En la ciudad de Londres, esta Navidad vas a tener muchos problemas si vas vestido como Santa Claus, porque hay un asesino a sueldo cuyo objetivo es acabar con todos. El primero en ser atacado es un pobre hombre que estaba haciendo manitas con su novia, y la cosa acaba como el rosario de la aurora. Al inspector Harris (Edmund Purdom, reconocido actor inglés al que se recuerda por títulos como El hundimiento del Titanic o Julio César y que aquí también ejerce labores de dirección) de Scotland Yard no le queda más remedio que ponerse manos a la obra para intentar arreglar las cosas. Por desgracia, no es lo suficientemente rápido para evitar la muerte de un millonario que estaba celebrando una fiesta con sus amigos y familiares, mientras vestía el traje rojo – quien acaba un poco empalado.
Aunque Gran Bretaña tiene una tradición desde tiempos remotos de disfrutar de una historia de fantasmas en época navideña, poco a poco dicha costumbre se fue limitando a la pequeña pantalla. Una excepción a la regla fue No abrir hasta Navidad, un ejercicio de violencia cafre que intentó saltar al carro del slasher, tan en boga al principio de la década de los 80, pero palideció ante el recuerdo de la que sigue siendo película de terror favorita de los británicos en Navidad: Black Christmas (1974).
El protagonista del film aplicó las técnicas aprendidas a su paso por el giallo italiano (El castillo de las mujeres malditas, La amante del demonio) para dotar de un poco de entidad a un personaje que durante todo el film se va moviendo entre lo sobrio y lo caricaturesco. El guion hay que cogerlo con pinzas, porque aquí delo que se trata es de aplicar la fórmula del aquí te pillo aquí te mato regalándonos asesinatos por doquier a cual más salvaje e imaginativo (no en vano los productores del film fueron los mismos que los de la mítica Viernes 13).
La identidad del malo no es ni siquiera un misterio. Aunque sabemos de buen principio quién es el psico de turno, nadie parece querer darse cuenta, lo que lleva a la hija del millonario Kate (Belinda Mayne) a sospechar de su novio Cliff (Gerry Sundquist). Para nosotros, es sospechoso por otras razones, por ejemplo, no sólo se gana la vida como cantante de flauta, sino que después del asesinato de su padre, invita a Kate a posar desnuda para el despreciable fotógrafo Kevin Lloyd…quien por supuesto se haya puesto y dispuesto a calzarse su traje de Sant Claus.
Oscura y con una calidad de imagen pobre, el director enlaza asesinatos con imágenes del asesino paseando por las calles, sin destino aparente y la calidad del conjunto resulta mediocre, por no hablar del continuo derroche erótico que aparece en pantalla, y que tiene su culminación en una conversación entre el villano y una destetada transeúnte…¡en pleno diciembre!. Pero bueno, lo cierto es que a lo largo de la socorrida trama se sucede el despendole tanto físico como argumental. Mejor no rascar mucho, porque podríamos hacernos preguntas del tipo: si el asesino solo comete sus fechorías escogiendo como víctimas a quienes van vestidos de Papa Noel, ¿no podría Scotland Yard simplemente emitir un comunicado donde se recomendara no salir disfrazado de tal guisa a la calle?.
A destacar también la aparición en forma de cameo del a modelo inglesa Caroline Munro, quien ya había hecho sus pinitos en el mundo del cine dando vida a la ayudante del villano en la mítica La espía que me amó, una de las cintas más aplaudidas de la saga James Bond.