ARTÍCULO FIRMADO POR DANIEL BERNAL
Hola, muy buenas, queridos lectores. Este año por desgracia no se celebrará el Festival de Cannes. Y con el motivo de la no celebración de dicho certamen, un servidor ha escrito este artículo de opinión donde se repasa año por año los grandes cineastas y los encomiables títulos que han pasado por el festival más prestigioso del séptimo arte durante esta década, comentado que cintas se merecieron obtener el premio que consiguieron y cuáles no.
¿Qué películas tendrían que haber logrado la Palma de Oro? He aquí mi humilde opinión:
CANNES 2011
La ceremonia de 2011 contó con una competencia extraordinaria. Paolo Sorrentino, Takashi Miike, Nicolas Winding Refn, Naomi Kawase, Pedro Almodóvar, Lars Von Trier, los hermanos Dardenne y Terrence Malick son sólo algunos de los grandes cineastas que participaron en una de las ediciones del festival celebrado en la ciudad francesa con mayor nivel de la última década.
Tuvimos presente una de las mejores y más controvertidas road movies de los últimos tiempos: Un lugar donde quedarse, que, lamentándolo mucho, se fue de vacío y no obtuvo ningún galardón. Muchos odiarán o amarán el trabajo de Sorrentino, pues la película protagonizada por Sean Penn no deja indiferente a nadie (para bien o para mal), y creo que por lo menos algún premio se debió haber llevado. Aunque con el gran nivel que había, entiendo que el jurado se eximiese de premiarla.
Otra que se fue con las manos vacías fue la cinta de Pedro, La piel que habito, que para muchos asiduos es considerada la mejor obra de Almodóvar de la presente década (superando incluso a Dolor y Gloria) ¿Podría haberse llevado el premio a mejor director? Cualquier otro año, podría haber tenido la posibilidad de alzarse con tal mención, pero amigos, aquí tenía, nada más y nada menos, que a Nicolas Winding Refn para arrebatarle ese sueño. El director de The Neon Demon nos trajo una obra neo-noir fascinante, haciéndonos recordar al mejor cine criminal del pasado siglo. Sin dudas, Drive se ha ganado el derecho a formar parte de las películas de culto y es, probablemente, la obra cúlmen del director danés.
Por otra parte, teníamos en frente una rareza inconfundible, una metáfora cinematográfica inigualable. Estamos hablando de Melancolía, del genio y también controvertido Lars Von Trier, que en esta misma edición fue criticado y abucheado por unas duras declaraciones donde defendió a Hitler y el nazismo. Es por esta razón que el director danés fuese vetado del festival hasta el año 2019, cuando estrenaría La casa de Jack (parece ser que la relación entre Cannes y Lars haya vuelto a la normalidad). Gracias a Kirsten Dunst, la obra de Trier pudo alzarse con el premio a mejor actriz, y cualquier otro año, Melancolía se hubiese merecido la Palma de Oro sin lugar a dudas, pero…
No, queridos lectores, tampoco se la hubiese otorgado a El árbol de la vida. El título de Malick es el que levanta más división de opiniones entre los cinéfilos: o resulta una obra maestra o el mayor dislate que ha existido. No es ninguna cosa ni la otra, pero es innegable que es cine en estado puro y que su Palma de Oro fue más que merecida, aunque un servidor tampoco le hubiese concedido tal galardón.
¿Se la hubiese merecido The Artist? Este año ni muchísimo menos. La cinta de Michel Hazanavicius tiene que dar gracias que no se fuese con las manos vacías, pues Jean Dujardin se alzó con el premio a mejor actor. Meses después dicha película sí que obtuvo el reconocimiento por parte de la Academia de Hollywood, llevándose cinco estatuillas, incluida la de Mejor Película.
Pues bien, si este redactor hubiese sido Robert de Niro (que junto con el resto del jurado decidió otorgar la Palma de Oro a Terrence Malick) el premio más prestigioso del séptimo arte hubiese ido a parar a las manos de Jean-Pierre y Luc Dardenne. El niño de la bicicleta (cuya película ganó el Gran Premio del Jurado junto a Érase una vez en Anatolia) es una obra extraordinaria llena de puro sentimentalismo que no necesita de florituras para crear una película tan dura, hermosa y natural al mismo tiempo. Estamos hablando de un ejercicio que traspasa los sentimientos vistos en la pantalla hacia el espectador. Una de las obras magnas de los hermanos Dardenne y, claro está, de obligatorio visionado.
