Sevilla Festival de Cine Europeo-SEFF 2017. Día 7
Una jornada de sensaciones contrapuestas, entre lo mejor y lo menos malo que puede dar el festival.
Un nuevo día aquí en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Nuestra primera sesión de hoy es A Violent Life de Thierry de Peretti un drama con tintes de thriller que nos cuenta en modo de flashback como un joven estudiante acaba convirtiéndose en un terrorista de frente independista corso.
Con una puesta en escena mil veces vista en películas similares, y con su una gran escena, justo en su principio, para destacar, el filme no aburre en ningún momento, pero tampoco sobresale en nada con un apartado técnico y actuaciones correctas y que lamentamos que el director no haya sabido mejorar formalmente el material tan potente que tenía entre las manos o tampoco haya querido hacerlo, ya que se nota que entre toda la furia de sus palabras, las imágenes se muestran más sobrias y pausadas.
El pase de mediodía ha sido para Little Crusader de Václav Kadrnka, intento de émulo del Perceval de Gallois de Eric Rohmer que engaña en un primer momento con su formato cuadrado, su trascendencia impostada en sus imágenes austeras, donde predomina el blanco y sus matices y su argumento, basado en el poema épico de Jaroslav Vrchlický y en las leyendas que inspiran la cruzada de los niños, pero que a medida que van pasando los minutos nos vamos dando cuenta que todo es un mero espejismo.
El filme se pierde en la redundancia de su propuesta, la búsqueda de un padre en la edad media de su hijo que se ha fugado de casa, y lo que podría haber sido una interesante road movie medieval acaba por resultar una sucesión de pasajes que, aunque diferentes en su forma son iguales en el contenido que nos quieren expresar, repitiendo de forma incesante recursos como el uso de los niños como masa igualitaria.
La tarde empieza con Penélope de Eva Vila una libre interpretación del mito homérico y que se centra en el momento el que Ulises regresa a Ítaca tras su particular odisea mientras su amada Penélope, aquí una carismática anciana, lo sigue esperando tejiendo y destejiendo su telar para no contraer nupcias con otro pretendiente.
Pero el mito deja muy pronto espacio para lo que de verdad parece el material principal de la película: el independentismo catalán en la forma de estaladas, conversaciones en la radio o en diálogos entre la protagonista y su familia, perdiendo así todo el aire epopéyico que la cinta parecía tener en su principio.
Tras ella, A estación violenta dirigida por Anxos Fazáns es sin duda lo mejor que hemos podido ver en esta jornada. Un debut con una gran fuerza a pesar de la juventud de su directora, que además transita por terrenos más propios de obras crepusculares de directores dado el sentimiento pesimista y sin futuro para los protagonistas que recorre todo el filme.
Un reencuentro de viejos amigos cuando una de las chicas del grupo confiesa que le queda poco tiempo de vida se convierte en un repaso por los ideales, miedos y deseos de una nueva generación perdida de jóvenes donde lo único que parece tener futuro en la película es el cine, a tener de la vida de uno de sus secundarios.
La jornada termina con Sarah Plays a Werewolf de Katharina Wiss, una obra incómoda y muy experimental en su formato donde una chica, la Sarah del título, comienza a dar clases de teatro y a tener un comportamiento muy extraño a raíz de esto, aunque no sea más que la vía de escape de un terror escondido a la vista de todo el mundo.
Emparentada en cierta manera con Twin Peaks: Fire Walk With Me de David Lynch, la cinta deja a la imaginación perturbada del espectador el completar la historia que la directora va dejando a modo de detalles, de situaciones extrañas, de gestos en segundo plano, que nos ayudan a comprender el particular mundo en el que vive su protagonista y el infierno que le ha tocado sobrellevar.