Comienza nuestro cuarto día aquí, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y lo hacemos con la nueva obra del veterano Aleksandr Sokúrov, la extraña Fairytale donde gracias a las técnicas del deepfake y las imágenes de archivo, el director reúne y pone a conversar a personajes infames de la historia como Hitler, Stalin, Mussolini con apariciones de Churchill o el mismísimo Jesucristo en un paisaje pesadillesco que nos recuerda a aquellas obras pictóricas de Gustave Doré para El Paraíso Perdido de Milton o la Divina Comedia de Dante y que parecen ser las ruinas de esa vieja europa que todos ellos se dedicaron en masacrar.
Sin embargo, una vez pasado el asombro inicial debido a la técnica novedosa y exceptuando algún pasaje más o menos inspirado y la irrupción de otros personajes como Napoleón Bonaparte, los setenta y ocho minutos que dura el largometraje se vuelven muy reiterativos circulando siempre por lo misma idea y con un acompañamiento sonora que más parece un mantra ensordecedor y cansante que verdaderamente atmosférico y desasosegante como pretende ser. Esperábamos bastante más del director de la interesante Fausto en este festival y ha sido otra más de las decepciones que llevamos en nuestras jornadas.
Más interesante nos ha parecido nuestra siguiente elección, perteneciente a la sección EFA y a la que quizás veamos premiada de alguna forma visto el entusiasmo general del público al salir de la sala. Burning Days, del turco Emin Alper que mediante las formas de thriller político denuncia la corrupción a la que se encuentra sometida Turquía y otras problemáticas como la homofobia imperante en todo el país contando la historia de un nuevo fiscal que llega a un pequeño pueblo de Turquía para investigar una serie de socavones en la tierra que están apareciendo por el extrarradio y la ciudad y se ve envuelto en una trama mucho más compleja y oscura al investigar el mismo tiempo una violación a.una joven gitana de la que él pudo ser testigo mientras el editor de uno de los periódicos locales intenta ayudarle y de paso comienza un íntimo vínculo entre ambos.
Alper sitúa a todos sus personajes en una zona de la ciudad y a medida que la historia avanza vemos como lentamente van siendo cercados y encerrados sin que puedan hacer nada para evitarlo y transformando lo que hasta entonces era un thriller en la línea de Chinatown en una especie de western donde los protagonistas se encuentran solos ante el peligro de todo un pueblo en su contra.
Como contrapunto, una innecesaria cantidad de flashbacks explicativos que molestan más que aportan algo a la trama y del cual solo el último, dónde se produce la catarsis y descubrimiento final quizás tenga sentido.
Acabamos el día con la divertida Grand París, donde Martin Jauvat, dirige, escribe e interpreta a uno de los protagonistas de esta especie de buddy movie en la línea de Colega, ¿Dónde está mi coche? en donde dos amigos (el otro es Mahamadou Sangaré) que en principio van a las afueras de París para hacer un recado a uno de los mafiosos de la zona, cambian totalmente sus planes al encontrar lo que parece ser un medallón muy antiguo con carácteres extraños.
El director controla bien los tiempos de la comedia e inmiscuye a sus personajes en reuniones nocturnas entre neones donde hay posibilidades de romance, viajes en tren (con o sin mascarilla) o asaltos a monumentos de la ciudad en busca de una respuesta al enigma del extraño objeto que poseen en sus manos. Tal vez le sobre el socorrido recurso de la pelea y reconciliación que ya es un cliché en sí mismo dentro de este tipo de películas pero la resolución final, también muy acorde con la película anteriormente citada de Danny Leiner es una buena y loca manera de acabar con todo.