Aunque El árbol de la vida ganó merecidamente la Palma de Oro, Melancolía o El niño de la bicicleta serían dos cintas que, a mi juicio, hubiesen sido mejores opciones para haber logrado tan ansiado premio. Recordar que el director norteamericano no se presentó en la ceremonia para recoger el galardón.
GANADORA: EL ÁRBOL DE LA VIDA
SE LA HUBIESE OTORGADO A: EL NIÑO DE LA BICICLETA
CANNES 2012
Este certamen no alcanza el nivel del anterior pero se aproxima, ya que directores de la talla de Michael Haneke, Wes Anderson, Alain Resnais, David Cronenberg, Leos Carax, Ken Loach, Thomas Vinterberg y Jacques Audiard serían algunos de los protagonistas de la ceremonia celebrada en el año 2012.
Moonrise Kingdom y Cosmopolis son dos de las cintas que pasaron sin pena ni gloria por esta edición. La obra de Wes Anderson, a buen seguro, se hubiese merecido algún galardón, pues estamos hablando de un guion delicado y preciso. Y es que el director de Fantástico Sr. Fox nos regala una historia de amor de infancia huyendo de lo convencional y arriesgando en su estilo propio, siendo probablemente su título más profundo y exótico. Sin duda, es una de las películas más queridas por el amante del cine “andersoniano”. A pesar de que la Palma de Oro se le hubiese quedado un poco grande, por lo menos, el premio del jurado se podría haber llevado.
Por otra parte, la cinta de Cronenberg es un mar de dudas dentro del pensamiento cinéfilo, pues mucha parte del público la detesta a más no poder, mientras que otros la defienden acérrimamente como si no hubiese un mañana. Aquí tenéis a uno que acoge con buenos ojos el film protagonizado por Robert Pattinson, actor que se le ha encasillado de forma equívoca en su papel de vampiro, pues este intérprete se embarca en obras independientes y de gran calidad (ahora protagonizará la nueva entrega de Batman y muchos de sus fans no han recibido gratamente la noticia), y es que el protagonista de The Lighthouse puede ser uno de los mejores actores del panorama actual, aunque muchos no lo crean. Y otro grande es el director canadiense de la película que nos concierne, que lleva seis años desaparecido detrás de las cámaras. Su último film fue Maps to the Stars (otro título con grandes detractores) y desde entonces no se ha dejado ver por las salas de cine. Según ha dejado caer en varias ocasiones, el futuro y presente se encuentra en las series, y si volviera a realizar algo sería un producto para la televisión. ¿Se mereció irse de vacío Cosmopolis? No lo creo, aunque tampoco se merecería el ansiado galardón.
Dos de los largometrajes que sí tuvieron reconocimiento fueron La Caza y La parte de los ángeles. Qué decir de la obra del danés Thomas Vinterberg... Su cinta fue reconocida con el galardón a mejor actor, y fue en ese momento cuando supimos que no iba a llevarse la Palma de Oro, ya que el jurado no puede conceder el premio a mejor actor y dicha Palma a la misma película. No obstante, era una de las firmes candidatas para poder haberse consagrado en dicho año, y su reconocimiento pasó las fronteras de otros festivales y certámenes (destacar el premio a mejor guion en los premios del Cine europeo y la nominación por parte de la academia norteamericana a mejor film de habla no inglesa). ¿Hubiese sido una de las justas vencedoras? Probablemente, sí.
Por otro lado, teníamos la cinta de un habitual en dicho festival: Ken Loach. El director británico siempre nos regala un drama social y político de gran trasfondo, sin sobrepasar los límites de la superficialidad y los estereotipos. En esta ocasión, rozó la Palma de Oro, ya que le faltó un peldaño para conseguirla, pues Loach levantó el Gran Premio del Jurado. (No tuvo que esperar mucho para ganar el ansiado premio, pues cuatro años después se alzaría con el máximo reconocimiento que un director puede lograr).
Pues bien, el jurado de 2012 decidió otorgar el máximo trofeo a Amor. La cinta de Michael Haneke es amada (nunca mejor dicho) por mucho de los cinéfilos, y hay quien la tiene en su palmarés de favoritas de toda la Historia del cine. Sin embargo, el que escribe estas líneas no llega a conectar con ella a pesar de que tanta gente la deifique, siendo esta la cinta del cineasta austriaco la que menos entusiasmo me provoca . Claramente, si este servidor hubiese sido Nanni Moretti, no le hubiese otorgado la Palma de Oro a la cinta de Haneke.
