Último día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y como todos estos años decidimos que es mejor pasarlo viendo el cine que nos ofrece en sus pases matutinos antes que sentarnos a escuchar el palmarés. Hacemos bien, pues el palmarés de este año nos resulta incomprensible.
The Tree del portugués André Gil Mata es una historia que involucra a un niño, un anciano, la guerra y al final el mito del eterno retorno con un toque fantástico bien usado y que nos hace reflexionar.
Además es todo un reto y experiencia para el espectador, que si no entra en su juego de planos sostenidos y planos secuencia alargados, herencia de Béla Tarr podrá encontrar una obra plomiza e incomprensible y perderse una maravilla de planificación y puesta en escena sencilla (solo una casa, un bosque y un río) pero usada en todas sus posibilidades.
Viaje sensorial como aquella La Ciudad Oculta que hemos visto en esta edición, el sonido es fundamental en el filme. La sonoridad de los pasos en la nieve, las bombas cayendo, el ruido del bosque y las ramas en el suelo, nos transportan a ese paisaje invernal e infernal en ciertos aspectos.
Todo lo contrario nos encontramos con You Have the Night de Ti imaš noć, donde Sanja, una joven que trabaja en un barco regresa a su pueblo sin saber que la industria naviera que en los sesenta fue construida, ahora se encuentra en crisis.
Pesimista y dura película donde parece no haber atisbo de esperanza para la protagonista que recorre su localidad como si de una extraña se tratase y comprobando como han cambiado las cosas desde que se fue.
Su tempo desacelerado y la casi nulidad de un relato cohesionador que nos ayude a entender qué esta ocurriendo, la hacen una película difícil de digerir.
La tarde empieza con Jumpman de Ivan I. Tverdovsky, que en su tercer largometraje vuelve a utilizar como eje fundamental del relato a personas fuera de lo común como ya hizo en Corrections Class con personas discapacitadas y en Zoology, donde a una chica le crecía una cola animal. Aquí, un joven abandonado por su madre de bebe adquiere por una rara enfermedad la capacidad de no sentir dolor. Cuando su madre vuelva tras 16 años, aprovechará el extraño poder de su hijo para fines poco legales.
Crítica a la corrupción del Estado bajo un prisma fantástico, el protagonista interpretado con fuerza e inocencia por Denis Vlasenko, se convierte en un antihéroe que comienza un peligroso juego de dejarse atropellar por coches para estafar y luego encarcelar a sus dueños.
Posee un estilo realista con un toque de fantástico que lo acercan a Jupiter’s Moon de Kornél Mundruczó, y que como aquella basa toda la narración a repeticiones de la misma jugada, con pequeñas variaciones y un mejor clímax en este caso.
Posee también una cierta aura extraña y malsana provocada por esa relación materno-filial que roza la fina línea del incesto y que nos descoloca al no aportar demasiado a la historia más que un morbo innecesario.
Nuestro festival acaba con Diamantino de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt, en una suerte de parodia con mucha mala baba hacia el personaje de Cristiano Ronaldo, aquí el Diamantino del título, que en la final del mundial pierde su don para el fútbol (y ver cachorritos en el campo) a la vez que su padre muere a manos de sus dos malvadas hermanas. Lo que sigue es un descontrol de historia de espías, proyectos genéticos, corrupción política y conspiranoia gubernamental e identidad de género con el trasfondo de los refugiados en una broma con muy mal gusto.
La película quiere ser tantas cosas, tantos géneros fílmicos que se pierde en sí misma y llega a saturar. En ese sentido se acerca a esa maravilla que vimos en la edición del año pasado de este festival que fue Les Garçons Sauvages de Bertrand Mandico, pero en aquella la locura y frenesí al que se llegaba era entendible debido al tipo de propuesta que nos ofrecía el director.
Nos despedimos del festival con un sabor de boca agridulce pero a la espera de la siguiente edición donde esperemos se solventen los problemas de calidad de este año y nos ofrezcan un gran festival como el que debe de ser.