Animación | 86 min. | EEUU 2016
Título: Norman del Norte
Título original: Norm of the North.
Director: Trevor Wall
Guión: Jack Donaldson, Derek Elliott
Voces: Rob Schneider, Heather Graham, Ken Jeong, Bill Nighy
Estreno en España: 01/04/2016
Productora: Lionsgate | Splash Entertainment
Distribuidora: Flins y Pinículas
Sinopsis
Un oso polar encuentra refugio en una abandonada estación científica cuando se ve obligado a abandonar su hogar en el ártico como consecuencia del cambio climático. Norman estará acompañado de tres pequeño lemmings.
Crítica
Cuantas veces no hemos escuchado decir a esos padres primerizos que la película que han visto más veces en su vida ha sido cualquier dvd infantil que han puesto a su hijo en un bucle infinito que parece no tener final. Pues si nos acercamos a Norman del Norte vamos a tener exactamente la misma sensación, la de ya haber visto esa misma película un millón de veces.
Y es que por desgracia esta segunda aproximación de la productora Lionsgate al terreno de la animación (la primera tuvo lugar en 2010 con la insípida y olvidable Alpha y Omega) es de todo menos original.
Suponemos que los hacedores del film habrán pensado que para qué arriesgar y se han dedicado a copiar (algunos les llamarán guiños cinéfilos, pero pensamos que hay algo más) con descaro pequeños fragmentos de otras exitosas producciones animadas de otras compañías mucho más inspiradas en sus proyectos. Aquí vamos a encontrar ecos de El Rey León, Ice Age, Minions, La oveja Shaun…por citar solo algunas (como la película es bastante aburrida, un ejercicio simpático para pasar el rato mientras se ve puede ser el de adivinar estos pequeños homenajes a modo de fotocopia).
Norman del Norte está concebida para agradar a los más pequeños.
A los niños les va a dar bastante igual y se lo van a pasar igual de bien, porque Norman del Norte está concebida para agradar a los más pequeños saturando de tópicos todo su desarrollo argumental hasta decir basta. Escenas de acción que parecen tomadas de cualquier parque de atracciones, personajes que caen en gracia pero no son para nada graciosos, y unos supuestos gags de situación que provocarán la sonrisa de los inocentes y el bostezo de los mayores.
Todo se cuenta desde una perspectiva que abraza el caos en una sucesión de escenas que van saltando sin solución de continuidad.
En este intento malogrado de animación con enjundia no hay ni rastro de esa capacidad que tiene por ejemplo la Píxar por enhebrar historias que trasciendan a cualquier tipo de generación. Un tipo de animación inteligente que sabe agradar y cautivar a todos los públicos y que aquí, por desgracia, brilla por su ausencia.
La trama nos traslada al frío Ártico (al menos la simple visión de los paisajes helados pueden servir para apaciguar los calores veraniegos) para explicarnos las aventuras de un oso polar al que le cuesta mucho cazar debido a que es un buen animal y se apiada de sus aliviadas víctimas. Pero como no todo va a ser malo resulta que al simpático plantígrado se le da muy bien el baile, por lo que es contratado para amenizar la visita de los turistas que se acercan hasta allí.
En estas que un malvado constructor quiere hacer negocio urbanizando la zona, algo que sin duda alteraría la tranquila vida de la fauna del lugar y alteraría para mal su medio ambiente. El oso protagonista, como si de un abanderado de Greenpeace se tratara, no dudará en hacer de tripas corazón y embarcarse hasta Nueva York para intentar convencer a los humanos de que no lleven a puerto sus malas ideas.
¿Qué cómo lo conseguirá? Pues gracias al hecho de que habla el mismo idioma que el resto de los mortales (sic) y a la ayuda inestimable de una madre y su hija que harán todo lo posible para concienciar a la gente de la inconveniencia de crear una burbuja inmobiliaria en el Polo Norte.
Todo ello contado desde una perspectiva que abraza el caos en una sucesión de escenas que van saltando sin solución de continuidad. Las subtramas no acaban de funcionar porque se abandonan nada más plantearse (la desaparición y posterior rescate del abuelo, el supuesto romance con una osa de ojos saltones, el choque que se produce cuando alguien visita por primera vez la gran ciudad…). La animación es rudimentaria, con una representación del Ártico demasiado monocromática (tan sólo se utiliza el blanco de los bloques de hielo y el azul del mar) y una paleta de personajes demasiado limitada (una orca, un par de focas, tres o cuatro osos, algunos lemmings y para de contar).
Los que tengan la oportunidad de ver la película en su versión original podrán comprobar que tal se las han apañado los actores que han prestado su voz a los personajes, destacando los más conocidos como Rob Schneider, Heather Graham o Bill Nighy. El director del film, Trevor Wall, cuenta entre su dudoso currículum con trabajos estrenados directamente en formato doméstico o en canales temáticos de televisión como Sabrina, secretos de brujas o Duck Dodgers, por lo que no es que estemos precisamente ante un John Lasseter o un Hayao Miyazaki, por citar a dos de los más grandes en esta faceta del mundo del dibujo animado.