Luxor
Filmin (Próximamente) 13 de agosto
Título original
- Luxor
- Año
- 2019
- Duración
- 85 min.
- País
- Egipto
- Dirección
- Guion
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Zeina Durra
- Música
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Nascuy Linares
- Fotografía
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Zelmira Gainza
- Reparto
-
Andrea Riseborough, Karim Saleh, Michael Landes, Sherin Reda, Shahira Fahmy, Salima Ikram, Ahmed Talaat, Trude Reed, Indigo Rønlov, Janie Aziz
- Productora
- Coproducción Egipto-Reino Unido-Emiratos Árabes;
Film-Clinic, Front Row Filmed Entertainment
- Género
- Romance. Drama | Drama romántico. Guerra de Siria
- Sinopsis
- Hana está buscando tranquilidad mental y física después de haber pasado un periodo muy estresante trabajando en un hospital en Ramtha, en la frontera entre Jordania y Siria, donde trataba a las víctimas de la guerra de Siria. Encuentra algo de paz en Luxor (Egipto), donde vivió cuando tenía 20 años y fue pareja de un atractivo arqueólogo llamado Sultan, que en aquel entonces también estudiaba allí. En este nostálgico viaje en solitario trata de superar las emociones que ha dejado tras de sí la guerra. Cuando se vuelve a encontrar casualmente con Sultan, la química entre ambos resulta innegable.
- CRÍTICA
Luxor (2019) fue presentada en el Festival de Sundance (Sección Oficial, 2020), pasó por la Mostra de Valencia, el Festival de Tesalónica y llegó al Atlántida Mallorca Film Fest (2021) cosechando más críticas positivas que negativas. Esta cinta supone la segunda película de Zeina Durra (Reino Unido, 1976), quien firma un drama romántico en clave de cine de autor que ofrece una reflexión intimista acerca las relaciones humanas, los recuerdos y la necesidad de encontrarse para superar los traumas del pasado.
Andrea Riseborough (Inglaterra, 1981), a quien hemos visto en cintas tan dispares como Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (2014, por la que recibió los Premios SAG y de la Crítica Cinematográfica) y Oblivion (2013), construye con Hana (personaje principal), una médico que busca unos días de descanso en la ciudad de Luxor tras haber ejercido en la frontera con Siria y Jordania, un personaje sólido que, sin duda, es lo mejor de la película.
Mientras Zeina Durra se recrea en los silencios, en planos contemplativos de una ciudad anfibia del pasado y el presente, como es Luxor, su personaje protagonista amplía esa contemplación y ese silencio con la angustia que genera un pasado hostil. La huella del dolor pronuncia los vacíos interiores, el temor por ser enviada de nuevo a otro punto de conflicto bélico convierte a la conciencia de Hana en un acantilado del que el rostro de Riseborough es su vértigo. La atribulada protagonista pasea ausente por los escenarios de la ciudad egipcia, una tácita gravedad que solo consigue romper en un momento catártico, cuando escucha a un pianista en un bar.
De su encuentro con Sultán (Karim Saleh), arqueólogo de profesión, a quien ya conocía de una relación amorosa en el pasado, emergerá un motivo para la recuperación del equilibrio y la estabilidad, bienes inmateriales que a veces no se tiene en cuenta, pero que son determinantes en nuestras vidas. Por momentos, la película recuerda a Antes del amanecer (1995), de Richard Linklater, por su guion centrado en la pareja protagonista y sus diálogos, pero Luxor carece de acción, su ritmo es muy lento, la química entre los actores no termina de fraguar y el aporte musical es casi nulo.
Entre sus aciertos, está su duración. Tal y como está planteada esta historia de superación personal con romance incluido, prolongarse más allá de los noventa minutos habría sido un error. Y también un acierto es, sin duda, ambientar esta historia en un país como Egipto, lleno de leyendas y misterios. De su belleza arquitectónica y paisajística emana el aura melancólica que esta historia de amor de calado filosófico-existencial demanda.
A Durra le preocupa el paso del tiempo ¿puede funcionar en el presente una relación que terminó hace veinte años? Y esto se refleja en algunos pensamientos y diálogos de sus protagonistas: «eres arqueólogo, vives en el pasado». Debido al afán restaurador de la modernidad, a Sultán le preocupa que la reforma proyectada sobre el hotel donde se conocieron termine con la belleza que reside en su imperfección. Durra parcela los tiempos de su narración, a la manera de Lars von Triers, y separa sus capítulos con carteles de transición.
Ha de transcurrir más de la mitad del metraje para que empecemos a conocer las causas de la tristeza de Hana: «estoy rota. He visto cosas que nadie debería ver», lo que la lleva a reflexionar sobre la muerte. Al ver a Sultán excavando en tumbas milenarias le pregunta si no siente algún reparo por lo que hace, este se ríe y ella añade: «cuanto más inestable es el mundo, más importancia adquiere lo sobrenatural». La cámara orbita de forma permanente a la pareja protagonista y los demás personajes consiguen de alguna manera que Hana aprenda a asumir su rol en el mundo a la vez que acepta su pasado.
La fotografía de Zelmira Gainza destaca quizás por la belleza del entorno que retrata: los Colosos de Memnón, el Templo funerario de Ramsés III, los Templos de Luxor y Karnak son verdaderas maravillas, hoy patrimonio de la humanidad, lo cual ayuda a compensar a un guion que flojea de manera evidente. Su bajo presupuesto no evita que esta película plantee algunas preguntas y cuestiones interesantes: «cuando el viejo mundo muere y el nuevo tarda en nacer, es la hora de los monstruos». Luxor es esa hora inhóspita en la vida de Hana, la transición a una vida mejor, o debería decir, a una concepción y perspectiva de una vida diferente, hace que la protagonista se enfrente a sus miedos y demonios, para lo que contará con su recobrado amor.
El peso de esta película recae por entero sobre los hombros de Riseborough, quien mantiene un duelo consigo misma y transmite en todo momento la evolución de su personaje. Lástima que la creación de Durra carezca de alma, pues su mensaje es muy positivo.