Entonces… ¿Quién se hubiese merecido la Palma de Oro en Cannes? Pues la respuesta es obvia. El jurado dejó de lado a una de esas joyas incomprendidas que nos suele regalar el séptimo arte. Estamos hablando, claro está, de la obra maestra de Leo Carax: Holy Motors.
La cinta francesa es fascinante, un laberinto de locura sin precedentes; en definitiva, inclasificable. Es tan buena y surrealista que el festival no supo apreciarla, y es queeste tipo de películas pocas veces tienen el reconocimiento que se merecen.
Menos mal que el tiempo la ha puesto en su sitio, pues, a día de hoy, es reconocida como una cinta de culto. Si no la habéis visto, ya estáis tardando. Y pensar que críticos de nuestro país la tacharon de espantosa e infame...
No quería olvidarme de mentar la última aparición de Alain Resnais en dicho festival. Lamentándolo, el que fuese uno de los precursores de la Nouvelle Vague murió en 2014, pero no su cine, este seguirá perviviendo en nuestras memorias y estanterías por mucho tiempo.
GANADORA: AMOR
SE LA HUBIESE OTORGADO A: HOLY MOTORS
CANNES 2013
Los hermanos Coen, Asghar Farhadi, Hirokazu Koreeda, Takashi Miike, François Ozon, Roman Polanski, Paolo Sorrentino, Nicolas Winding Refn, Jim Jarmusch, Abdellatif Kechiche… El que se atreva a decir que este año fue flojo, que Dios le pille confesado.
Dos años después, Winding Refn, Miike y Sorrentino volverían a repetir presencia, y esta vez sería para irse como llegaron. En primer lugar, teníamos una obra totalmente vituperada por parte del público y de la crítica, y la verdad no entiendo el por qué, y es que Solo Dios perdona puede ser la película más infravalorada de su año. También es cierto que no es para todos los paladares, pero esta cinta franco-danesa cuenta con unas secuencias hipnóticas y laboriosas. No llego a entender el “hate” hacia esta obra.
En segundo lugar, es comprensible que la obra de Miike (un habitual en este certamen, y no es para menos, ya que el genio nipón lleva más de cien títulos a sus espaldas) no lograse ningún premio debido a su irregularidad. No es de las mejores del director de Agitator, pero eso no le exime de que no sea mala. Fue justo que Los protectores no ganase nada, y más teniendo en cuenta la competencia tan significativa que había.
Y por último lugar, aquí sí que sí hay que estar en desacuerdo con la elección del Jurado en no otorgar ni un premio a tal belleza. La obra de Sorrentino contiene, bajo la portentosa cantinela de a far l'amore comincia tu, uno de los arranques más recordables de los que llevamos de siglo en el panorama cinematográfico. La Gran Belleza es un clásico contemporáneo que el jurado ninguneó incomprensiblemente. Cualquier otro año se hubiese merecido la Palma de Oro sin lugar a dudas, pero queridos lectores, este año había una joya indiscutible…
Otras que se fueron de vacío fueron la cintas de Jarmusch y Polanski. Sólo los amantes sobreviven es una de las películas más representativas de la última década del autor nacido en Ohio, y, para muchos de sus fans, una de sus obras cúlmen. El título que nos concierne cuenta con muchos detractores, sobre todo para los alejados o haters de su cine. Este servidor, fiel defensor de Jarmusch, es de los que la critican con dureza, pues no veo el gusto hacia esta insulsez, no soy de esos amantes que sobreviven a su proyección.
Por otro lado, teníamos Las venus de las pieles. El cineasta francés, actualmente en el punto de mira por haber obtenido el César a mejor director por su filme El oficial y el espía (acto que no gustó a mucha parte de la farándula cinematográfica francesa, a destacar la protagonista de la hermosa Retrato de una mujer en llamas, Adèle Haenel), no logró realizar una producción a la altura del Festival, pues probablemente estemos, junto con Basada en hechos reales, ante la obra más mediocre del director parisino de lo que llevamos de década.
Otra película que se fue con las manos vacías fue Joven y Bonita. No obstante, en esta ocasión, sí que estamos hablando de un metraje notable, que trata de manera meticulosa y vertiginosa el tema de la prostitución, moviéndose en un hilo frágil pero inquebrantable. Y es que François Ozon, con esta cinta, arriesga y gana, siendo, junto con En la casa y Frantz, el título más significativo del director francés. Probablemente se hubiese merecido algún premio del jurado, o incluso interpretativo; sin embargo, el jurado no vio nada destacable en ella.
