CRÍTICA DE CINE

Moving On: En un lugar que echo tanto de menos donde se va mi corazón

Moving On

 
Nam-mae-wui Yeo-reum-bam
Año
Duración
105 min.
País
 Corea del Sur
Dirección
Guion
Yoon Dan-bi
Fotografía
Kim Gi-hyeon
Reparto
Productora
ONU Film
Género
Drama | Familia
Sinopsis
Tres generaciones bajo un mismo techo: una forma de convivencia que en el pasado fue muy normal, pero que hoy en día ilustra principalmente hasta qué punto son pobres las relaciones familiares. Okju, su hermano pequeño, Dongju, y su padre, se mudan con el abuelo (al que apenas conocen) al final del año escolar. Después de su divorcio, el padre está en bancarrota, y aunque el apartamento del abuelo es bastante inadecuado, proporciona un refugio temporal a la familia.
 
CRÍTICA DE DANIEL BERNAL

Un año más, tenemos el placer de disfrutar del festival de cine coreano independiente Indie and Doc en la siempre enriquecedora plataforma de Filmin. Una de las sensaciones que este crítico se ha encontrado dentro del certamen ha sido la cinta de Yoon Dan-bi, Moving on, donde el cineasta coreano construye una natural y humilde pieza familiar de convivencia y contrastes.

La familia protagonista (formada por un padre y una hija e hijo de corta edad) tendrá que abandonar su hogar situado en un pobre barrio de la ciudad y mudarse así a la espaciosa y encantadora casa del abuelo. En nuestras vidas la necesidad de actuar está a la orden de nuestro día, y en muchas ocasiones el camino que escogemos para encauzar nuestro devenir no es el que deseamos. Ya sea porque no tenemos elección o por una mera necesidad de cambios, nos vemos en la obligación de transmutar el rumbo anhelado por un destino inelegible. En este film, será por necesidad económica y con el pretexto de atender  al abuelo enfermo y alicaído por lo que la familia tendrá que cambiar su pequeña y modesta vivienda por un espléndido chalet. Tras conocer los comportamientos rutinarios de los personajes, se sumará al plantel la figura de la tía, quien proyectará el lado más egoísta e hipócrita del filme.

Yoon Dan-bi traza y divide de forma implícita el encuadre para mostrar a través de elementos los sentimientos y/o las situaciones del momento, y lo hace fluidamente y sin detenerse en la importancia que esto pueda llegar a tener en el transcurso de la historia, reforzando así la idea de observación y no de consumo por parte del espectador. La gran virtuosidad que logra Dan-bi con su conjunto es su acertada manera de redescubrir espacios y convertir lo banal en mundano, y lo mundano en relevante, consiguiendo involucrar al respetable en las anécdotas y pequeños detalles que se cuentan aquí. Probablemente, su defecto principal, aunque menor, sea la breve extensión de ciertas secuencias que hubiesen hecho a este título más bello y poético.   

Estamos ante una cinta que, al igual que sus personajes, busca un soplo de aire fresco; una pequeña obra que capta momentos cotidianos, alternando ternura y aflicción, sin atisbos de superficialidad, siendo sus actuaciones tan veraces como el calor de una tarde de verano. Los sentimientos de algunos de los personajes a menudo cambian de dirección como si de un ventilador se tratase, mientras que otros siguen en línea consonante con la personalidad que les caracteriza; pues la pieza del director asiático también se verá alterada en su tonalidad, transmutando la luz dura y artificial por un tono pastel que destila armonía y frescura.

En definitiva, para el que escribe estas líneas, Moving on es una modesta e ingenua obra llena de momentos instantáneos y fugaces, ya sean bailes que alegran momentos felices y amargos o despertares, comidas y charlas cotidianas. Muy propicia para ver en verano. La necesidad de un cambio de aires, reflexiones de un modo de vida , inquietudes de adolescencia, juicios de valores y finalmente el egoísmo y la hipocresía humanas se complementan en una película bonita y espaciosa que funciona como examen de conciencia.