Western | 112 min. | Australia | 2017
Título: Sweet Country.
Título original: Sweet Country.
Director: Warwick Thornton.
Guión: Steven McGregor, David Tranter.
Intérpretes: Hamilton Morris, Bryan Brown, Sam Neill, Matt Day.
Estreno en España: 25/05/2018
Productora: Bunya Productions. Distribuida por Memento Films International.
Distribuidora: Wanda Vision.
Sinopsis
La cineasta Àgnes Varda y el fotógrafo JR recorren las calles de Francia en la furgoneta en la que trabaja el segundo, con el objetivo de conocer gente con la que intercambiar ideas y de paso fotografiar. De este modo, ambos artistas podrán desarrollar y ampliar su colección de imágenes y experiencias. JR y Varda coinciden con agricultores y una vendedora.
Crítica
Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia 2017 y Premio a la Mejor Película en el de Toronto, “Sweet Country”, de Warwick Thorton (“Sansón y Dalila”, Premio Cámara de Oro en el Festival de Cannes 2009), es un western que expone el racismo y las divisiones sociales en la Australia de los años 1920. Y es también una grata sorpresa.
El film es, sin género de dudas, un western al uso, con sus ranchos, cowboys, fusiles, caballos y venganza.
En las grandes extensiones donde conviven, bien que mal, aborígenes y blancos, aparece asesinado un granjero blanco lo que exacerba las tensiones habituales, provocadas por el racismo y la esclavitud. Un grupo de granjeros busca al sospechoso, un aborigen liberado, y le sienta ante el juez.
Con unos escenarios que no tienen nada que envidiar a los de Sergio Leone y una historia que tanto se parece a las de Estados Unidos, con unos blancos que se apropian de los territorios de los aborígenes, “Sweet country” es, sin género de dudas, un western al uso, con sus ranchos, cowboys, fusiles, caballos y venganza. Un western que denuncia el racismo que se encuentra en el trasfondo del paso de la Australia rural al país moderno que es hoy.
Evidentemente, ni todos los blancos son seres abyectos ni todos los aborígenes almas cándidas con comportamientos ingenuos. Lo que sí queda claro es que la justicia no es la palabra de los jueces sino el plomo de las pistolas.
Sam es un aborigen de mediana edad que trabaja para un predicador en el Territorio Norte de Australia. Cuando Harry, un veterano de guerra, se va a vivir a un puesto fronterizo cercano, el predicador envía a Sam y su familia para ayudarle a reparar los corrales. Las relaciones entre los dos hombres empeoran progresivamente hasta llegar a un intercambio de disparos, en el que San mata a Harry en defensa propia. Convertido en criminal, Sam huye con su esposa por el desierto. La utoridad militar local, el sargento Fletcher, organiza una batida de caza para encontrar a Sam.
Inspirada en hechos reales, el australiano Waewick Thorton ha realizado una película muy bella apoyada en el sólido trabajo de sus actores –Hamilton Morris, Bryan Brown, San Neill, entre otros-, un drama emocionante que denuncia la perversión de la dominación de los blancos y la injusticia de la explotación, en lo que finalmente se convierte en una requisitoria contra la injusticia.