Nuestros amantes: El lenguaje del amor
Podemos considerar a Miguel Ángel Lamata como una rara avis dentro del mundillo de directores españoles todavía no consagrados que luchan con cada nuevo trabajo por hacerse un hueco en nuestra hermética industria cinematográfica. El realizador zaragozano empezó su carrera en modo outsider con Una de zombis, una comedia gamberra ambientada en el mundo de la radio.
Comedia | 88 min. | España 2016
Título: Nuestros amantes.
Título original: Nuestros amantes.
Director: Miguel Ángel Lamata.
Guión: Miguel Ángel Lamata.
Actores: Amaia Salamnca, Eduardo Noriega, Gabino Diego, Michelle Jenner.
Estreno en España: 03/06/2016
Productora: Bemybaby Films.
Distribuidora: Fílmax.
Sinopsis
Carlos (Eduardo Noriega) es un escritor de guiones de cine de unos 40 años frustrado profesionalmente. Irene (Michelle Jenner) tiene 30 años y no tiene claro qué hacer con su vida. Sobre ellos aún planean las sombras de sus antiguas relaciones: María (Amaia Salamanca) y Jorge (Gabino Diego). Cuando Irene se encuentra con Carlos en una librería-café, sin conocerle de nada, se acerca a él y le propone un juego: convertir sus vidas anodinas en una aventura. Irene es una soñadora nata. Carlos ha olvidado cómo soñar. Juntos harán lo imposible por lograr ser felices. Sólo hay una norma: no enamorarse.
Crítica
Podemos considerar a Miguel Ángel Lamata como una rara avis dentro del mundillo de directores españoles todavía no consagrados que luchan con cada nuevo trabajo por hacerse un hueco en nuestra hermética industria cinematográfica. El realizador zaragozano empezó su carrera en modo outsider con Una de zombis, una comedia gamberra ambientada en el mundo de la radio (sic) que se pude ver hace ya algunos años en el transcurso del Festival de cine Fantástico de Sitges.
Atendiendo a los mínimos beneficios obtenidos en un estreno que pasó completamente desapercibido para el gran público el cineasta dio un giro radical a su carrera filmando la comedia romántica Tensión sexual no resuelta, un film de descarado objetivo comercial en el que contó con algunos de los rostros televisivos más aclamados del momento (Amaia Salamanca, Adam Jezierski, Pilar Rubio…).
Ahora ocurre que tanto el director que imaginaba grandes éxitos de taquillaje como aquellas emergentes estrellas catódicas ya han crecido, y han decidido volver a reunirse en Nuestros amantes, incidiendo en el género romántico pero añadiéndole unas gotas de mala uva que le hacen mucho bien al conjunto. La escena con la que se abre el film es como para salir corriendo: chico conoce a chica y empiezan a intimar a base tópicos tan pseudointelectuales como insustanciales. Todo hablado y bien hablado por los codos. Frases que suenan vacías de contenido y réplicas cuya pretendida gracia caen en un pozo sin fondo.
Existe cierta reflexión por parte del autor sobre el lenguaje y el mundo de las emociones.
Pero resulta que, casi a hurtadillas, empieza a notarse cierta reflexión por parte del autor sobre el lenguaje y el mundo de las emociones. La pareja protagonista, unos Eduardo Noriega y Michelle Jenner que convierten su relación en un ejercicio metalingüístico donde interesa tanto lo que se dice como cómo se dice, se entregan con cierto salero a psicoanalizar el universo de la pareja, pasando por el tapiz de la metáfora sin fin convenciones, infidelidades y fantasías que rodean todo lo que tiene que ver con el enamoramiento.
A algunos les puede llegar a parecer un poco frívola, apelmadaza o incluso kitsch.
A algunos les puede llegar a parecer un poco frívolo, apelmadazo o incluso kitsch. Pero lo cierto es que no deja de ser un sorprendente soplo de aire fresco para una comedia, como la nuestra, lastrada por una falta de talento alarmante en cuanto a escritura de guiones se refiere.
Es una pena que el resto del elenco actoral no tenga vida propia y tan solo sirva para apuntalar alguna situación de enredo tipo screwball que no acaba de cuajar. Las presencias tanto de un desaprovechado Gabino Diego (aquí hace de serio) como de Amaia Salamanca son meramente testimoniales, y el único que acaba por tener cierta enjundia en el desarrollo argumental es el personaje al que da vida Fele Martínez, atinado en el rol del amigo del alma del héroe de la función aquien aconsejará de forma harto divertida sobre cómo debe actuar en una u otra situación.
La peripecia gana enteros a medida que avanza el metraje, constituyendo un acierto absoluto el apostar por la desmesura en lugar del embelesamiento almibarado. La dirección de actores en ese aspecto es más que correcta, aunque tanto la puesta en escena (se trata de cantar las bonanzas de algunos paisajes urbanos maños como Zaragoza y Teruel, que por algo han metido pasta en el asunto) como la desmayada banda sonora (compuesta por un funcional Roque Baños), no acaban de acoplarse como deberían a la rocambolesca acción.
Este hecho diferencial nos lleva a predecir que a muchos les va a costar identificarse con la historia, sus personajes, y sobre todo con las afinidades metafóricas planteadas.