CRÍTICA DE TEATRO

Electra, de Sófocles: De la tragicomedia a la sitcom

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¿Dónde?: Teatro de La Abadía (Sala José Luis Alonso)

¿Cuándo?: del 12 al 22 de enero, 2023.

Martes a sábado, 20:00 h

Domingos, 19:30 h.

 

Dirección: Fernanda Orazi

Reparto: Carmen Angulo, Javier Ballesteros, Leticia Etala y Juan Paños.

Versión: Fernanda Orazi, a partir de la traducción de José Velasco y García

Iluminación: David Picazo (AAI)

Música original y espacio sonoro: Javier Ntaca

 

No los llamamos “clásicos” por casualidad. Lo son porque necesariamente siguen interrogándonos a pesar de décadas, siglos o milenios. Sin embargo, muchas veces hace falta valentía para escucharlos de otra manera y acercarnos a ellos desde un lugar inédito. Cuando esto ocurre, la capacidad de apelación de dicho clásico mutará pero, sin duda, nunca podrá ponerse en duda la audacia de quien se atreva a buscar e interpretar donde otros no lo hicieron. Esta es la hazaña que la talentosa actriz argentina Fernanda Orazi se ha atrevido a acometer en su vuelta a la dirección: un clásico entre los clásicos, nada menos que la Electra de Sófocles.

Es la suya una puesta en escena que nos acerca al personaje y rebaja el tono mítico a un drama más humano que divino, explotando el conflicto familiar como si Orestes o Clitemnestra fueran nuestro primo Paco o nuestra tía Antonia en una cena de Navidad que se va de madre. La forma de decir el texto juega más mucho más en las lindes de lo cómico que de lo trágico, lo que consigue generar algunos momentos hilarantes como la conversación entre Crisótemis y Electra o las intervenciones del Pedagogo (Javier Ballesteros). Para ello, se emplean algunos recursos cercanos a la sitcom como el running gag, los contrastes de carácter y emociones o simplemente la repetición de una misma frase a través de los juegos con la prosodia o la entonación. Sin embargo y quizá precisamente por esa experimentación genérica, la puesta en escena cae a veces en una especie de tierra de nadie, sin alcanzar la catarsis ni por la compasión y el terror aristotélicos ni por la carcajada liberadora.

Su atrevimiento quizá sea su mayor virtud… pero también su principal escollo. Con todo, no puede negarse lo interesante (y arriesgado) de esta apuesta, que nos presenta a una Electra (Leticia Etala) que, como buena adolescente, no está dispuesta a dejarse gobernar por las expectativas ajenas y que fía toda su esperanza en un Orestes (Juan Paños) tierno, juguetón y paternalista. Ambos, ya desde el propio vestuario, son unos “niños terribles” que juegan a ser adultos al castigar a una madre (Carmen Angulo), cansada de tanto lamento y tanta libación por un padre muerto que, reconozcámoslo, tampoco es que fuera un santo. La desacralizada muerte de Clitemnestra resulta, en contraste con la indolencia de sus hijos, profundamente turbadora –como antaño– y es que Clitemnestra se arrastra para expirar en escena, ante nuestros ojos: una obscenidad que choca y la reducción al absurdo del retorcido concepto de justicia que manejaban los dioses y el fatum trágico: “Venga, mamá, que te tienes que morir”.

La dirección de actores es, como no podía ser de otra manera teniendo a Orazi a los mandos, estupenda, por lo que una siente un poco de rabia porque el experimento no haya colmado las expectativas iniciales. Destaca un Javier Ballesteros en estado de gracia (como dirían los cursis) y los múltiples registros de Etala, quien consigue contagiar su tozudo hartazgo al público.

Merece la pena acercarse a este clásico renovado para volver a verlo como nunca y comprender de nuevo cómo hay ciertos autores que siempre tienen algo que decir gracias a las directoras que saben escuchar.