Aunque los nombres de Píxar y Disney son conocidos a lo largo y ancho del planeta igual a muchos no les suena el nombre de Ed Catmull, quien en la actualidad ostenta el cargo de presidente de ámbas compañías . Cotmull cofundó Píxar junto a Alvy Ray Smith y como ilustre científico informático inventó la técnica del Z-Buffer (programa que gestiona las coordenadas de profundidad de las imágenes en los gráficos de tres dimensiones) y además ganó un Oscar Gordon E. Sawyer (reconocimiento que se le otorga cada año por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood a "un individuo en la industria cinematográfica cuyas contribuciones tecnológicas le hayan dado crédito a la industria") en 2008.
En este libro que ahora nos ocupa esta auténtica eminencia en el mundo de la animación trata de desgranar de forma pormenorizada todas y cada una de las claves que le han llevado a alcanzar el éxito empresarial en su campo. La fusión de arte, negocio e innovación (tal y como comenta George Lucas a la hora de aportar su opinión sobre la obra) ha traído como resultado después de años de esfuerzo y trabajo colectivo un triunfo de marca para quien ahora puede aconsejar desde la más absoluta de las credibilidades a todos aquellos que quieran iniciar o desarrollar un negocio y no sepa lo que les espera en el camino.
Así el escrito cumple una doble función: por un lado sirve como anecdotario de curiosidades para todos aquellos amantes del cine que quieran saber como funciona la sala de máquinas de Disney Píxar y cuál ha sido su evolución cronológica y por el otro puede funcionar perfectamente como manual para emprendedores que deseen tomar como referente un “modus operandi” que ha funcionado y de qué manera.
A parte de una escueta introducción y un epilogo dedicado a la figura de Steve Jobs, figura esencial a la hora de aportar capital y conocimiento en la época en la que Píxar germinó, ambos firmados por el propio autor, la obra se divide en cuatro partes bien diferenciadas, atendiendo cada una de ellas a un periodo concreto de la evolución de la compañía. Bajo los titulos de El inicio; Proteger lo nuevo; Crear y mantener y Poner a prueba lo que sabemos, en cada episodio se nos va contando todo lo que tiene que ver con la gestación de ese puñado de obras maestras que componen la filmografia de la productora, y a partir de ahí desarrollar innumerables pensamientos y sentencias que van desde el ámbito meramente económico hasta el filosófico y metafísico.
Si en el primer campo nadie va a poner un pero a quien ha demostrado con creces como se tienen que hacer las cosas bien hechas en el segundo si que se puede llegar a atisbar cierto punto de intención por parte del autor de erigirse en maestro espiritual de los lectores.
A Catmull no le duelen prendas a la hora de admitir que desde su modelo de negocio puede llegar a nacer una filosofía de vida y viceversa. Admite los fracasos que le llevaron a plantearse más de una vez si transitaba el camino correcto pero también deja entrever la aplicación de la mano dura cuando se necesita. Nos habla de la necesidad de que todo el mundo aporte ideas y ejerza de crítico para con los demás pero también deja claro que quien corta el bacalao siguen siendo los mandamases que al final son los que van a tener voto aunque la voz sea plural.
Por último apuntar uno de los valores máximos con que se va a encontrar quien se disponga a disfrutar de este imprescindible ejercicio de sabiduría e inspiración. Nos referimos a un último apartado con el que se cierra el libro dedicado a lo que se viene a denominar “puntos de partida”, principios por los que se rige el autor a modo de sentencias cortas en los que se dan claves para la “gestión de una cultura creativa”. Y para muestra un botón: “No confunda el proceso con la meta. Trabajar en nuestros procesos para que sean mejores, más sencillos y más eficientes es una actividad indispensable y algo en lo que deberíamos trabajar continuamente, pero no es la meta. La meta es hacer que el producto sea genial”. Amén.