Críticas firmadas por Vicente I. Sánchez
El calendario cinéfilo de 2019 en España ha sido impresionante. Cuesta recordar un año con tanto nivel y con tantas propuestas interesantes en nuestra industria cinematográfica. Un talento que ha estado presente en todas las categorías y estilos posibles. Un ejemplo lo tenemos en los cortos. Un género que no suele dar demasiados titulares pero con el que solemos lograr un gran éxito tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Hoy me gustaría analizar dos cortometrajes que han sido nominados para la próxima edición de los Goyas. Dos propuestas que participan en categorías distintas pero que destacan por un marcado carácter social y crítico.
Carlos Violadé es el director del cortometraje “Foreigner”, nominado a Mejor Corto de Ficción. Cuesta la historia de Mark, un extranjero de vacaciones en la costa de España. El corto comienza mostrándonos una comida entre amigos, una playa, un barco, el mar… Un montón de situaciones intranscendentes que acabarán convirtiéndose en una extraña odisea. Carlos Violadé realiza un retrato muy interesante sobre la actual situación que vive Europa y España.
“Foreigner” presenta varías ideas interesantes y en sus 25 minutos de duración la historia tiene tiempo para sorprender y emocionar. La historia toma varios ingredientes y los mezcla con muy buen resultado. Carlos Violadé se presenta como un director interesante con un ritmo e intereses propios. Habrá que seguirlo de cerca.
“Nuestra Vida Como Niños Refugiados en Europa”, nominado a Mejor Corto Documental, es también un retrato muy interesante sobre los problemas que vive Europa. En este caso la directora Silvia Venegas centra su mirada en los niños y niñas que han ido llegando y han sido acogidos en distintos centros de Europa. El corto analiza como Europa está viviendo la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Han llegado hasta nuestras fronteras más de un millón de niños y algunos se encuentran aun en centros para refugiados.
Silvia Venegas centra su mirada en todos estos jóvenes que han abandonado sus países, y con ello su infancia, para realizar un demoledor retrato que los acerca hasta nosotros.
El corto se sitúa en Grecia y también se desplaza hasta Suecia, para hablar con distintos jóvenes que están en espera de obtener la residencia permanente. La cámara realiza un retrato frontal que busca conocer y entender a estos refugiados que han tenido que abandonar sus países. El resumen es que no hay grandes diferencias entre un niño de Grecia y uno de Siria. Una obviedad que no siempre tenemos clara y que nunca está de más recordar.