CRÍTICA DE TEATRO

Daniela Astor Y La Caja Negra

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FICA TÉCNICA
 

Basada en la novela de Marta Sanz

Adaptación: Mónica Miranda

Dirección: Raquel Alarcón

Con: Helena Lanza, Laura Santos, Miriam Montilla
Diseño de iluminación: David Picazo y Pilar Valdelvira

Diseño de escenografía y vestuario: Paola de Diego

Creación y realización audiovisual: Lucía Valverde

Ayudante de dirección: Carlos Pulpón

Coordinación técnica: Béla Nagy

 

CRÍTICA
 

Hoy llegan a su fin las representaciones de Daniela Astor y la Caja Negra, una de las mejores obras que hemos podido ver en Madrid en este mes de marzo. Se trata del primer montaje de la compañía 2ProduccionesTeatrales fundada por Miriam Montilla y Laura Santos. Raquel Alarcón dirige la adaptación que Mónica Miranda ha hecho de la novela de Marta Sanz.

Quizás se trate del primer montaje de la compañía pero no hay nada de amateur en él. Empezando por las actrices. Laura Santos, Miriam Montilla y Helena Lanza  son todo menos principiantes. Las tres intérpretes consiguen movilizar todas las herramientas del actor para dar vida a un personaje: cuerpo y alma.

Son tres actrices experimentadas con técnica y talento. Técnica en sus voces, en su impecable dicción, en su expresión corporal. Talento para imprimir carácter a sus personajes, para hacerlos magnéticos, para hacernos reír y para hacernos llorar.

Muy destacable es también la dramaturgia de Mónica Miranda basada en la novela de Marta Sanz. El texto nos regala frases que retumban como un trueno: “Esta es la historia del adulto que todos los niños llevan dentro”. Sorprende la sinceridad del retrato de unas niñas de otra época que expresan con inocente naturalidad los anhelos de la infancia de su tiempo.

Desde nuestra óptica y tiempo incluso incomoda escuchar la manifestación impúdica de los deseos de Cata que hoy resultan incorrectos. Sin embargo, se trata de una niña de mediados de los años 70. Su perspectiva del mundo escapa a nuestras varas de medir. Habrá que esperar al final de la obra para unificar criterios de juicio entre Cata y nosotros. Quizás porque será ahí donde Cata conozca al adulto que todos los niños llevan dentro.

Las referencias a la cultura de aquel momento, como los vídeos de Victoria Vera, ídolo de Cata, traerán a la memoria, sobre todo a los coetáneos de Cata, aquella España ya tan lejana que nos resulta ajena y propia a partes iguales.

La directora, Raquel Alarcón, consigue que la obra tenga ritmo, que no decaiga, que las actrices den lo mejor de sí. La directora inventa recursos para solventar las dificultades técnicas que supone contar con un elenco de tres actrices que representan a varios personajes.

Si conocer la vida de Cata, su madre Sonia y su amiga Angélica basta como experiencia para el espectador, la resolución de la obra en un final conmovedor es sin duda el punto álgido de esta tierna historia que esperamos que se programe de nuevo pronto en Madrid.