SE PRESENTARON TÍTULOS COMO LIBERTÉ, EL JOVEN AHMED Y EL SOPAR

Crónica del 3º día del SEFF Festival de Cine de Sevilla

Nuestro tercer día de festival parece marcado por las elecciones generales con propuestas demasiado políticas que solo salva una interesante propuesta de Rita Azevedo Gomes.

Hay veces que nos da que pensar que hay una mente maquiavélica detrás de la programación del festival, solo así se puede entender que tengamos como primer pase de prensa del día Liberté de Albert Serra que prosigue con ese cine de disfraces y pelucones con el que parece que más bien estemos bien el Brácula del gran Chiquito de la Calzada (y ojalá fuese así).

 

En su lugar lo que encontramos es una película de muertos vivientes con la líbido por las nubes pero cuyo erotismo es nulo a pesar de recurrir constantemente a los dispositivos de la mirada y querer evocar de forma fallida desde el Marqués de Sade a Apollinaire poblando ese bosque de libertinos desterrados de sexo descontrolado, sadomasoquismo y parafilias como la lluvia dorada que a estas alturas nos parece de lo más simple y de provocador de baja categoría para alguien que se las da de más.

 

 

Nuestro pensamiento final es que Serra ya habrá vendido la idea a los museos y críticos que le ríen las gracietas (a expensas de que alguien le baje un poco los humos alguna vez) y ofrecerá su versión extendida de doce horas o incluso en una performance a la vista de todo el público.

No mejora mucho la cosa con nuestro segundo pase, El Joven Ahmed de los Hermanos Dardenne, que hace tiempo que dejaron de ser aquellos directores centrados en la forma (bressonianas) más que en el discurso (o al menos que la forma mejoraba a este) a, como le sucedía a Guédiguian en la jornada de ayer, necesitar poblar su relato de problemas para controlar a sus personajes y dejar poco aire para que respiren.

 

 

Cine de urgencia y marcado por los tiempos que corren con la historia de un joven que se ve entre las diatribas propia de su edad unidas a la radicalización yihadista que va sufriendo y cuyo final inverosímil para la historia (otra manipulación más de mal guionista) lastra la película.

 

La sesión de tarde comienza con otra película del ciclo dedicado a Pere Portabella con El Sopar (1974-2018) con una serie de entrevistas a varios ex-politicos presos justo el día en el que Salvador Puig Antich fue ejecutado por garrote vil.

 

Rodada en una tarde-noche en la absoluta clandestinidad y en una casona a las afueras de Barcelona, la película funciona como documento de una época de represión y mediante la intervención de sus participantes se tocan temas como la propia concepción de preso político, su salida y reinserción tras salir de prisión o la situación de las mujeres que son presas políticas y su diferenciación con respecto a sus compañeros.

En 2018, el documental fue extendido con una adenda donde habla el abogado de Puig Antich y nos muestra su informe y, con unos carteles finales innecesarios traicionan al propio filme donde se relaciona la situación de los presos políticos de 1974 con la de los políticos presos por el asunto por el juicio del Procés. Bastaba con escuchar a aquellas víctimas de 1974 para comprender que la situación y su concepción nada tiene de parecido con la actual.

 

Con Sons of Denmark del debutante Ulaa Salim en un thriller sobre el ascenso de la ultraderecha en Dinamarca tras un atentado Islamista en Copenhague (casi como vivir el recuento electoral dentro de la sala de cine) que empieza regular, prosigue con cierto interés pero acaba muy mal por culpa del exceso de pretensiones y efectismos del director y su guión.

 

Lo interesante y poco aprovechado de la película es la progresiva influencia que va ejerciendo sobre el protagonista interpretado Zaki Yousesef las continuas escuchas y visionados de actos violentos por parte de un grupo ultraderechista llamado Hijos de Dinamarca y que poseen cierta influencia depalmiana en el uso de los dispositivos como forma de control y manipulación. Sin embargo, el director parece más empeñado en mostrar fuegos artificiales, tal vez como carta de presentación para Hollywood. Algo más de contención y sobre todo, eliminar por completo el Lacrimosa de Mozart (demasiado utilizado ya) hubiesen mejorado considerablemente el filme.

 

Tras tanta sobrecarga socio-política de hoy es un alivio que con Danses Macabres, Squelettes et Autres Fantaisies de la gran Rita Azevedo Gomes podamos limpiarnos las retinas y los oídos (qué gran selección musical) con esta serie de entrevista, más bien masterclass del escritor, crítico de arte y filósofo Jean-Louis Schefer sobre la historia de las danzas macabras y su influencia con el tiempo en la cultura.

 

 

Así, de la mano de Schefer nos vamos adentrando en los inicios de estas danzas mortuorias que aparecieron en Europa (sobre todo en Alemania y Francia) a raíz del brote de peste negra y que servían tanto de enseñanza de que la muerte llegaba a todos por igual como de advertencia de que está siempre acechandonos.

 

La pega que le ponemos tanto a Rita como al montador, que no es otro que nada más y nada menos que Pierre Léon es que no confíen del todo en el discurso del escritor y necesiten llenar la pantalla con imágenes de archivo, alguna que otra broma privada y el que consideramos el gran error de todo el metraje: la visita a un museo.