CRÍTICA DE CINE

Nahid: Lo dice la ley, lo dice Dios

En una sociedad como la iraní donde el género femenino es un cero a la izquierda hay que aplaudir que existan auténticas valientes que se decidan a dar el paso y criticar la opresión que sufren en sus carnes en el día a día.

 

Drama | 106 min. | Irán

Título: Nahid.
Título original: Nahid.
Directora: Ida Panahandeh.
Guión: Ida Panahandeh, Arsalan Amiri.
Actores: Sareh Bayat, Pejman Bazeghi, Nasrin Babaei, Pouria Rahimi.
Estreno en España: 12/02/2016 
Productora: Documentary and Experimental Film Center.

Distribuidora: Caramel Films.

 

Sinopsis

Nahid es una joven divorciada que vive sola con su hijo de diez años en una ciudad del norte de Irán junto al Mar Caspio. Conforme a las normas que rigen la sociedad iraní, la custodia de un hijo le corresponde al padre, aunque en este caso su exmarido se la ha cedido a condición de que no se vuelva a casar. 

Crítica

El caso de Irán y su cine desde luego daría para escribir un libro. Uno no deja de sorprenderse cuando se anuncia a bombo y platillo una política de apertura y respeto por los derechos humanos en un país que va consiguiendo poco a poco abrirse al mundo gracias a sus posibilidades de negocio con las naciones más desarrolladas. Por desgracia a éstas les preocupa mucho más enriquecerse que observar la realidad pura y dura, que no es otra que la de un país retrógrado que sigue ahogando cualquier forma de expresión y libertad. Sin ir más lejos estos días se está hablando en el Festival Punto de Vista de Navarra del caso de un cineasta al que no se le permite ir a presentar su documental.

El caso de Irán y su cine desde luego daría para escribir un libro.

¿La causa? Pues que no se le ocurrió otra cosa que subir el tráiler a Youtube y automáticamente le cayó encima todo el peso de la ley, condenándole nada más y nada menos que a seis años de cárcel y doscientos veintitrés latigazos. Se trata de Keywan Karimi y su película Writing on the City.

No es el único caso de represión brutal a directores que ha trascendido a la luz pública. Ahí está el bueno de Jafar Panahi intentando completar una filmografía a base de engañar como pueda a las autoridades. Él sigue rodando a pesar de las prohibiciones y su obra se sigue viendo en Festivales de todo el mundo, pero si se permite que esto siga ocurriendo es que algo no funciona. 

Pues si los artistas masculinos ya las pasan canutas para poder desarrollar su arte que no deben sufrir las mujeres que quieren dedicarse a una profesión de las llamadas liberales. En una sociedad como la iraní donde el género femenino es un cero a la izquierda hay que aplaudir que existan auténticas valientes que se decidan a dar el paso y criticar la opresión que sufren en sus carnes en el día a día.

Es el caso de Ida Panahandeh, quien sorprendió en el pasado Festival de Cannes con Nahid, donde fue reconocida con el Premio a la mejor promesa en la sección Un Certain Regard. Y es que estamos ante una película donde la inteligencia y la sutileza permiten a la directora exponer una situación trágica, la de la impotencia de la mujer iraní por ir ganando espacio ante la opresión tradicionalista imperante. Y para ello no necesita ni cargar las tintas ni efectuar una crítica directa al sistema.Tan sólo tiene que poner su cámara al servicio de una historia convencional donde se pueda palpar leyendo entre líneas toda la carga de censura implícita en la colectividad donde intenta sobrevivir la heroína de la historia. 

La grandeza de esta película estriba en presentarnos a unos personajes para nada arquetípicos. 

La situación de la protagonista ejemplifica el callejón sin salida al que se ven abocadas las madres sin pareja en el país. Las leyes arcaicas tienen estipulado que ellas no pueden volver a casarse, y por lo tanto no se les permite rehacer su vida, so pena de perder automáticamente la custodia de sus hijos.

Plantada en medio de esa encrucijada, Nahid deberá lidiar con un exmarido drogadicto y pendenciero, una madre moribunda, un hermano que le reprocha sus decisiones a contracorriente que afectan a la reputación familiar, un hijo contestatario que empieza a frecuentar malas compañías y hasta con una nueva pareja que le atosiga para que tome una decisión definitiva. La grandeza de esta película estriba en presentarnos a unos personajes para nada arquetípicos. Todos sacan a la palestra sus frustraciones y desengaños ante una vida que ha castrado de una u otra manera sus ilusiones. Unos se vieron obligados a contraer un matrimonio de conveniencia siendo demasiado jóvenes, mientras que otros se ven abocados a la urgencia de encontrar mujer para apaciguar las presiones familiares. 

Nahid no es ni mucho menos una madre coraje, tan sólo intenta sobrevivir en un mundo que le es hostil. Se equivoca constantemente: no puede educar a un hijo con muy malas ideas que se le escapa de las manos, gasta el poco dinero que gana o que le prestan en cosas materiales que no necesita, no duda a la hora de hurtar bienes familiares, duda constantemente. Todo ello hace que la trama vaya cogiendo una fuerza inusitada a medida que avanza el metraje, ya que nunca sabemos a ciencia cierta ni lo que va a acontecer ni los verdaderos sentimientos de una mujer tan luchadora y voluntariosa como insegura.

El tono grisáceo y triste que envuelve cada fotograma ayuda mucho a contextualizar el estado de ánimo de los protagonistas de la acción. El drama se masca en cada imagen, y la violencia que al principio aparece a cuentagotas acaba por cobrar una importancia capital a la hora de imponer los dos grandes sustentos que realmente importan: el dinero y las leyes. No hay lugar para la felicidad, sólo para la necesidad.