domingo. 17.11.2024
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Sin haber abandonado a su público durante los momentos álgidos del aún vigente período pandémico, el Festival D’A ha celebrado su duodécima edición, por fin, de un modo eminentemente presencial, reencontrándose definitivamente con unos espectadores que siguen ansiosos por disfrutar en pantalla grande de esperados títulos de las cosechas festivaleras internacionales o descubrir un cine más pequeño u oculto que solamente eventos de este tipo pueden sacar a la luz. Reservando algunas películas para Filmin, la selección del D’A ha vuelto a funcionar como escaparate de las tendencias autorales actuales, en los que la metaficción o la indagación en el recuerdo han constituido los leitmotivs más recurrentes.

En un año que empezaba por todo lo alto con el cine catalán llevándose el Oso de Oro, no podía ser otra que Carla Simón, una habitual del D’A, y el fenómeno Alcarràs la que diera el pistoletazo de salida. Como ya mencionamos en su reseña, Alcarràs es una exploración directa y cercana de la situación en el campo de Lleida, de un modo de vida laboral y familiar en extinción, para la cual cualquier elogio se queda corto.

Alcarràs' de Carla Simón gana el Oso de Oro en la Berlinale 2022

Y para el cierre, se contó con otra película que pasó por Berlín y mejor fortuna por Málaga, arrasando en el palmarés: Cinco lobitos. La ópera prima de la bilbaína Alauda Ruiz de Azúa, curiosamente, está siguiendo una trayectoria similar a la del debut de Carla Simón, Estiu 1993 (2017), y esta no es solamente su único parecido. Cinco lobitos entronca con esas historias cimentadas en los lazos familiares que esta oleada de mujeres cineastas en España ha filmado en la última década y lo hace con un sutil juego de espejos entre una madre primeriza que pasa la temporada de postparto junto a sus progenitores.

Ruiz de Azúa expone una maternidad en el contexto del siglo XXI para comprobar que esencialmente tampoco dista de la manera de hacer de décadas pasadas, mientras su protagonista aparentemente antagónica evoluciona cumpliendo la máxima de “de tal palo, tal astilla”. Lúcidamente escrita y de una sensibilidad auténtica, Cinco lobitos se ve aún más reforzada gracias a un trío de intérpretes que corre en manada hacia los Goya: Laia Costa, Ramón Barea y, sobre todo, Susi Sánchez.

Cinco lobitos' y 'Utama', resplandecientes biznagas de Oro en el Festival  de Málaga | Cine

Por Málaga también pasó, con premio especial del jurado, Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre, una clarificadora e instructiva visión de la identidad trans en la actualidad, vehiculada a través de una ficcionalización de las experiencias de su personaje principal, Raphaëlle Pérez (Raphi). Sin juicios ni dogmas, Adrián Silvestre plasma las vicisitudes que conlleva una condición natural que, por desgracia, aún parece tener que estar justificándose ante la sociedad y recoge las múltiples sensibilidades trans, porque no existe una única manera para serlo.

Abierta de miras e informativa para todo tipo de públicos, Mi vacío y yo funciona además como viaje de crecimiento personal de una joven que busca asumirse por completo y encontrar alguien capaz también de aceptarla más allá de las particularidades de su cuerpo. Acertadísima en su desarrollo –en buena parte del cual van sucediéndose citas con distintos hombres que posibilitan poner sobre la mesa hábitos con los que una persona trans se encuentra-, el poder de Mi vacío y yo reside en contar con una protagonista con la que es fácil empatizar por su ternura como Raphi. Motivos más que suficientes para recibir la mención del jurado de la sección Un Impulsivo Colectivo.

