SEFF - DÍA 4
Las grandes películas del festival empiezan a dar la cara en una jornada irregular
Longa Noite, nueva película de Eloy Enciso desde aquel debut tan interesante que fue Arraianos y que pudimos ver en este festival en su edición de 2012, viene a confirmar a su director como otra de las figuras importantes de ese novo cine galego junto a Oliver Laxe y que en un año donde ha vuelto a resurgir con fuerza ese sentir cainita y centrado en la Guerra Civil del que parece que nunca vamos a desprendernos, trae esperanza, concordia y entendimiento en una película que usa la palabra para ello (no el falso discurso que pueden tener otras películas como Mientras Dure la Guerra)
Se sirve para ello de una narración episódica, casi sketches, dividida en tres partes (muy bien diferenciadas en forma y contenido) y de textos de
Max Aub, Luis Seoane, Ramón de Valenzuela, Marinhas del Valle, José María Aroca o Alfonso Sastre, además de en cartas y confesiones de presidiarios y exiliados anónimos, sin olvidar la fotografía de Mauro Hercé, muy diferenciadas entre sus partes y que en la tercera, y ya envueltos por esa noche interminable en la que parece que nunca llegará el amanecer, se vuelve misteriosa y onírica.
Tras ella, asistimos a El Reflejo de Sybil, nueva propuesta de Justine Triet que nos venía gustando desde La Batalla de Solferino y Los Casos de Victoria pero que falla en esta historia de psicóloga que deja a sus pacientes para escribir un libro no sin antes empezar a tratar a una actriz, una desquiciada Adele Exarchopoulos y sus problemas sentimentales con un actor y novio de la directora de su nueva película.
La película transcurre entre juego de espejos e identidades, escenas de sexo que bien parecen anuncios de perfume y discusiones a viva que lo único que nos hacen es recordar las vivencias del personaje de Judit Bécker en La Que Se Avecina, de hecho las coincidencias son tantas que no sabemos muy bien si la directora vio antes algunos capítulos de la serie.
La tarde es el turno para Le Voyage du Prince de
Jean-François Laguionie, un animador que, víctima de esa hegemonía que ejercen Disney y Pixar y sus animaciones digitales, aún no ha estrenado nada en nuestro país más allá de festivales a pesar de una larga carrera en el cine de animación.
Y en esta historia de planeta de simios terraplanistas al que llega un simio diferente proveniente de un país más allá de sus horizontes, el animador parece haberse rendido en parte al centrarse más en una animación digital que en los trazos artesanos que poseen sus fondos (una delicia para la vista), quizás como un intento de llegar a internacionalizarse y que esta historia de entendimiento entre culturas y de volar libertad gracias a la curiosidad y la imaginación llega a más público.
Muestra jornada de hoy acaba con El Monstruo de St. Pauli de Fatih Akin en la que recrea con todo lujo de detalles los crímenes del asesino en serie Fritz Honka en la República Federal Alemana en los años setenta.
El actor Jonas Dessler (bajo una capa considerable de látex, maquillaje y caracterización) recrea al asesino y su sucia y peculiar forma de vida que dada la espantada de la sala tras ciertas escenas (nada demasiado impresionante) nos lleva a pensar que el público actual es demasiado sensible.
Y lo es porque la película no deja de ser la versión de la RFA de aquella grotesca Henry: Retrato de un Asesino, más desmedida y que la llevan hasta puntos de ser una comedia involuntaria.