares
Cinco lobitos
Novedades alquiler | VOD 9/09/2022
Título original
- Cinco lobitos
- Año
- 2022
- Duración
- 104 min.
- País
- España
- Dirección
- Guion
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Alauda Ruiz de Azúa
- Música
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Aránzazu Calleja
- Fotografía
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Jon D. Domínguez
- Reparto
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Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea, Mikel Bustamante, José Ramón Soroiz, Amber Williams, Lorena López, Leire Ucha, Elena Sáenz, Asier Valdestilla García, ver 4 más
- Compañías
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Encanta Films, Sayaka Producciones, Buena Pinta Media, RTVE. Distribuidora: BTeam Pictures
- Género
- Drama | Familia. Maternidad
- Sinopsis
- Amaia (Laia Costa) acaba de ser madre y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo serlo. Al ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, y así compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé. Lo que no sabe Amaia es que, aunque ahora sea madre, no dejará de ser hija.
- CRÍTICA
Ahora que mi hermana está embarazada pienso mucho en la maternidad y la abordo desde lejos y en la más absoluta ignorancia. Sin embargo, a pesar de ser una mera espectadora de esta nueva experiencia, no puedo evitar el miedo que me entra a veces a que mi hermana sea igual que mi madre. El miedo a la herencia y a la repetición inconsciente de patrones que perpetúen el legado familiar.
Había leído muchos libros relacionados con este tema, con historias de madres que intentan, por encima de todo, no ser como sus madres, y que temen transmitir una carga de traumas que ha ido pasando de generación en generación. En el cine, por ejemplo, este tema es muy recurrente como motor de la trama principal. También el tema de la maternidad como fuente de miedos, especialmente en el cine de terror: miedo a no ser buena madre, miedo a dejar de sentir al bebé, miedo a perderlo, miedo a que no nazca, miedo a la culpa, miedo a que no sea real… miedo, en definitiva, a no hacerlo bien o, peor aún, miedo a la certeza de poder haberlo hecho mejor. Pero nunca había visto una película que reflejara tan bien un miedo en concreto: el que se hereda. Hasta ahora.
Cinco lobitos es el debut de Alauda Ruiz de Azúa como directora de largometrajes. Y qué debut. A la cuidadísima dirección y al guion lleno de matices escrito por la propia directora le acompaña un reparto encabezado por Laia Costa —haciendo una de sus mejores interpretaciones— y por Susi Sánchez a la que cualquier adjetivo se le queda corto. La película empieza siendo un reflejo crudo de lo que es ser madre primeriza al presentarnos a Amaia, que acaba de tener una hija y nada más llegar a casa del hospital recibe un golpe de realidad. Desde el primer momento se ve superada por toda la atención y todos los cuidados que exige un recién nacido y que se le escapan de la manos. Esto, sumado a la casi nula presencia del padre, que aprovecha cualquier excusa relacionada con el trabajo para estar lejos de toda esa tensión acumulada en casa, llevan a la protagonista a tomar la decisión de volverse a casa de sus padres y así tener algo de ayuda.
Sin embargo, la situación con la que se encuentra Amaia al llegar al hogar de su infancia es muy distinta a la que se esperaba. Nunca es fácil volver a un sitio donde el tiempo parece no haber pasado —su habitación se acerca más a la de una adolescente que a la de una persona de 35 años— solo para darte cuenta de que sí lo ha hecho. Tampoco es fácil volver a convivir con tus padres, volver a ocupar una silla en la mesa del comedor o un espacio en el hueco del sofá, volver a colocar un tercer cepillo de dientes en el baño. Se siente un poco como volver a nacer. Aunque lo más difícil no es eso, no es irrumpir de nuevo en la vida de nuestros padres, es ser consciente de que hemos fallado en el intento de no ser como ellos. Y eso es justamente lo que le pasa a Amaia, la razón por la que siente que su vida es una mierda.
No obstante, la historia acaba siendo un reflejo crudo de lo que es ser hija (o madre e hija al mismo tiempo). Amaia va cediendo su papel protagonista a su madre, a Begoña — como también va cediendo en su actitud con ella—, cuando a esta la ingresan en el hospital y desde entonces su salud empeora. En Begoña veo muchas cosas que también veo en mi madre: a veces lo intenta y a veces no, a veces se esfuerza por entender a su hija y a veces, simplemente, no le interesa lo más mínimo. Es un personaje complejo y contradictorio a ratos, pero ¿cómo no iba a serlo si es una madre? Y su principal miedo, a diferencia del de su hija, es el de ser prescindible. Levantarse un día y que nadie la necesite ya, que nadie reclame sus cuidados, sus consejos, sus remedios caseros para el dolor. Durante mucho tiempo a las mujeres se las ha valorado por su papel de madre y esposa, en definitiva de cuidadoras, como si esa fuese su única razón de ser, su máxima en esta vida.
Porque las madres antes de ser madres fueron otra cosa. Las madres antes de ser madres fueron hijas. Tuvieron otra vida en la que nosotros, sus hijos, no existíamos. Incluso después de parir, aunque cueste creerlo, las madres son algo más que madres, pero de eso no nos damos cuenta hasta cierta edad. Y yo me pregunto, ¿en algún momento las madres dejan de ser madres? ¿Y los hijos? ¿Nosotros también dejamos de serlo? Supongo que no hay una respuesta correcta, como para casi todo en la vida y eso es algo de lo que también nos damos cuenta con el paso del tiempo.
Cinco lobitos habla del lado más desolador de la maternidad; de ser hija y madre a la vez sin tener realmente ni idea sobre una cosa y la otra; del papel de cuidadoras (tan asumido y naturalizado por todos) que ejercemos las mujeres desde bien pequeñas y de aquello a lo que renunciamos para cuidar de otros; del agotamiento de tener que explicar constantemente lo que queremos o necesitamos de los demás, como si en la mayoría de los casos no fuese obvio; del sentimiento de culpa y vergüenza que nos produce no saber hacer algo que, en realidad, nadie nos ha explicado. Porque nadie nos enseña a ser madres pero tampoco a ser hijas.