El contador de cartas
Cartelera España 29 de diciembre
Título original
- The Card Counter
- Año
- 2021
- Duración
- 112 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
-
Paul Schrader
- Música
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Robert Levon Been, Giancarlo Vulcano
- Fotografía
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Alexander Dynan
- Reparto
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Oscar Isaac, Tye Sheridan, Tiffany Haddish, Willem Dafoe, Bobby C. King, Alexander Babara, Marcus Wayne, Don Lay, Britton Webb, Hassel Kromer, Marlon Hayes, Justine Salas, Sherri Piper, ver 5 más
- Productora
- Coproducción Estados Unidos-Reino Unido-China;
Focus Features, HanWay Films, LB Entertainment, Astrakan Film AB, Bona Film Group, Convergent Media, Enriched Media Group, One Two Twenty Entertainment. Distribuidora: Focus Features
- Género
- Drama | Ejército. Juego. Póker
- Sinopsis
- William Tell (Oscar Isaac) es un exmilitar y jugador profesional de póker. Su meticulosa vida se trastoca cuando se le acerca Cirk, un joven que busca ayuda en Tell para ejecutar su plan de venganza contra un coronel militar.
- CRÍTICA
Este año ha sido un gran año cinéfilo. Magnífico me atrevería a decir. En 2021 nuestras salas se han inundado de interesantes y diferentes propuestas, desde inteligentes e ingeniosas comedias –Palms Springs, Beyond the infinite two minutes–, demoledoras cintas bélicas de extremo dolor y empatía –Queridos Camaradas, Quo Vadis, Aida?– y reflexivos dramas sociales y/o familiares –Nomadland, Another Round, Madres Verdaderas, Blue Bayou–, hasta trabajos hipertensos y ultrahipnóticos –Annette, Titane, Valhalla Rising–. Y es aquí, en este último bloque, donde se encontraría la última e inquietante pieza que nos regala Paul Schrader. Efectivamente, el año termina con una obra mayor, y es que el cine todavía nos tenía guardado un As bajo la manga.
El que dirigiese First Reformed vuelve a encogernos y atraparnos con una obra de redención envuelta en una atmósfera penetrante e hipnótica, nos introduce en una especie de ejercicio cognitivo, tan realista y somnífero como práctico y solipsista –todo ello a través de un pensamiento en forma de voz en off que refuerza todo el conjunto– donde nos muestra de forma subjetiva los suburbios de la cárcel –tanto la física como la moral–. Aun no resultando tan autodestructiva y estrambótica como su anterior título, siguen presentes todos sus elementos fuertes, menos acentuados, más compactos e igual de ensimismados; todos ayudan a conformar una moral reflexión interna que va incrementando hasta desembocar en una catarsis vengativa.
The Card Counter se mueve por rincones donde el espectador ha transitado dentro del universo Scorsese –habitaciones solitarias, pubs nocturnos y casinos que comparten un aura semejante a las que hemos podido ver en un puñado de obras de Martin–, y es que se nota que el maestro neoyorquino es el productor de esta desconcertante y apabullante partida de salvación y autoayuda. Ambas figuras se retroalimentan, pues hay que recordar que Schrader fue el encargado de guionizar Taxi Driver (1976) , Raging Bull (1980), The Last Temptation Of Christ (1988) y Bringing Out of the Dead (1999). 22 años después vuelven a darse la mano, confirmando que siguen siendo una pareja de ases.
A pesar de lo que pueda aparentar, en este título que nos concierne el póker y el juego son un salvoconducto cuya principal función es la de entender el comportamiento –perfección, orden, método, temperamento– y el interno y pasado drama del protagonista, pero no es la finalidad de la historia. Es más una vía de escape, un mero pasatiempo para este purasangre que se sirve de ello con el pretexto de coadyuvar a sus dos acompañantes de este viaje en el que finalmente se librará de la cuerda, desatará tanto sus lujuriosos como sus vindicativos deseos.
En definitiva, para el que escribe estas líneas, con The Card Counter Schrader se reafirma como el gran guionista y magnífico creador de atmósfera hipnótica que es. Muestra todas sus cartas –envolvente magnetismo, redención autoexplosiva, mensaje moral sobre la condición humana, voz en off– en una apresada obra que se mueve por rincones donde ha transitado el mejor Scorsese. Paul apuesta y no solo gana, triunfa.