IFFR 2022: «Mi Vacío y yo» de Adrián Silvestre (2022) – Cinefilo Serial

El premio gordo de Un Impulso Colectivo fue a parar a La amiga de mi amiga, puesta de largo de Zaida Carmona en forma de comedia romántica lésbica. El film de Carmona define perfectamente el espíritu del Festival al enmarcarse en una estética underground, exprimir eficazmente sus pocos recursos y ocupar un hueco falto de referentes. La amiga de mi amiga filtra los códigos de este género popular y los instala en un espacio próximo y reconocible, con el que acercarse a un público más amplio y contribuir a la normalización de un cine tradicionalmente considerado de nicho.

Rápida, divertida, conscientemente metaficcional y con Éric Rohmer permanentemente presente, la película cumple en general con sus objetivos, aunque un pulimiento del libreto le sentaría mejor. Cine desprejuiciado y construido desde una sororidad con sorna sana.

La amiga de mi amiga – D'A

Metacine

La amiga de mi amiga no ha sido la única cinta que se ha nutrido de personajes artistas inmersos en un proceso creativo. De hecho, como se ha acentuado especialmente estos últimos años, el cine se mira mucho el ombligo y habla de sí mismo, y esto se ha visto inevitablemente manifestado en la programación.

Mia Hansen-Løve viaja hasta la isla de Färo para establecer una matrioshka narrativa acerca de una pareja de guionistas que se retiran a este paraje para escribir en La isla de Bergman. La historia que se cocina sobre unos amantes reencontrados acaba colisionando con la realidad de la protagonista, en una película plagada, obviamente, de citas al maestro sueco. Sin embargo, al film de la parisina le falta una mayor introspección para contagiarse del espíritu de Bergman y la confluencia de los distintos planos no termina de cuajar.

Sin ser lo grande que podría haber sido, La isla de Bergman se erige como una propuesta estimable y con instantes vibrantes como esa secuencia con “The winner takes it all” de fondo.

La isla de Bergman (2021) - Filmaffinity

Más combativa es Ahed’s Knee, premio del Jurado en Cannes 2021, en la que un cineasta acude a la presentación de una película suya. Nadav Lapid usa el personaje principal como alter ego con el cual denunciar la censura y las prácticas represivas de Israel hacia sus creadores y otros colectivos. Un valiente ejercicio sobre el papel, con momentos excitantes como esa obertura a ritmo de “Welcome to the jungle” de Guns N’ Roses o ese baile en el desierto, pero que es resentido por una verborrea redundante y un histerismo afectado un tanto excesivo.

Festival de Toronto: crítica de "Ahed's Knee", de Nadav Lapid (Special  Presentations) - Micropsia

Basada en sí misma está el díptico de Joanna Hogg The Souvenir (2019-2021), donde un romance con un hombre mayor marca la vida (y posterior obra) de Julie, una estudiante de cine británica en los años 80 interpretada por Honor Swinton Blake –la hija de Tilda Swinton, que a su vez encarna a su madre en la ficción-. La primera parte se presenta como un film más fragmentado y disperso donde ese amor destructivo ocupa la cuestión central. Retratada en base de múltiples texturas que la emparentan con la época que captura y, a la vez, aportan un filtro onírico entre el recuerdo y la ensoñación que tiene continuidad en la segunda parte.

Si bien el primer capítulo peca de pretencioso, el segundo es mucho más gratificante y esperanzador al presentar una estructura más centrada –y menos arbitraria-, así como poner el foco en el arte como motor y expiación del duelo por el amado, eclosionando en una mágica secuencia final que celebra el ejercicio cinematográfico y su poder como catalizador de emociones.

The Souvenir II (Joanna Hogg) - Cannes 2021 - Caimán CDC

La metaficción encontró su punto más álgido en la portuguesa Diarios de Otsoga, firmada por Maureen Fazendeiro y un imprescindible de la cinematografía lusa como Miguel Gomes. Como su título indica (Otsoga es “agosto” al revés), la película narra en tiempo inverso 22 días de comunidad de un reducido equipo rodaje en plena pandemia. Resultando una propuesta refrescante como el verano en el que se ubica, la disparidad de momentos inspirados y otros más vacuos la hacen deambular por el camino de la irregularidad.

