La décimoséptima edición del Festival Nits de cinema oriental de Vic se celebró del 23 al 26 de julio de 2020. Año complicado para el cine en general, con aplazamiento de estrenos de muchas producciones y con medidas de precaución a causa del COVID-19. Para los organizadores el Festival ha sido un reto mayúsculo del que han salido airosos, no era fácil.
Para muchos de los que asistimos al Festival fue el retorno al cine después del confinamiento, con sentimientos ambivalentes, reservas y temores.
Había pedido la acreditación pero ¿iba o no iba? El virus rebrota. Para llegar hasta Vic tengo que pillar el tren en pleno foco pandémico. Seguimiento diario de nuevos casos en casa, en los puntos del trayecto, en la ciudad donde se celebra el festival. ¿Voy o no voy? De perdidos al río. Cargamento de mascarillas en la maleta.
Aquí estamos en Les Nits de Cimena Oriental de Vic. El lema del festival es “La cultura segura no s'atura”, que en catalán y en rima dice que la cultura segura no se detiene. Es un lema que tranquiliza. En el cartel oficial otro mensaje: el gato mascota habitual de la casa en esta edición 2020 aparece representado en el ejercicio de malabarismo clásico con platos girando sobre finos bastones. “Ajudeu-nos a fer els mínims malabarismes possibles”. Asimilado, contad conmigo.
Damos una vuelta por Vic, donde el fuet es una religión. Esa excepcional plaza mayor, siempre centro de la vida local, ahora con recordatorios de los líderes independentistas en forma de macrobanderolas desperdigadas por las fachadas (quizá con distancia de seguridad porque entre unos y otros a veces vuelan puñales, o dagas si ya nos metemos de pleno en la mentalidad festival de cine asiático).
Un festival de cine siempre es un artilugio extraño, se gesta tras meses de planificación, se desarrolla durante unos pocos días, y se despide hasta el año siguiente: las normas que rigen en la vida cotidiana no sirven para el festival de cine que sea; en especial cuando se acude a él en condición de acreditado de prensa. Añadamos más excepcionalidad: la nueva normalidad o normalidad rara.
–¿Está usted acreditada? Entre usted por esta puerta, póngase gel
--Si ya me he puesto gel hace cinco segundos cuando me he acreditado...
--No importa, estamos hablando de hace una eternidad, vuélvase a poner gel.
--Es que me están saliendo pelotillas de tanto ponerme gel.
--No importa, peor es el bicho.
--Ah, eso sí.
“Siéntese dejando la distancia de seguridad de dos asientos”. Ahí estábamos todos desperdigados. ¿El cine estaba lleno o vacío? Según Barrio Sésamo el cine está medio medio, según la normalidad rara está hasta los topes.
“Lleve la mascarilla todo el rato” ¿Es ese Quique? ¿Quién es ese que me ha saludado? ¿Esa frente, esas cejas? Ese flequillo no me cuadra. Por si acaso saluda tú también. Saludar a los amigos y conocidos a toque de codo. ¿Corrillos? Son disueltos por la brigada de voluntarios disuelvecorrillos, con amabilidad pero con firmeza. La misma brigada también debe corregir nuestra tendencia natural a apelotonarnos en las colas.
Salir de la sala de proyección en serpentín, primero salen los sentados en las últimas filas, los sentados delante de todo, paciencia, salen cuando se han vaciado el resto de la sala.
¿Cómo vota el público las películas para el clásico premio del público de todo festival de cine? Pues con un aplicativo durante la media hora posterior a la proyección. Mejor, así el voto ya sale contado de manera automática.
Entre sesión y sesión, desinfección de la sala. Cuando entramos los reposabrazos todavía están un poco húmedos; no es el sudor del espectador anterior sentado en esa butaca, ¡mendruga!, es la normalidad rara.
Buena parte del público del Festival de Vic, también acude al Festival de Cinema Fantàstic de Sitges, es decir, ver una película en las Nits significa compartir la proyección con fans de lo asíático, curtidos por maratones de todo tipo, viene a ser como ver una película con tu tía Encarna que tiene que hacerte saber en todo momento qué le pasa por la cabeza: aplausos para las introducciones como calentamiento y ya durante la proyección de la película en sí comentarios compartidos de los espontáneos y aplausos en los momentos catárticos de la historia... De momento el bicho, no nos ha quitado el espíritu festivalero.
De tres rincones del mundo
I'm living it (2019) de Hong Kong dirigida por Hing Fan Wong. Un bróker despiadado acaba en la calle, después de haber pasado por la cárcel. Junto a él otros desheredados conforman una familia sobrevenida que se ayuda material y emocionalmente. Principio amable a partir de las relaciones entre los personajes y dramón final. El protagonista es majo, pero ha sido banquero sin escrúpulos... El espectador está en la duda de si empatizar o no con él. Los valores de la sociedad china por debajo de la trama, el respeto a la voluntad familiar y el progreso social a través del esfuerzo. El alivio también al constatar que siempre hay una suegra peor que la tuya.
Friend zone (2019) de Tailandia dirigida por Chayanop Boonprakob. Taquillazo tailandés mainsteam a propósito de un pagafantas enamorado desde la adolescencia de una compañera de clase. La chica es atrevida y hace cosas un poco locas. Ella es mánager musical y él azafato y todo transcurre entre viajes por diferentes países asiáticos con paisajes paradisíacos incluidos, fiestas sociales y estudios de grabación. Fantasía y ligereza. ¿Alguien duda del final? Los románticos de la sala de cine estallan en aplausos cuando el orden lógico de los amores recupera su justo lugar. ¿Puede el personaje de Ging inspirar a las jóvenes a ser proactivas y dueñas de su vida? No, demasiado vanidosa, demasiado competitiva, demasiado occidental. Los mismos actores representan las diferentes épocas vitales de los personajes sin mayor preocupación por la verosimilitud. La escena de Palm en la caja de supermercado es digna del mejor José Mota.
Changfeng Town de China. Opera prima de la directora Wang Jing, que envía un saludo por vídeo a los asistentes a la proyección. Aplausos. Tomando el formado de sucesivos episodios o cuentos rohmerianos dibuja la vida de un entorno rural chino de los años ochenta. El efecto es sorprendente porque pareces transportada a El camino de Miguel Delibes. El chismorreo de pueblo, el grupo de niños traviesos, los amoríos reprobados por la comunidad, la vida con motes y lisiados. Además un cine de pueblo en que proyectan a Truffaut, Fellini y Hitchcock, donde Doris Day canta Que sera sera ¿Verdaderamente se proyectaban estas películas en la China de los años ochenta del siglo pasado? Pongamos que el pulpo es un animal de compañía. Seguimos. Una plaga de ratones mortifica a los adultos y es motivo de juerga entre los niños, el gobierno paga varios yuanes por cada ratón difunto; y esa es la principal presencia de la realidad comunista planificadora, por lo demás el pueblo se rige por las leyes universales de la vida de pueblo. También es un pueblo sin niñas, más allá de la adolescente taquillera del cine, objeto de deseo de los lugareños.