En un evento en que la mitad de los premiados —la práctica totalidad de los iberoamericanos— agradecieron los galardones a través de una pantalla, todos los mensajes, ya fueran por vídeo ya fueran de forma presencial desde el malagueño Teatro Cervantes, coincidieron en la importancia del cine en los tiempos que corren y resaltaron el esfuerzo del certamen por sacar adelante esta edición de forma segura.
Como decían también la periodista Celia Bermejo y la actriz Noemí Ruiz, malagueñas del equipo del festival que se encargaron de abrir la gala, a éste no se lo llevó la pandemia, sino que ha vuelto en un momento en que no siendo quizás el mejor, es más necesario que nunca.
De forma condicionada, pero con rigor para garantizar la seguridad del público, el cine se ha podido de nuevo disfrutar en Málaga, y muchas de las cintas que han pasado por esta 23ª edición se estrenarán en breve en las salas nacionales.
Mujeres, óperas primas y cine de autor
Ha sido, tal vez motivado por el aplazamiento respecto a la fecha inicial y la caída del sector a raíz de la Covid-19, una de las ediciones en que más directores consagrados han competido por la Biznaga de Oro en la sección oficial de largometrajes. Entre éstos, Achero Mañas, con Un Mundo normal, o David Trueba, con su A este lado del Mundo (cinta de enorme sensibilidad en la que destacan los diálogos con su particular humor y el uso de documentación real para dar vida a la historia), no han entrado finalmente en el palmarés, hecho público durante la mañana del 29 de agosto.
Sí lo han hecho Arturo Ripstein, que con su peculiar visión en El diablo entre las piernas ha conseguido hacerse con la biznaga como mejor director, e Icíar Bollaín que, con La boda de Rosa, película que abrió el certamen, se ha hecho con la Biznaga especial que otorga el jurado, compuesto, recordemos también, por Álvaro Brechner, Adelfa Calvo, Álvaro Cervantes, Chus Gutiérrez y Pablo Remón. Las productoras de la cinta dedicaban el premio «a todas las Rosas» y comentaban cómo los espectadores, ante la pandemia, han puesto en valor cintas con temáticas como ésta, que alcanza buenos resultados tras su estreno hace unos días en las salas españolas.
La Biznaga de Oro a la mejor película española ha sido para otra cinta de fuerte acento femenino, Las niñas, primer largometraje de Pilar Palomero, que ha pasado ya por la Berlinale. Protagonizada por Natalia de Molina (con gran éxito por su Techo y comida, con la que luego obtendría un Goya, en Málaga hace seis años), la película retrata, las contradicciones de la generación de mujeres que, a principios de los noventa y como la propia directora, eran educadas en colegios religiosos y en un ambiente conservador mientras consumían música y revistas que empezaban a abordar la sexualidad.
Por su parte, la mejor película iberoamericana ha sido Blanco de verano, historia también autobiográfica sobre una relación madre-hijo con la que el mexicano Rodrigo Ruiz Patterson se ha estrenado como director de largometraje de ficción.
La Biznaga a la mejor actriz la comparten este año la brasileña Regina Casé y la española Kiti Mánver, protagonistas de otras dos óperas primas que han llegado con fuerza a Málaga.
De un lado, Três Veroes (Tres veranos), de Sandra Kogut, también Biznaga de Plata Premio especial del Jurado de la Crítica, que la ha definido como una «película de alegría y optimismo», donde personajes como el interpretado por la brasileña Casé están llenos de fuerza y vitalidad a pesar del escenario dramático que les toca vivir.
Un rasgo que comparte con la comedia andaluza El inconveniente, debut como largometraje de Bernabé Rico que ha obtenido la Biznaga que otorga el público del Festival de Málaga y que nos presenta a una Kiti Mánver y a una Juana Acosta cómplices y magníficas ante la cámara en una historia que habla de soledad, sororidad y amistad intergeneracional.
Alberto Ammann y Pablo Echari, protagonistas de El silencio del cazador, del argentino Martín Desalvo, especie de western ambientado en medio de la selva misionera que también ha sido premiada como mejor montaje, han sido por su parte Biznaga de Plata al mejor actor Ex aequo.
Bonito…
En una edición en la que el cine del otro lado del Atlántico ha tenido gran protagonismo, incluyendo la proyección fuera de concurso en la clausura, tras su enorme éxito en Argentina, de El robo del siglo, de Ariel Winograd, son tiempos de romper barreras y conectar, mediante la emoción, a las personas.
Toca ser —lo decía la propia Kogut al recoger su biznaga— fuertes, perseverantes y creativos, como los protagonistas de las historias que han pasado por esta vigésimo tercera edición del certamen malagueño. Se trata de mirar la realidad, como afirmaba Celia Bermejo, con la certeza de que dentro de poco vendrá un cine sin mascarillas y, mientras, seguir apostando y disfrutando de nuestra cultura.
Porque la cultura cura, era el lema que hemos podido ver estos días por el Festival de Málaga, que ha homenajeado también a los sanitarios y los recordó en la propia gala y que se despidió recordando de nuevo a Pau Donés con una versión en directo del músico Pablo Checa que decía «Bonito es el arte y el cine español». Pues eso.
Escribe María Sánchez @cibermarikiya | Fotos Ana Belén Fernández y Eloy Muñoz, Festival de Málaga Revista Encadenados