Guerra de mentiras
Título original
- Curveball
- Año
- 2020
- Duración
- 108 min.
- País
- Alemania
- Dirección
- Guion
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Oliver Keidel, Johannes Naber
- Música
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Johannes Naber
- Fotografía
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Sten Mende
- Reparto
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Virginia Kull, Dar Salim, Thorsten Merten, Sebastian Blomberg, Michael Wittenborn, Marcus Calvin
- Productora
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ARRI Media Productions, Bon Voyage Films
- Género
- Thriller | Crimen
- Sinopsis
- Aunque ya ha buscando sin éxito armas de destrucción masiva en Irak como miembro de una misión especial de las Naciones Unidas, el experto en armas bioquímicas Arndt Wolf sigue estando obsesionado con la idea de que Saddam Hussein esconde algo. Ninguna de las personas que le rodean muestra el menor interés en esta cuestión, circunstancia que cambia de la noche a la mañana cuando un refugiado político del gobierno iraquí asegura haber estado involucrado en la creación de este tipo de armas. El Servicio de Inteligencia Federal alemán convoca a Wolf para que evalúe si la información del informante, a quien se le ha otorgado el sobrenombre de "Curveball", es o no cierta.
- CRÍTICA DE MERCEDES ARANCIBIA
«Guerra de mentiras» (Curveball), thriller de factura alemana dirigido por Johannes Naber (‘El albanés’, ‘Corazón de piedra’) y protagonizado por Sebastian Blomberg (‘El tiempo de los caníbales’), las conocidas protagonista de series televisivas Franziska Brandmeter, Virginia Kull y Dar Salim (‘Submarino’) entre otros, cuenta la forma grotesca en que comenzó la Guerra de Irak, basada únicamente en informaciones falsas, y la implicación del gobierno alemán y sus servicios secretos en aquellos acontecimientos funestos.
Aunque, como miembro de una misión especial de Naciones Unidas en Irak, Arndt Wolf, experto en armas biológicas, ya buscó sin éxito pruebas contra Sadam Hussein, sigue estando obsesionado con la idea de que el dirigente iraquí esconde algo. Cuando empieza a desistir de que le crean, la aparición de un refugiado iraquí, quien se presenta como ingeniero químico involucrado en la creación de aquel tipo de armas, lo cambia todo. La inteligencia alemana pide a Wolf que evalúe si es cierta la información proporcionada por el refugiado -a quien se ha asignado un estipendio y se ha dado el nombre de Curveball- lo que significaría un triunfo de los servicios secretos alemanes sobre la CIA estadounidense.
Aquí nosotros vivimos muy de cerca la anécdota de esta historia, cuando un nada creíble presidente Aznar intentó hacernos tragar la historia del ántrax que el dictador iraquí Hussein guardaba en sus bodegas, para arrojarlo sobre el Occidente infiel. Recordemos que lo hacía para «salvar su culo» como se dice vulgarmente –que perdió al año siguiente- y justificar la fotografía del «trío de las Azores», en la que se había colado vergonzosamente.
Lo mismo que a los adláteres de un George W. Bush empeñado en colgarse medallas de guerra, a los agentes de esta película alemana les faltan las pruebas; las pruebas que nunca aparecieron, y que hoy ya se consideran inexistentes, pero que sirvieron para justificar lo injustificable: no solo una guerra cruel con millares de víctimas civiles, sino los diferentes intereses de los servicios secretos de varios países, los propios gobiernos, los vendedores de armas pesadas y los famosos «contratistas», que no son otra cosa que mercenarios vendidos al mejor postor del momento.
Y así, poco a poco, «una historia interpretada se convierte en realidad y la mentira se transforma en verdad. Una verdad que desencadena una serie de acontecimientos y que cambia para siempre el paisaje político mundial».
En esta película todo tiene un aire falso, quizá porque esa historia de mentiras ya ha quedado resuelta para la historia, y porque nunca hasta ahora supimos nada de la implicación de la inteligencia alemana en esta especie de fabulación que parece montada por aficionados.
Solo que, al parecer, lo que se nos cuenta en «Guerra de mentiras» es cierto. Una reseña alemana de la película explica en los albores del año 2000, mientras todo Occidente intentaba hacer caer a Sadam Hussein, un refugiado que solicitó asilo político en Munich consiguió que la inteligencia alemana creyera que poseía informaciones secretas sobre la fabricación de las famosas armas de destrucción masiva que sirvieron al presidente de Estados Unidos para tocar a rebato y conducir a la guerra a sus «aliados».
El gobierno alemán consiguió demostrar que no había prueba alguna de lo que contaba el refugiado, pero no fue capaz de impedir la invasión de Irak y la subsiguiente guerra, con sus decenas de miles de muertos, los abusos de poder de los soldados estadounidenses sobre los militares iraquíes, y la destrucción de una sociedad que casi veinte años después todavía no ha conseguido reconstruirse. Increíble pero cierto, como advierte el realizador en la primera imagen de la película.
Definida como «comedia de espías», digamos que en todo caso es una comedia triste y muy negra, una farsa satírica de decisiones absurdas que tuvieron consecuencias terribles. Y que, quizá porque creemos conocer al dedillo aquellos hechos surrealistas –en realidad, y con lenguaje de hoy, auténticas fake news– que condujeron a la invasión de Irak en 2003, nos parece demasiado buena para ser cierta. Una historia que podría haber salido de la pluma de Le Carré.