Drama | 104 min. | Reino Unido 2015
Título: The Lady in the van.
Título original: The Lady in the van.
Director: Nicholas Hytner.
Guión: Alan Bennett.
Actores: Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Clare Hammond.
Estreno en España: 08/04/2016
Productora: BBC Films / TriStar Productions.
Distribuidora: Sony Pictures.
Sinopsis
Un buen día, la señorita Shepherd, una mujer de orígenes inciertos, aparca su furgoneta en una acera de Londres, en el acceso a la casa del escritor Alan Bennett. Lo que al principio iba a ser algo temporal, un favor a regañadientes, se acaba convirtiendo en una relación que cambiará las vidas de ambos. Y es que la señorita Shepherd se quedó a vivir allí durante 15 años.
Crítica
Vehículo (nunca mejor dicho) al servicio del buen hacer de la muy veterana y estupenda actriz inglesa Maggie Smith (Los mejores años de Miss Brodie, la saga Harry Potter), The lady in the van (que le hubiera costado a los distribuidores estrenarla con el título de La mujer de la camioneta, si a fin de cuenta se va a proyectar en castellano en todos lados menos en algunos cines de Barcelona y Madrid) se trata de una pieza de arraigado corte teatral escrita por el afamado dramaturgo inglés Alan Bennett, quien tiene entre otros logros haber firmado los libretos de películas tan interesantes como La locura del Rey George (ganadora de un Oscar en la categoría de mejor dirección artística); Función privada o The History Boys.
La acción nos sitúa en un pequeño barrio de la periferia londinense, lugar donde va a parar una anciana vagabunda con su destartalada camioneta donde vive. La pobre, en ambos sentidos de la palabra, va dando tumbos de acera en acera colocando su improvisado hogar delante de los portales de los soliviantados vecinos, que no ven la hora de que se vaya para otro lado aunque en su falsedad entiendan que deben ejercer de buenos samaritanos.
El tono de la película se mueve entre la comedia amable y el melodrama sensiblero.
Y en estas que la protagonista topa con un afligido escritor que ve en ella la posibilidad de que se le aparezcan las musas que parece que hace tiempo le han abandonado y que no le permiten escribir con la holgura necesaria. Así que le deja estacionarse enfrente de su casa durante un tiempo prolongado para poder ir analizando junto a un amigo “algo especial” la figura misteriosa de esta mujer que ha decidido evacuarse de todo y de todos y acabar sus días sumida en la miseria más absoluta.
El tono de la película se mueve entre la comedia amable y el melodrama sensiblero. Al desarrollo del argumento no le ayuda en demasía el carácter academicista que se insufla a cada escena, pesándole en muchos momentos su origen teatral. Hay mucho diálogo y poco cine, para entendernos.
Lo más interesante de la propuesta, sin embargo, se encuentra en esos pocos momentos en los que el silencio cobra importancia.
Lo más interesante de la propuesta, sin embargo, se encuentra en esos pocos momentos en los que el silencio cobra importancia o se ve interrumpido por una serie de recuerdos musicados, como por ejemplo la secuencia en la que Margaret, o Mary Shepard como se le conoce en el suburbio donde mora de manera temporal, entra en una iglesia y se queda extasiada ante la evocadora melodía de una pieza de piano.
Maggie Smith tiene la capacidad de dotar a su personaje de un fuerte sentido de la determinación y de una ira regia que la aleja de la cascarrabias común, aunque su mirada irradie melancolía y miedo a partes iguales. A su lado, el personaje de Jennings, tan sensible y sofisticado como un escritor pueda llegar a ser, luce como pareja perfecta de quien sobrevive encallecida por las dramáticas situaciones vitales por las que ha tenido que pasar.
Los diversos flashbacks reveladores de los motivos por los que se ha llegado a una situación tan precaria son esclarecedores, y vienen acompañados de cierta crítica social hacia aquellos que deberían otorgar el perdón de Dios y sin embargo prefieren practicar con hechos aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Algunos toques de ingenuo realismo mágico hacia la parte final del film con el único objetivo de garantizar la expiación de nuestra heroína no acaban de encajar bien en el conjunto de la historia, así como cierta tendencia a exacerbar lo excéntrico de manera redundante. Desafortunadamente, la naturaleza artificial de la misma, la narración un tanto autista y esquizofrénica (las continuas conversaciones del autor con su alter ego) y la falta de carisma del resto del elenco (es curioso ver como un actor de la importancia y carisma de Jim Broadbent se anuncia como coprotagonista cuando su aparición en pantalla no pasa de ser un simple cameo alargado) son una carga demasiado pesada para una obra que hubiera necesitado otro enfoque distinto para resultar trascendente.
Con todo y con ello, la química existente entre la pareja protagonista, donde la sutileza y la compasión humana alcanzan cotas estimables, y algún que otro momento afortunado provocado por un sentimiento de culpa que va encangrenando el carácter afable de lo contado no acaban de socavar del todo la paciencia del espectador.
Eso y ver como una actriz que todavía deslumbra por su porte y elegancia en una serie de televisión tan laureada como Downton Abbey puede bajar al fango y resultar creíble en un rol tan antiestético como con el que aquí le toca lidiar.