Ahora bien... ¿A quién decidió otorgar la ansiada Palma Steven Spielberg? Pues, obviamente, a La Vida de Adèle: la ganadora más indiscutible de la presente década. El propio director de Hook mentó que esta Palma de Oro era totalmente merecida, y que lamentándolo mucho, el público estadounidense no sabría apreciarla como es debido. Y así es, el gran público acostumbrado a devorar el cine mainstream y palomitero no está preparado para consumir esta joya audiovisual, pues estamos ante una de las películas que se cuelan dentro del TOP 10 de la década (y no me refiero únicamente del Festival). Si estábamos diciendo que la obra de Ozon era arriesgada, la de Kechiche sobrepasa los límites de lo osado. El que no haya visto la película protagonizada por Adèle Exarchopoulos y Lèa Seydoux ya está tardando.
No me gustaría abandonar este año sin hacer mención a la ganadora del Gran Premio del Jurado: A propósito de Llewyn Davis, para muchos cinéfilos una de las cintas de la década. Pienso que el título de los hermanos Coen es de esas obras que en la fecha de su estreno pasan un poco de soslayo pero que con el tiempo se convierten en película de culto.
En conclusión, este año era indiscutible que la Palma fuese a parar a La Vida de Adèle, pero no cabe la menor duda de que si no hubiese participado la cinta francesa, este premio tendría que haber sido alzado por el maestro Sorrentino, pues su cinta habría que catalogarla como un clásico contemporáneo. Por lo que se vio, el día de la proyección, Spielberg tenía empañadas las gafas.
GANADORA: LA VIDA DE ADÈLE
SE LA HUBIESE OTORGADO A: LA VIDA DE ADÈLE
CANNES 2014
En esta edición también tuvimos nombres propios destacados del séptimo arte y cineastas habituales del festival tales como Jean-Luc Godard, Xavier Dolan, David Cronenberg, Olivier Assayas, Ken Loach, Naomi Kawase, Mike Leigh, Nuri Bilge Ceylan o los hermanos Dardenne, los más laureados de la Historia de Cannes que en esta edición se fueron de vacío pese al gran trabajo de Marion Cotillard en la cinta Dos días, una noche (este fue el año de Julianne Moore, que enamoró a jurado y público por el film de Cronenberg, Maps to the stars).
Pese a no haberse llevado nada, no podemos olvidar el trabajo, como siempre destacable, de los hermanos Dardenne, a los que hubiese sido merecido haberle otorgado el premio del jurado, un galardón que se repartieron dos cineastas muy recurrentes en la croisette: Jean-Luc Godard, el más veterano de los directores a competición, que nos regaló una de las cintas más rompedoras del siglo, Adiós al lenguaje, y Xavier Dolan, el más joven de ellos, que conmovió a propios y extraños con la potente Mommy.
Por su parte, Relatos salvajes, la magnífica película de episodios dirigida por Damián Szifrón, no consiguió ningún premio, algo a todas luces injusto para el que escribe estas líneas. La dirección por parte del argentino y la producción a cargo de los hermanos Almodóvar y Esther García (productora también de la factoría El deseo) son dignos de encomio. Afortunadamente, el tiempo la ha puesto en el lugar que merece y ya es uno de los títulos argentinos más destacados del presente siglo.
Asimismo, Aguas tranquilas, el poético y ensoñador film de Naomi Kawase salió del festival sin pena pero también sin la gloria que merecía, pues la cinta que nos atañe es una de las mejores películas estrenadas por la directora nipona en esta década.
En cuanto a premios poco merecidos, no vamos a decir que Bennett Miller hiciera mal trabajo en Foxcatcher (sin duda, su mejor film), pero Xavier Dolan, que con la misma edad que Orson Welles cuando hizo Citizen Kane (veinticinco años) hizo una demostración de manejo de la cámara y de escritura de guion partiendo de experiencias propias sólo alcance de unos pocos cineastas actuales, por lo que el premio a mejor director debería haber caído en sus manos.
