Ciencia-ficción | 116 min. | USA 2016
Título: Passengers.
Título original: Passengers.
Director: Morten Tydlum.
Guión: Jon Spaihts.
Actores: Jennifer Lawrence, Chris Pratt, Michel Sheen, Laurence Fishburne.
Estreno en España: 30/12/2016
Productora: LColumbia Pictures / Lstar Capital
Distribuidora: Sony Pictures Spain.
Sinopsis
En un futuro no muy lejano, la humanidad se ha visto obligada a salir en busca de nuevos planetas que colonizar. Esta travesía supone un largo recorrido por el espacio, haciendo imposible viajar despierto, pues su duración es de 120 años. Tras muchas negociaciones, los altos mandos de la Tierra deciden enviar a un grupo de 5.000 pasajeros a una colonia lejana, que se trasladarán en un estado de sueño inducido dentro de una nave espacial. Los problemas empiezan cuando, debido a una avería en las cámaras de sueño, el fallo de funcionamiento provoca que un pasajero despierte de su hibernación 90 años antes de llegar a su destino. Desesperado al comprobar que su proceso de criogenización ha fallado, Jim Preston (Chris Pratt), un joven mecánico, comienza a dar vueltas a la perspectiva de envejecer y morir absolutamente solo. Tras reflexionar, decide que prefiere tener compañía.
Crítica
Passengers cuenta una historia ya visitada, probablemente la más explotada y, sin embargo, aún fundamental: chico conoce chica. Alejándonos de las circunstancias de ese encuentro, lo cierto es que Passengers narra una historia de amor, situándola en un entorno futurista y tomando elementos de otros clichés exitosos de la gran pantalla: desde el náufrago presente en el imaginario popular como un desaliñado Tom Hanks, hasta los entornos de ciencia ficción implantados de forma insuperable por Kubrick en 2001: una odisea en el espacio.
Nada de ciencia ficción
Si bien todo su aderezo nos trae al mundo ya establecido por el género, la película carece de uno de los elementos fundamentales de la ciencia ficción: la crítica o referencia al presente a través de un relato situado en el futuro. Nada tiene que ver con 1984, la cual contenía aquel demoledor discurso contra el fascismo, o Blade Runner y su profunda reflexión existencial (aplicable al ser humano de cualquier época). Passengers no alberga un discurso en segundo o tercer plano, ni siquiera intenta contar mucho más de lo necesario acerca de la sociedad futura en la que establece la acción.
Es, sin rodeos, una historia de amor, la cual ha sido tratada de forma preferente, para bien y para mal según los momentos de la película, pero poniéndola al frente y haciendo que este amor sea más importante que el resto de elementos añadidos, y más grande que la propia nave que lo contiene.
Ritmo y emoción
Las dos claves que mantienen la atención del espectador, que dan vida a cualquier película y que aseguran el mantenimiento de la empatía que asegura el disfrute de la experiencia fílmica son éstas: ritmo y emoción. Sencillas de recordar, pero en ocasiones muy difíciles de aplicar. Cuando una o ambas faltan la película muere en esa parte, y sin su recuperación a tiempo puede significar la pérdida total del espectador.
Passengers busca a dos personajes que son presentados en pocos minutos, de forma eficiente y correcta, pero les sigue dando tiempos completamente desmesurados que apenas explican nada nuevo (peor aún, a veces repiten información). Escenas sin un claro propósito cuando aún no se ha conseguido una plena conexión con los personajes y minutos estirados que subrayan conceptos ya comprendidos provocan esos tiempos muertos que desmerecen el producto final.
Esto, combinado con una trama secundaria a la que apenas parece dársele importancia (sus efectos afloran en segundos contados, de forma esparcida, y no tienen repercusión en sus personajes) provoca esa sensación de no saber en muchos momentos cuáles son los obstáculos y el objetivo planteados en la trama.
Encajar todo al final, y por azar
Determinados giros poco consistentes acaban intentando juntar estas piezas en un final en el que, esta vez sí, todo funciona como debe ser en el cine: se ha establecido esa empatía con los personajes, la película gana ritmo y sabemos el objetivo y los obstáculos a resolver en todas las tramas. Esto provoca un tercer acto sorprendente que mejora notablemente lo visto anteriormente, y deja con la sensación de que, si se hubiera establecido antes esa situación, podríamos hablar de una magnífica historia tan sobrecogedora como el propio espacio exterior.