Crímenes del futuro
Cartelera España 23 de septiembre
Título original
- Crimes of the Future
- Año
- 2022
- Duración
- 107 min.
- País
- Canadá
- Dirección
- Guion
-
David Cronenberg
- Música
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Howard Shore
- Fotografía
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Douglas Koch
- Reparto
-
Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don McKellar, Lihi Kornowski, Tanaya Beatty, Nadia Litz, Yorgos Karamihos, Yorgos Pirpassopoulos, Denise Capezza, Ephie Kantza, Jason Bitter
- Productora
- Coproducción Canadá-Grecia-Reino Unido-Francia;
Serendipity Point Films, Argonauts Productions S.A, Ingenious Media, Téléfilm Canada, Bell Media, Canadian Broadcasting Corporation (CBC), Ekome, The Harold Greenberg Fund
- Género
- Ciencia ficción. Fantástico. Terror
- Sinopsis
- Cuando la especie humana se adapta a un entorno artificial, el cuerpo humano es objeto de nuevas transformaciones y mutaciones. Con la ayuda de su compañera Caprice (Léa Seydoux), Saul Tenser (Viggo Mortensen), célebre artista performativo, escenifica la metamorfosis de sus órganos en espectáculos de vanguardia. Timlin (Kristen Stewart), una investigadora de la Oficina del Registro Nacional de Órganos, sigue de cerca sus prácticas. Es entonces cuando un grupo misterioso aparece: desean aprovechar la fama de Saul para revelar al mundo la próxima etapa de la evolución humana…
- CRÍTICA
El regreso de David Cronenberg a los parámetros de “la nueva carne”, ese género propio fundamentado en la relación del cuerpo con la tecnología del que él se ha convertido en el máximo exponente, podría parecer un intento oportunista de reengancharse a aquello que le ha dado un innegable estatus de autor tras años de silencio cinematográfico. Pero realmente Cronenberg ha vuelto a ella de una forma plenamente justificada, que sigue expandiendo sus conceptos en una película de ciencia ficción íntimamente ligada a problemáticas y costumbres presentes en la actualidad.
Y lo más sorprendente es que lo realiza partiendo de un guion que escribió en 1999, en plena vorágine de esa nueva carne y con ese Matrix de las hermanas Wachowski al caer, anticipándose a cuestiones e ideas que, por muy bizarras que sean en manos del canadiense, no se alejan tanto de lo existente hoy en día. Porque Cronenberg no se ha precipitado y, tras unos años con el proyecto descartado por desencanto, ha sabido vehicular su discurso cuando se ha sentido preparado y cómodo.
Crímenes del futuro abre muchos caminos de grandísimo interés a través de su historia de artistas performativos y burócratas como son los límites morales en el arte - ¿es lícito mostrar una autopsia? -; la mutación y customización del cuerpo llevada al extremo (abrirse el torso y sacarse los órganos) en el momento de la historia donde hay más personas con tatuajes en el mundo; o la apología de la fealdad en la estética en tiempos de belleza perfecta potenciada por el espejismo de las redes sociales.
Asimismo, incluye una mirada a los efectos de la contaminación oceánica con la introducción de los microplásticos en el organismo de los seres vivos, aunando este candente asunto con una parte fundamental de la trama y estableciendo hipótesis sobre qué podía conllevar la presencia de estos materiales en el interior de los humanos. Como siempre, Cronenberg indagando en la evolución humana y preguntando cómo modificará tanto los cuerpos como los hábitos.
El film funciona como regresión a los componentes característicos del cineasta, pero reconfigurados de una forma que, mientras resultan inconfundibles, parece como si fuera la primera vez que los veamos, gracias al interés de Cronenberg en seguir buceando en las posibilidades de su rico universo y al refuerzo del contexto social y planetario en el que ha realizado la película. Los ecos con otros títulos de su carrera resuenan a lo largo de Crímenes del futuro. El J.G. Ballard de Crash (1996) se encuentra en el perverso contenido psico-sexual, la función de la tecnología como extensión del cuerpo o el planteamiento de la cirugía como nuevo placer en sustitución del sexo convencional.
Pero es que además el ambiente taciturno y noir de esta ciudad medio en ruinas -no en vano, se ha rodado en Atenas-, invoca a ese El almuerzo desnudo que filmó en 1991; la maquinaria en forma de caparazón a La mosca (1986) o el elemento médico a Inseparables (1988). Está llena, pues, de autocitas sutiles que convergen armónicamente con lo nuevo que tiene que contar.
Y si la disertación e ideas de Cronenberg resultan fascinantes, cabe decir que su ejecución resulta un tanto errática, sobre todo a la hora de construir a sus personajes. La capacidad sorpresiva no falla, pero sí el foco y una cierta tensión dramática, amén de algunos cabos sueltos que no empañan el fondo, pero si debilitan la solidez narrativa.
Pero, a su favor, tiene la batuta del padre de la nueva carne que, a sus casi 80 años, sigue intacta a la hora de construir una atmosfera enigmática, fortalecida por el buen hacer de sus colaboradores habituales, en donde sobresale la inquietante banda sonora de Howard Shore. Y, paradójicamente a la artificialidad y decadencia del futuro próximo que retrata, es una obra con alma y más estimulante que gran parte de los productos algorítmicos que pueblan la ficción hoy en día, lo cual no es motivo de castigo, sino de premio.