Comedia | 99 min. | Francia 2014
Título: Prmavera en Normandía.
Título original: Gemma Bovery.
Director: Anne Fontaine.
Guión: Niwa Keiko, Ando Masahi.
Actores: Gemma Arterton, Fabrice Luchini, Jason Flemyng, Edith Scob.
Estreno en España: 18/03/2016
Productora: Albertine Productions.
Distribuidora: Emon.
Sinopsis
Adaptación de la novela gráfica de Posy Simmonds que cuenta la historia de Gemma Tate, una joven casada que empezará a dudar entre sus deseos y obligaciones como esposa, cuando su antiguo novio Patrick regrese al pequeño pueblo normando donde viven.
Crítica
No todas las películas basadas en cómics tienen que ser de superhéroes. Posy Simmonds, una ilustradora británica que conoció fama y prestigio dibujando novelas gráficas para The Guardian, ya ha conocido un par de adaptaciones cinematográficas de sus trabajos más adultos (también se han llevado a la pantalla algunas de sus novelas escritas para niños, caso de Mr. Frost). Y da la casualidad de que tanto Tamara Drewe como Gemma Bovery han sido interpretadas en cines por la misma actriz: Gemma Arterton, a la que por cierto le sienta muy bien el ambiente campestre donde se desarrollan las obras.
Si ya en Tamara Drewe su explosividad física campaba a sus anchas siendo con mucho lo mejor de una anodina película en esta Primavera en Normandía que ahora nos ocupa hallamos un poco más de lo mismo pero con un tono sensual un poquito más elevado (algunos críticos han utilizado directamente el término calientabraguetas, pero preferimos tirar por el lado más poético del asunto).
Sus rotundas voluptuosidades y turgencias inundan la pantalla y permiten que el deseo y la pasión por poseerla se convierta en el epicentro de la acción. Y si encima la rodeas de otros placeres mundanos tan propios de la campiña francesa como son degustar el buen pan recién cocinado o beber un buen vino pues la fiesta de los sentidos está servida.
A Gemma Arterton le sienta muy bien el ambiente campestre.
En esta bucólica propuesta con título original evocador (Gemma Bovery) que juega al equívoco literario y que aquí, como siempre, han eliminado de un plumazo para pasar a titularla Primavera en Normandía (sic), Arterton da vida a una pizpireta inglesita que llega junto a su marido a un pueblecito de la provincia del noroeste de Francia para disfrutar de la tranquilidad y sosiego de la vida en naturaleza.
Una vez instalados, enseguida se verá acompañada (y un poco asediada) por un vecino un tanto curioso que trabaja de panadero y que cree ver en ella la reencarnación de sus fantasías literarias. Y ocurre que como la mujer está de buen ver acabará despertando los instintos más primitivos de todo habitante masculino que la frecuente, incluido un joven querubín con el que acabará viviendo una historia pasional y un exnovio que aparece cuando menos se espera.
Lo cierto es que la química que desprenden tanto Fabrice Luchini como Gemma Arterton es total.
Lo cierto es que la química que desprenden tanto Fabrice Luchini como Gemma Arterton es total. La segunda rezuma sensualidad, mientras que el primero, con esa cara de embelesado que pone representa a la perfección al hombre medio, ese tipo costumbrista que sobrevive a la rutina diaria gracias a sus devaneos fantasiosos y a sus ínfulas intelectuales (un tipo de rol que a Luchini ya le ha funcionado muy bien en otros títulos como En la casa o Moliere en bicicleta). Su rictus de incomprensión ante el paralelismo que descubre entre las aventuras de su vecina y el Madame Bovary de Flaubert va perfecto para ejercer como invitado de piedra de los trasuntos amorosos del objeto de deseo generalizado.
Su torpeza a la hora de abordar a la diosa británica permite los momentos más divertidos y sugerentes del film. Hay escenas, como aquella en la que la protagonista aprende a amasar pan y se quita la camiseta y se recoge el pelo en las que la tensión sexual se puede llegar a palpar en cada fotograma. Y al panadero los perjúmenes de esa mujer le sulibellan, y de qué manera. Para el apocado lugareño el inicial elemento de curiosidad y de inspiración intelectual le trastoca y le lleva a confundirse entre la realidad y la ficción. Pero a partir de entonces se introduce en el relato una intriga romántica que le llevará a obsesionarse del todo.
Todos estos detalles que podrían haber derivado en una dramática explosión pasional se ven salpicados de momentos descacharrantes que le hacen mucho bien al conjunto. La película funciona como uno de esos entremeses (en francés hors d´oeuvre) tan famosos en época cervantina, y no se toma nunca en serio a sí misma en su apuesta por la fina ironía y un cierto aire surrealista (esas conversaciones trascendentes con su impertérrita mascota) que harán esbozar una sonrisa en el espectador. Y cuando parece que la cosa no va a dar más de sí todavía hay un par de ases tragicómicos en la manga que nos dejarán con muy buen sabor de boca.
En definitiva, una pieza ligera entretenida y a ratos divertida que satisfará a todos aquellos urbanitas que sueñan con trasladar su talante burgués a hermosas aldeas de fértiles prados y huertas frutales.