En esta edición, el jurado presidido por la cineasta australiana Jane Campion (ganadora del premio más importante del festival en el año 1993 por El piano) decidió otorgarle la Palma de Oro a Winter sleep de Nuri Bilge Ceylan, película que, pese a sus grandes virtudes, no debió alcanzar tal logro teniendo en cuenta el gran nivel de sus competidoras. Entonces, ¿qué film merecía tal premio? Con grandes dudas y habiéndole otorgado hipotéticamente el premio a mejor director a Xavier Dolan, la Palma de Oro debió recaer en quien compartió con el joven autor el premio del jurado: Jean-Luc Godard y su film Adiós al lenguaje. Se trata de una de las obras más importantes, transgresoras y rupturistas en lo que a narrativa y lenguaje cinematográficos se refiere (y en 3-D) no sólo de la filmografía de uno de los padres del cine moderno, sino de las obras vistas en la década que este año llega a su fin.
GANADORA: WINTER SLEEP
SE LA HUBIESE OTORGADO A: ADIÓS AL LENGUAJE
CANNES 2015
En este certamen, nombres propios como Jacques Audiard, Joachim Trier, Hirokazu Koreeda, Yorgos Lanthimos, Gus Van Sant, Paolo Sorrentino o Denis Villeneuve pasaron por la alfombra roja del festival.
Sorprendemente, de los directores mentados anteriormente, únicamente dos se fueron con algún reconocimiento por parte del jurado. Estamos hablando del mítico cineasta francés Jacques Audiard y de una de las auténticas revelaciones del siglo XXI: Yorgos Lanthimos.
Koreeda y Sorrentino, dos de los habituales de esta década en Cannes, no lograron ningún obsequio. Si es cierto que se fue injusto con el director italiano en 2013 por no premiar a La Gran Belleza, también es cierto que en esta ocasión el director de El hombre de más va un peldaño por debajo respecto a su anterior trabajo, pues no llega a realizar una obra tan perfecta y completa, por lo que es comprensible que el jurado decidiese premiar a otros directores, ya que había otros títulos con mayor nivel. También es cierto que parece que el Festival de Cannes no “quiere” al gran Paolo.
Por otro lado, el maestro nipón (el cual sí que obtuvo el premio del Jurado en 2013 por su cinta De tal padre, tal hijo) en esta ocasión se fue de vacío. Aunque a diferencia de Sorrentino, sí que triunfaría unos años después consiguiendo alzarse con el premio gordo.
Nuestra hermana pequeña es una obra notable, y es que el cineasta japonés no hace nada regular o malo (excepto la película que estrenaría en 2019: La Verdad. No le sentó nada bien el cambio de aires). Puede que algún premio se mereciese, y de hecho, probablemente esta obra sea mejor que la propia ganadora de la Palma de Oro de este año.
Otros dos cineastas de renombre que se quedaron en la mera hojarasca fueron Gus Van Sant y Denis Villeneuve. El largometraje del director de Elephant es uno de los más recordados de los últimos certámenes, pero no precisamente para bien. El Bosque de los sueños fue totalmente reprobada y denostada por parte de la crítica, y es que hasta el día de hoy mis ojos no han visto una reseña positiva hacia esta obra. Estamos ante la película más odiada para los fans del director norteamericano.
Cambiando de tercio, Sicario, el título de Villeneuve, tiene múltiples defensores y para muchos cinéfilos es una de las películas de 2015. Luego están sus detractores, que vapulean y reniegan de ella. Y es que es cierto que, a opinión de este escritor, el cine estadounidense de Villeneuve es bastante inferior al buen cine canadiense al que nos tenía acostumbrados. Podemos decir que, al igual que a Koreeda, no le sienta bien el cambio de aires, pues Denis no se tendría que haber movido de Canadá bajo ningún concepto.
En resumidas cuentas, ni Gus Van Sant ni Denis Villeneuve se merecieron llevarse algún premio.
Ahora bien, los hermanos Coen (primera y única vez que dos personas han constituído la presidencia del jurado, pues en 2015 se quiso homenajear a los hermanos Lumiére, ya que se celebraban 120 de la invención del cine) junto con el resto del jurado decidieron anteponer la política a la calidad cinematográfica, y no sería la única vez que sucediese durante esta década en dicho festival. La Palma de Oro fue a parar a la obra de Jacques Audiard: Dheepan, y claramente no era ni por asomo la mejor elección. Su argumento y el tema que trataba lograron imponerse en la ciudad francesa de Cannes; y es que la cinta gala no deja de ser un duro retrato a la vez que tedioso y cargante. No logro introducirme en el cine de Audiard, pues a todo cinéfilo le fascinó su último título: Los Hermanos Sisters, y yo no conseguí ver más que un viaje cansino de dos hermanos en el que sólo resulta fascinantes veinte minutos de su metraje de dos horas (aunque lo más destacable de la obra es la propia dirección y el gran elenco actoral). Este año, ni por asomo Dheepan se mereció el premio más prestigioso del séptimo arte.
