Parking
- Parking
- Año
- 2019
- Duración
- 110 min.
- País
- Rumanía
- Dirección
- Tudor Giurgiu
- Guion
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Tudor Giurgiu, Marin Malaicu Hondrari
- Música
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Julio de la Rosa
- Fotografía
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Marius Panduru
- Reparto
- Mihai Smarandache, Belén Cuesta, Ariadna Gil, Luis Bermejo, Manuel Bandera, Daniel Mantero, Carlos Urban, Pablo Gómez
- Productora
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Coproducción Rumanía-España-República Checa; Libra Film / Cercanias AIE / La Claqueta PC / Evolution Films / Tito Clint Movies
- Género
- Drama. Romance | Inmigración
- Sinopsis
- Adrian es un poeta rumano que llega ilegalmente a España en 2002. Sin papeles, comienza a trabajar como vigilante nocturno en la tienda de un lugareño, Rafael, y su vida dará un giro cuando conozca a María, que toca la guitarra en un grupo de jazz.
- CRÍTICA DE JESÚS MUÑIZ-RIMADA
Tudor Giurgiu se traslada a España para realizar su cuarta película, bajo el título de Parking. Esta cinta rumana se ambienta en Córdoba, sobre todo, con un guion del propio Giurgiu y Marin Mălaicu-Hondrari. Para comenzar, el libreto presenta a Adrián, un poeta rumano que navega entre los frentes que se abren ante un futuro incierto y una situación irregular. Gracias a una narrativa introspectiva, consigue que el espectador entre en el universo de su protagonista y pueda sentir esa contradicción del sabor agridulce de la soledad. No obstante, lejos de introducirlo como una víctima de la inestabilidad, lo hace ser un agente activo, que recorre su propia experiencia, llena de claroscuros. Añadido a ello, hay un colofón final lleno de movimiento y acción, pero sin dejar la carga sentimental que dota de mayor profundidad, lanzando ese mensaje de la universalidad de la emoción.
Por lo cual, el espectador se encuentra ante una película que no busca dramatizar sobre la situación de los inmigrantes ilegales, sino que se mete ante una oda alejada de la romantización de la tragedia. Mientras que muestra una situación complicada como son las condiciones de vida de Adrián, luego se equilibra con las experiencias cumbres y luminosas que azotan su vida. Asimismo, se han creado unas líneas en paralelo, que convergen perfectamente en la historia principal. Un ejemplo de ello son las relaciones interpersonales que se establecen entre los personajes, llenas de sinceridad y sencillez. Sin embargo, en varias partes de la película hay cierta intención moralista sobre la situación de la inmigración, sin atreverse a ponerlo totalmente sobre la mesa, por lo que queda a medio gas y no termina de explotarse positivamente. Por lo tanto, no consigue redondear el resultado del libreto.
Una película como Parking lleva a un reparto que se deshace de florituras, para acercarse a una interpretación más realista y coherente con esa crudeza escénica. De esta manera, Mihai Smarandache se convierte en el máximo protagonista, poniéndose en la piel de Adrián. Por un lado, ofrece un retrato certero, real y lleno de una verdad que se escribe en su propia expresión, pero, por otro, se percibe una necesidad de mejorar la dicción en algunas partes de la película. Por esta razón, hay momentos que pueden ser difíciles de entender para el espectador. Luego, Luis Bermejo está excelente, tiene una facultad para dar realismo a su trabajo. Además, sabe manejarse entre mareas de intensidad en todo momento. A ello se suma la química que desarrolla con Smarandache, formando un dúo orgánico y en el que la energía fluye.
Después, nuevamente Belén Cuesta demuestra ser una de las grandes revelaciones del cine español en los últimos años. Tras “La trinchera infinita”, donde se catapultó en el género del drama, en este film vuelve a demostrar la versatilidad que tiene en pantalla. En ningún momento utiliza recursos vistos ya antes y tiene una fuerza que hace que su personaje sea un atractivo total para el público. Es más, gracias a ello hay un equilibrio y un dinamismo espléndido. Además, se puede ver perfectamente la calidad de su trabajo en lo expresivo y en la escucha con el resto de compañeros. Y es imposible hablar de esta cinta sin nombrar a Ariadna Gil, la cual regala al espectador una interpretación dulce y tierna, pero con una fragancia de pesadumbre que enseña las luces y sombras que recorre su personaje. Un reparto coral tan apropiado como verosímil.
La manera de llegar a Parking es a través de una mirada sencilla, que se ve confeccionada a su medida con una dirección fotográfica interesante. Lejos de seguir el estándar académico sin pretensiones innovadoras, la cámara se maneja en un ambiente en continuo movimiento. Pero, además, hay una disposición de utilizar el lenguaje visual para explotar el sentimiento y la emoción en pantalla, sin necesidad de recurrir al diálogo constantemente. Luego, a ello se une una dirección artística minimalista que se equilibra con una elección de exteriores brillantes, en especial, esos guiños a Candás, con un despliegue de los escenarios naturales asturianos. De alguna forma, es una manera de contrastar con la realidad asfixiante que se plantea en el escenario principal. Gracias a esa confrontación de realidades, se capta de una forma creativa el microuniverso en el que vive el protagonista.
Sin embargo, la construcción de la composición sonora parece algo desbocada. Por una parte, no se ha hecho un arreglo de sonido que permita una regularización de los niveles de volumen, escuchándose más los efectos de sonido y el hilo sonoro ambiental que la propia voz de los actores. Además, hay partes en las que se llega a hacer complicado entender todo el diálogo. Realmente, es una pena, dado que en caso de haberse realiza de una forma bien consolidada, hubiera lucido el trabajo que hay detrás. En cambio, la iluminación y la elección de la simbología obtienen una calidad asombrosa, en especial, por una sinergia artística que cautiva al público. En definitiva, tiene una creación viva, que, en ocasiones, se diluye y no termina de encontrar el punto de confluencia equilibrado de los atributos significativos audiovisuales. Aunque, a pesar de ello, el resultado global es íntimo y efectivo.
Parking es una película que entra de lleno en las entrañas de la incertidumbre del recién llegado, del extranjero en una tierra llena de misterios. Con un guion sentimental, recorre una sencillez que muestra las relaciones interpersonales sin dejar esas incógnitas que asolan la vida del protagonista. Aun así, hay ciertos puntos que no terminan de arriesgarse al exponerlos y se quedan en una estructura algo más encorsetada. Por suerte, hay cercanía en el discurso principal, incluyendo el colofón final del clímax.
A nivel interpretativo hay una verdad en su reparto coral que brilla en todo momento, aunque Mihai Smarandache tiene algún que otro problema de dicción. Luego, la disposición de los elementos expresivos audiovisuales tiene un significado potente, donde hay ese efecto íntimo, dinámico y con un manejo de la imagen muy cuidado. Un viaje del exterior hacia el interior, donde encontrar la meta se encuentra en la propia sensibilidad del sentir.