CRÍTICA DE CINE

La vida inmoral de la pareja ideal: Inocencia no interrumpida

La vida inmoral de la pareja ideal se sustenta básicamente en una trama de enredo con el objetivo amoroso como eje principal, vehiculado por los enamorados y sus cómplices. 

Comedia | 91 min. | México 2016

Título: La vida inmoral de la pareja ideal.
Título original: La vida inmoral de la pareja ideal.
Director: Manolo Caro.
Guión: Manolo Caro.
Actores: Sebastián Aguirre, Andrés Almeida, Mayte Gil, Cecilia Suárez. 

Estreno en España: 08/09/2017 
Productora: Mr Woo Films; Panorama Global.

Distribuidora: RossCammm Films

Sinopsis

Lucio y Martina, dos jóvenes que se conocen en los primeros años de preparatoria con una química indescriptible, deciden comerse al mundo sin imaginar que el destino y la sociedad les tendrán preparada una sorpresa que los separará, sin imaginar que 25 años después serán los mismos juegos de la vida los que los reencontrarán en circunstancias muy diferentes 

Crítica

Dentro del panorama revisionista y nostálgico del cine actual, existe una vertiente que, en lugar de reactualizar los géneros cinematográficos al presente, opta por desvincular sus obras de la época y apostar por la entrega a la pureza de los mecanismos de los filmes románticos. Porque La vida inmoral de la pareja ideal se sustenta básicamente en una trama de enredo con el objetivo amoroso como eje principal, vehiculado por los enamorados y sus cómplices. Esto hace que el film, como si se tratara de una burbuja, resulte absolutamente atemporal, ya que queda desprovisto de una vinculación contextual relevante (más allá de sus excesivamente acentuadas referencias musicales) y crítica, en pos de una celebración del código romántico ya practicada por Manolo Caro en sus obras anteriores.

El hecho de que la evasión y la copia respetuosa con la tradición sean la bandera de su cine conlleva una doble cara (seguridad en el material y poca capacidad sorpresiva).

El hecho de que la evasión y la copia respetuosa con la tradición sean la bandera de su cine conlleva una doble cara (seguridad en el material y poca capacidad sorpresiva) que bien podría languidecer el conjunto. Ciertamente, La vida inmoral de la pareja ideal no es innovadora en su planteamiento, y mucho menos en su desarrollo, pero es consciente de su naturaleza como herencia clásica de los romances del cine de estudio. No se entretiene en experimentos narrativos –más allá de un juego temporal entre dos épocas que dinamizan la construcción del relato- y, en su garantía, aún contiene alicientes para resultar medianamente atractiva: el apetecible vodevil inicial que propone, diálogos decentes para el género con algún momento inspirado, cierta competencia interpretativa –especialmente, las figuras femeninas-, etc. 

También cabe mencionar la preponderancia que tiene el amor en el film, arteria que devora la trama del film y deja en un según lado la comedia, con lo cual no nos encontramos ante un habitual insufrible producto humorístico-romántico que, en su afán de acumular gags, se agota y se vierte en los terrenos de la vergüenza ajena. Caro, en su lugar, tiende a dejar espacios para la ternura y la reflexión melancólica –de profundidad limitada, eso sí-, porque la historia de fondo tiene un halo triste y frustrado que prefiere ser tratado con cautela, más que con sorna. Por esto, su sencillez y falta de ambición no supondrían un impedimento para resultar un film notable en sus parámetros. Lo que sí que debilita la película de cumplir con este propósito es su desarrollo inconsistente, palidecido en su desenlace y con algún que otro cabo suelto, y, sobre todo, en la caracterización de sus personajes. 

Se anhela un mayor grado de madurez en sus protagonistas, teniendo en cuenta la etapa vital en la que se encuentran y el devenir de su historia, y el dibujo de un perfil en varios secundarios que trasciendan la mera funcionalidad y obtenga un recorrido que no tiene marcado a lo largo del film. Por otro lado, el estilo de Caro se mueve en la corrección formal, pero las ganas de homenajear a sus ídolos le inducen a determinados tics de dudoso gusto: la excesiva presencia de los temas musicales en las escenas a lo John Hughes, o la sobreactuación de algunos intérpretes como Paz Vega con el fin de llegar a una exageración costumbrista almodovariana mal calibrada.

Ante sus incuestionables hándicaps, si el espectador prefiere tomar una posición racional frente a ella, para nada la disfrutará. Si, por el contrario, acepta la ingenuidad del género y el pacto con Caro, no encontrará acidez, pero si un inocente entretenimiento que respeta dignamente a su público y con algún apunte con gracia. Sólo depende de si ese día se está de humor para dejarse engatusar por la idealización romántica más clásica, que el cine viene predicando toda la vida con una efectividad que sigue persuadiendo a la mayoría.