El escritor ganador de dos premios Pulitzer regresa con una novela que amplia los limites literarios y aborda, como en las anteriores, la construcción de la historia negra americana desde otro brillante artefacto literario.
Un historia con tintes policíacos pero con destellos de comedia y drama social que recrea magistralmente el paisaje criminal del Harlem de los años sesenta, epicentro de la lucha por los derechos civiles.
«El nuevo y deslumbrante thriller de Colson Whitehead… En El ritmo de Harlem , Whitehead pone a prueba su fuerza literaria, expandiendo los límites y las expectativas de la novela negra. Este libro es también un drama social que interroga la naturaleza de los prejuicios y cómo el entorno limita la ambición».
Colin Grant, The Guardian
Corre el año 1959, y al frente de la tienda de muebles de la calle Ciento veinticinco, en Harlem, Ray Carney intenta alejarse de la vida de delincuencia que su padre, un miembro de la mafia afroamericana, le mostró de niño . Entre sofás, sillas y vistosos jarrones, Ray ha querido construir una imagen de hombre honrado, pero los muros de este negocio limpio son más débiles de lo que cree, y con una hija pequeña y un bebé en camino necesita sacarse un dinero extra revendiendo artículos robados. Distribuir unos cuantos aparatos de televisión que no se sabe de dónde vienen en las tiendas de sus contactos del downtown neoyorquino, sin embargo, parece un juego de pícaros al lado de lo que le propone su primo Freddie una calurosa noche de junio: participar en el robo del famoso hotel Theresa, el Waldorf de Harlem . Liderada por Miami Joe, la banda de delincuentes que urde el golpe necesita al comerciante para revender el contenido de las cajas fuertes de los huéspedes, y su plan suena perfecto hasta que descubren que una de las víctimas del atraco es la amante de Chink Montague, uno de los gángsters más poderosos de la ciudad. Ray se ve envuelto entonces en una peligrosa trama criminal de la que logra salir con vida gracias a la oportuna intervención de Pepper, un viejo colega de su padre.
Dos años más tarde, desde la calle Ciento veintincinco, Ray continúa buscando el modo de sacar a su esposa Elizabeth y sus hijos del piso con vistas al tren elevado, mientras sus suegros, una pareja de piel algo más clara e impecable linaje, se encargan de señalarle su techo de cristal. Si se trata de dar un salto social y labrarse un futuro mejor, Ray sabe que una de las claves es acceder al exclusivo club Dumas, del que forma parte la élite afroamericana y, por supuesto, su suegro. Pero el asunto no es sencillo, y en una ciudad donde hay un flujo continuo de sobres con dinero, la honradez vuelve a quedar de lado. Tras ser estafado por un influyente banquero que le ofrece abrirle las puertas del club a cambio de un buen puñado de dólares, Ray debe pactar con un policía corrupto, un pornógrafo pirómano y una prostituta, entre otros personajes de dudosa calaña, para tramar su venganza.
Entre un trabajo sucio y otro, y unos cuantos sofás vendidos a plazos, Ray consigue finalmente comprar un apartamento en el arbolado boulevard Riverside Drive. Es 1964, y el rock and roll marca el ritmo de Harlem; la heroína, implacable, se extiende a lo largo y ancho de la isla; una nueva camada de improvisados delincuentes hace que Pepper añore más que nunca los viejos tiempos; el downtown ha sido arrasado para construir el World Trade Center; y la muerte de un adolescente negro abatido a tiros por la policía desata una ola de disturbios en el barrio que se prolonga por seis días y marca un punto de inflexión en la lucha por los derechos civiles . En ese ambiente crispado, y de la mano de Freddie, Ray se ve arrastrado a otra aventura ilícita que, esta vez, involucra a un heredero heroinómano, inescrupulosos inversores inmobiliarios, un collar de esmeraldas y unos cuantos títulos de propiedad. Las cosas, como acostumbra a pasar, no salen como es deseado, pero entre asesinatos, cócteles molotov y bolas de demolición, Ray descubre los resquicios para continuar adelante y plantar cara a una ciudad en continua transformación, impulsado por su ambición y la esperanza de, tarde o temprano, poder verse a si mismo como un hombre honrado..
«Y entonces a alguien se le ocurrió crear un enorme parque en medio de Manhattan, un oasis dentro de la ya bulliciosa metrópolis. Hubo varias propuestas en cuanto a su ubicación, unas rechazadas, otras replanteadas, hasta que los dirigentes blancos se decidieron por un rectángulo de grandes dimensiones en el corazón de la isla. Allí ya vivía gente, pero les dio igual. Los ciudadanos negros de Seneca eran propietarios de tierras, votaban, tenían voz. Pero no la suficiente. El Ayuntamiento de Nueva York expropió las tierras, arrasó el poblado, y eso fue todo. Los habitantes de Seneca Village se dispersaron hacia un barrio u otro, o a otras ciudades donde poder empezar de nuevo, y Nueva York tuvo su Central Park.
Casi seguro que hay esqueletos. Basta con cavar debajo de los parques infantiles, los prados, las silenciosas arboledas, suponía Carney, y seguro que encuentras esqueletos.
A Carney le gustaba mucho esa historia, pero no tanto la estúpida complacencia de quienes la mantenían viva. Alma provenía de un linaje similar: maestros y médicos durante generaciones, un tío carnal que fue el primer alumno negro de una universidad de la Ivy League, un primo que fue el primer negro en obtener el título de médico en aquella facultad. El primer tal, el primer cual. Conscientes de su raza y orgullosos de ella… hasta cierto punto; lo bastante claros de piel para pasar por blancos, pero quizá demasiado ansiosos por recordarte que podían pasar por blancos. Carney introdujo una cucharada de potito Gerber en la boca de May y se miró la mano, comparándola con la mejilla de su hija. May era oscura, como él. Se preguntó si Alma aún sentía aversión cuando veía la piel de su nieta, si le entristecía que no hubiera salido más clara, como Elizabeth».
© Chris Close
Colson Whitehead (Nueva York, 1969) ha publicado ocho novelas, de las cuales se han traducido al español La intuicionista (2000; 2022), Zona Uno (2012), El ferrocarril subterráneo (2017), ganadora del Premio Pulitzer 2017, el National Book Award 2016, el Indies Choice Book Award 2017 y la Andrew Carnegie Medal for Excellence; y Los chicos de la Nickel (2020), por la que obtuvo su segundo Premio Pulitzer, honor que comparte con John Updike, William Faulkner y Booth Tarkington. También ha publicado el libro de no ficción El coloso de Nueva York (2005). Whitehead es profesor en las universidades de Columbia y Princeton, y ha recibido las becas Guggenheim y MacArthur. El ritmo de Harlem , su nueva novela, abre una saga policíaca cuya segunda entrega aparecerá este año en Estados Unidos.