Comedia | 79 min. | España | 2019
Título: El Plan.
Título original: El Plan.
Dirección: Polo Menárguez.
Guión: Polo Menárguez (Obra: Ignasi Vidal)
Intérpretes: Raúl Arévalo, Chema del Barco, Antonio de la Torre.
Estreno: 21/02/2020
Productora: Capitán Araña.
Distribuidora: Fílmax.
Sinopsis
La historia de tres perdedores. Paco (Antonio de la Torre), Ramón (Chema del Barco) y Andrade (Raúl Arévalo), tres amigos que llevan en paro desde que la empresa de seguridad en la que trabajaban cerró para siempre. Un día cualquiera, a las 9 de la mañana, estos tres hombres quedan para ejecutar un plan. Sin embargo, una serie de contratiempos les impedirán salir de casa, hasta que poco a poco comienzan a verse envueltos en una serie de incómodas discusiones que irán derribando sus muros y arrancarán sus máscaras, cambiando para siempre su larga amistad.
Crítica:
Desde la clausura de tres hombres en un piso de barrio periférico madrileño, Polo Menárguez, adaptando la obra de teatro homónima de Ignasi Vidal, pretende desentrañar una variedad de masculinidades tóxicas, en mayor o menor medida, ejemplificando actitudes y posturas que lamentablemente aún forman parte de nuestra realidad por convención. Menárguez narra la truncada mañana de un grupo de parados que se dispone a ejecutar un plan indeterminado para sobrellevar su crítica situación, pero sufren la avería del vehículo con el que debían llevarlo a cabo. Este hecho es la excusa para encerrar a sus personajes y que estos, como manda toda pieza de cámara, terminen revelando un cúmulo de secretos, mentiras e intimidades que los dejan en la desnudez más vulnerable.
“ Bajo el manto de unas suaves pinceladas y un estilo propio se proyecta un canto a la libertad en tiempos de opresión".
El plan empieza como una comedia de colegas y va virando hasta el drama áspero por medio de las distintas conversaciones. Con ecos del Roman Polanski más claustrofóbico y, en especial, Un dios salvaje por la oscuridad que enmarca la risa, la cinta también coquetea con el drama laboral de Glengarry Glen Ross (James Foley, 1992), imponiendo la presión del tiempo sobre los personajes.
Tanto Vidal como Menárguez saben qué referentes y elementos tomar, pero a la hora de realizar la mezcla la potencia se diluye, quedando en un drama laboral endeble y una comedia dramática de personajes tópica en sus situaciones, algunas de las cuales forzadas para lograr una concatenación de factores más o menos discutible. Tampoco ayuda un irregular conjunto de diálogos, abarcando desde la ocurrencia genuina al lugar común, pieza clave en una propuesta que fía todo a la palabra en todos los sentidos. Porque el texto va por delante de la estética, en una puesta en escena muy funcional a la que le falta nervio. Por el contrario, la vida a la película la insuflan ese trío de actores formado por Antonio de la Torre, Raúl Arévalo, ambos en papeles cómodos de esos que saben interpretar perfectamente, y la revelación de Chema del Barco, en el personaje más indefinido, pero a la vez más sorprendente. Con ellos tres, es imposible el fracaso absoluto.
El plan termina funcionando como película de amistad, pero fracasa a la hora de indagar en esas masculinidades frágiles, ya que se mueve en un terreno superficial y poco original al respecto, lo que impide suscitar una reflexión más interesante de la que acaba ofreciendo. Interesante planificación derivada en una ejecución fallida, una comedia con la que no reír, no solo por el trasfondo amargo, sino por la falta de chispa general.