La narración inversa logra sortear sus carencias argumentales al presentar alternativamente la acción y las informaciones de los personajes. Tan lejos de la perfección como estimulante en su forma de jugar con la realidad, una contribución diferente al cine pandémico.

Diarios de Otsoga (2021) | MUBI

En un registro similar opera Christophe Honoré con Guermantes, también sobre un grupo de artistas cuyo trabajo se da de bruces con la pandemia. Esta vez en el ámbito del teatro, la compañía de la Comédie Française ensaya la obra de Marcel Proust El mundo de Guermantes, bajo la dirección del mismo Honoré.

También a medio caballo entre la ficción y lo real, las dinámicas de los actores quedan expuestas en un ejercicio de desnudez que, no obstante, es extenuante en sus casi dos horas y media para no contar nada relevante ni atractivo. La peor cara del cine hecho con amigos, a diferencia de otros ejemplos mencionados.

Guermantes de Christophe Honoré (2021) - Unifrance

La memoria del amor

La filmación del recuerdo y los recovecos de la mente han vertebrado múltiples películas de la edición. Además de la citada The souvenir, también desde el Reino Unido llegó un veterano como Terence Davies con Benediction, libre biografía del poeta Siegfried Sassoon. Enmarcada en la I Guerra Mundial y posteriores años, la cinta describe el carácter de Sassoon, quien desde su producción poética realizó alegatos antibélicos y plasmó los efectos del conflicto en el país.

Paralelamente a ello, Benediction resigue la vida amorosa del protagonista, pero todo ello desde una pensada (y algo artificiosa narración) en la que abundan los saltos temporales y la difuminación entre realidad y proyección de la mente. Con la estética preciosista, elegante y reposada marca de la casa Davies, Benediction no es un film rotundo, pero especialmente sobrecogedor si se logra entrar en su atmosfera fría, pero cálidamente humana. Uno de los hitos del festival.

Festival de Toronto: crítica de "Benediction", de Terence Davies (Special  Presentations) - Micropsia

Igualmente jugando con la dualidad realidad vs. imaginación está Abrazáme fuerte, la adaptación de una obra de Claudine Galea por parte de Mathieu Amalric. Un film a primera vista simple pero que entraña una estructura compleja para hablar de la huida de una madre, el abandono familiar y la pérdida.

La película persigue captar, en forma de inquietante pesadilla, el desconcierto perceptivo que implica una sacudida emocional y logra llevar al espectador a ese estado, a pesar de dejar piezas por encajar deliberadamente en medio de sus múltiples saltos temporales. Con una Vicky Krieps encargada de ensamblar cada una de sus partes, Abrázame fuerte inevitablemente acarrea altos y bajos, siendo una propuesta equitativamente agotadora y atractiva, fría e hipnótica.

Abrázame fuerte (Serre moi fort)

Sin ninguna intención de desafiar la mente del espectador, pero avivando el discurso de los amores pretéritos que vuelven en el presente está A love song, primer largometraje de Max Walker-Silverman, donde una mujer (maravillosa Dale Dickey) espera a un amante de juventud en una caravana en medio de una zona árida de la América profunda.

Este reencuentro de madurez en unos paisajes naturales preciosamente fotografiados tiene ecos de la premiadísima Nomadland (Chloé Zhao, 2020), abrazando un pequeño y sumamente sensible relato, para el cual se detiene suficiente tiempo en preparar la expectativa antes de la cita. Sin embargo, incide poco en los momentos entre la pareja, dejando una cierta sensación de falta de desarrollo de sus personajes y reprimiendo su indudable carga emotiva. Pasando por alto sus carencias, A love song es un apreciable debut que pasa como un suspiro y que, por lo menos, apuesta por darle una dignísima protagonista a una de las actrices de reparto esenciales del indie americano.

