viernes. 22.11.2024
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SOLO UN METRO DE DISTANCIA

Sólo un metro de distancia, de Antonio C. Guijosa - Crítica - Cinemagavia

Ficha artística

Texto y dirección: Antonio C. Guijosa
Reparto: Beatriz Grimaldos, Ana Mayo, Muriel Sánchez, Camila Viyuela
EScenografía y vestuario: Mónica Teijeiro
Diseño de iluminación: Daniel Checa
Diseño de sonido: Mar Navarro G.
Arreglos musicales: Toni M. March
Prensa y comunicación: María Díaz
Distribución: GG Producción y distribución
Ayudante de producción: Paloma de Pablo
Fotografías de escena: Moisés Fernández
Fotografiía de cartel: Marc de Cock-Buning & Merysú de Cock-Buning
Diseño gráfico: Marisol del Burgo

La semana del 1 al 6 de febrero, el público pudo acudir a la Sala Negra de los Teatros del Canal para ver Solo un metro de distancia, una obra sobre el autoperdón, las consecuenccias pasadas y las secuelas de un acto que acompañará a la protagonista de la historia, mujer que reprensenta y personifica a muchas tantas que han sufrido el dolor que ella lastra desde su infancia: el abuso y la violación de un padre hacia su infante hija.

Para recrear la función han necesitado únicamente de un escenario escueto y acogedor, cuatro sillas, un telón de fondo y un imperante cuarteto de actrices –Ana Mayo, Beatriz Grimaldos, Camila Viyuela y Muriel Sánchez– que interpretan de manera simultánea y coordinadamente tanto a los personajes –psicóloga/amante, hermana, víctima– como a la voz de la conciencia, la guía del pensamiento propio de una obra que avanza a través de recuerdos, fantasmas del pasado, promesas, remordimientos y la súplica de un perdón y una culpa que tardan en reconocerse. 

Solo un metro de distancia»: Melodrama contemporáneo

La manera con la que se representa nos hace imaginarnos lo que está sucediendo, los mensajes y pensamientos que proyectan las cuatro protagonistas funcionan como voz en off de nuestras mentes para comprender el devenir y la acción de la historia de una víctiva que afronta su dolor frente al mar, que se desgarra las venas por lo acontecido anteriormente y que conocerá durante el camino a su guía vital y espiritual. Un sendero adornado de pena, pero que también da cabida a la fiesta. Acompañada de un violín y un piano, la víctima conocerá más a fondo a la que será su pareja de baile -y sentimental-, cuya letra de la canción sonante será el himno de su cuerpo, pues por muchas balas que reciba, por mucho que la critiquen por sus actos, por mucho que quiera rendirse y dejar todo de lado, nunca caerá, todas las balas rebotarán. Porque es de titanio.

Nuestros dramas y traumas no se desvancen con la simple y típica frase de una guía de autoayuda o con un mero abrazo de consolación. Ya lo dice la obra: la culpa de que nos creamos que todo se va a solucionar de la noche a la mañana es de Robin Williams en El Indomable Will Hunting, ese psicólogo que banaliza y que disuelve nuestras visicitudes por arte de magia . Y es que todos hemos tenido a un Robin Williams -o lo hemos llegado a ser- en nuestras vidas, que se cree que con darnos un golpecito en la espalda es suficiente para eclipsar el grave problema que lastra la persona que tiene enfrente.

Sólo un metro de distancia, de Antonio C. Guijosa - Crítica - Cinemagavia

En definitiva, para el que escribe estas líneas, Solo un metro de distancia es una intensa y minimalista obra cambiante –tanto de roles como de pensamientos– que alterna la mirada de autocomplaciencia con gritos de desesperación que empujan a la víctima a dar el paso que nunca se atrevió a dar. O mejor dicho: que nunca supo ver al sentirse siempre presa de su propia –e inexistente– culpa.

Solo Un Metro De Distancia: Titanium