A Love Song (2022) | MUBI

Centrándose únicamente en el presente, en el aquí y ahora, se erige la Petite leçon d’amour de Ève Deboise, pizpireta comedia romántica en la que dos personajes algo distintos tratan de salvar en una carrera a contrarreloj a una estudiante que ha escrito una nota de suicidio. Buscando la excentricidad, el film se queda en unos perezosos terrenos convencionales que no despegan porque la peripecia es floja y las continuas viñetas a las que son sometidos sus protagonistas, anodinas. Asimismo, tampoco funciona como férreo alegato a favor de la salud mental y, sí la aventurilla se mantiene a flote, es gracias a sus intérpretes, Laetitia Dosch y Pierre Deladonchamps.

Une petite leçon d'amour" et de vie

Radiografías familiares de un país

Por medio de historias familiares, algunos films han tratado de contar la verdad actual sobre un país. En Costa Brava, Líbano, la cineasta libanesa Mounia Akl ha contado para su primera andanza en solitario con una experta en relatos íntimos como Clara Roquet para relatar cómo una familia desafía a los efectos del capitalismo huyendo de la ciudad e instalándose en pleno campo, donde se espera que la ampliación del gran vertedero de Beirut llegue a sus terrenos. Con esta odisea, se pinta un Líbano expansionista a merced de la productividad y consumo masivo dictados por Occidente, efectuando una evidente defensa ecologista contraria a la destrucción de los hábitats naturales y a la expulsión de las personas de sus viviendas.

Poniendo el punto de mira en la especulación, Costa Brava, Líbano no se aboca a la declaración política -como, por ejemplo, hace Nadav Lapid-, sino que prioriza una trama familiar simple y funcional, pero impregnada de un déjà vu constante que no atrapa. Conteniendo momentos inspirados y agradablemente rodada, el poso que deja es más fallido que satisfactorio ateniendo el punto de partida del material.

Crítica: Costa Brava, Líbano - Cineuropa

Por su parte, Michel Franco regresó a sus tópicos habituales, como es la violencia inherente al carácter humano en Sundown. Ubicada en la cara paradisíaca de un México que sigue siendo un estado de una brutalidad crónica, Sundown es el dibujo distante de un hombre hastiado del poder y del lujo, sumido en una deriva decadente y apática, solventemente interpretado por un habitual del director como Tim Roth.

De inquietante y perturbadora atmosfera en la que el presentimiento de que algo va a quebrar es constante, la intriga de la primera mitad se va desmoronando en una segunda parte aquejada de excesos en la trama un tanto gratuitos que Franco no concreta ni afina, dejándolos en la superficie. Cínica, sádica y errática como su protagonista, la meta donde llega este enigmático paseo de unos bienvenidos 80 minutos no convence por una vacuidad disfrazada de perspicacia.

Crítica: Sundown - Cineuropa

El palmarés se cerró con la francesa Petite nature, un coming-of-age filmado por Samuel Theis que refleja las desigualdades socioeconómicas en Europa, ganando el Premi Talents; y la crítica alabando la italiana Atlantide de Yuri Ancari, otra mezcla de cine adolescente y denuncia social situado en la gentrificada Venecia. El premio Open ECAM, concedido a cineastas emergentes para la realización de su siguiente proyecto, recayó en Mbah Jiwo/Alma anciana de Álvaro Gurrea, una obra de realismo mágico en la isla de Java; mientras que el premio Filmin Emergents para la sección online fue a parar a Nuestros días más felices de Sol Berruezo Pichon-Rivière, una exploración familiar también en clave realista mágica.

En última instancia, la comedia noruega sobre la maternidad Ninjababy, de Yngvild Sve Flikke se hizo con el Premio del Público al mejor largometraje. Idéntico galardón recibió el cortometraje Demà ho deixem, una aportación más al universo de una figura recurrente del festival como David Moragas. Esto solo fue un pequeño reflejo del extenso y rico panorama que ha congregado la presente edición de un festival ya emblema de la ciudad y que esperemos que siga tan vivo y comprometido como hasta ahora, no importan las pandemias u otros desastres que puedan venir.

Crónica D’A 2022: desde la memoria en adelante