Entonces… ¿Qué filme se hubiese merecido alzarse con la Palma? Difícil decisión, creo que es el año que más dudas existenciales megenera. La elección estaría entre la extraña genialidad de Lanthimos o la reflexiva, personal y desgarradora obra de Trier.
La cinta griega fue condecorada con el premio del Jurado, elección errónea a todas luces, porque puestos a no otorgarle la Palma de Oro, hubiese sido más meritorio haberle concedido el premio a mejor guion, pues el libreto de Langosta es el mejor de su año sin ninguna duda (y uno de los mejores de la década).
Por otra parte, El amor es más fuerte que las bombas, inexplicablemente, se fue de vacío en tal ceremonia. No sería descabellado poner en el mismo “escalón” a Joaquim y Lars, pues el primo del director de Melancolía no le tiene nada que envidiar. La cinta noruega se te incrusta en la retina y no la olvidas por mucho tiempo debido a su intimismo y a sus conflictos morales conducidos por una línea fina y meticulosamente perfecta. Es, probablemente, una de las películas que más me hayan marcado de los últimos años.
Aun no sabiendo todavía a qué film le hubiese otorgado tal premio, creo que hubiese optado por la opción de darle mejor guion a Langosta y la Palma de Oro a la obra de Trier. No obstante, ambas se la hubiesen merecido.
GANADORA: DHEEPAN
SE LA HUBIESE OTORGADO A: EL AMOR ES MÁS FUERTE QUE LAS BOMBAS
CANNES 2016
Presuntamente, 2016 es uno de los mejores años de Cannes de la presente década. Y digo presuntamente porque, aunque participaron directores de primerísima calidad, en algunos de los casos estamos hablando de películas sobrevaloradas por parte de cierto público.
Ken Loach, Olivier Assayas, los hermanos Dardenne, Xavier Dolan, Jim Jarmusch, Nicolas Winding Refn, Park Chan-wook, Pedro Almodóvar, Paul Verhoeven y Asghar Farhadi son los directores más destacados de esta edición. Aparte de grandes cineastas, también nos dejó películas prodigiosas como American Honey, Los exámenes o Toni Erdmann.
En primer lugar, quería citar los autores que no pudieron llevarse el gato al agua en ninguna de las categorías. Ni el director manchego ni la pareja de hermanos franceses ni el que fuese director de Flores Rotas ni el director danés ni el cineasta coreano ni el autor holandés lograron obtener premio alguno.
Ahora bien, ¿qué directores de los mentados anteriormente no merecieron irse de vacío?
Julieta, una de las películas que se rumoreaba en el propio Festival que podría alzarse con la Palma de Oro, finalmente no se alzó ni con ella ni con ningún otro obsequio. Pues, aun siendo una película notoria dentro de la filmografía del manchego de los últimos años, la Palma de Oro se le hubiese quedado bastante grande teniendo en cuenta la gran competencia que tenía; no obstante, el premio del jurado podría habérselo llevado perfectamente.
Otra cinta que podría haberse merecido el premio del jurado, el de dirección o, claramente, el de mejor actriz, es la obra de Paul Verhoeven. Isabelle Huppert logra en Elle su mejor interpretación hasta la fecha, y eso, queridos lectores, es decir mucho. También hay un trabajo portentoso en cuanto a nivel de dirección y es, probablemente, una de las cinco mejores cintas que pasaron por el certamen.
Por otro lado, hay varios largometrajes que se fueron con algún galardón entre las manos que, a juicio de este amante del séptimo arte, no debieron salir laureados de dicho Festival (concretamente tres).
Estamos hablando, en primer lugar, de Personal Shopper, y es que la cinta de Olivier Assayas no me transmite nada, por lo menos no lo que le transmite a la mayoría de los amantes de esta obra. Me parece una cinta regular, con sus meros aciertos y sus grandes defectos. No estamos ante un mal largometraje, pero si intrascendente y, cuanto menos, pretencioso. Assayas ganó el premio a mejor director junto a Cristian Mungiu, y en el caso del cineasta rumano, sí que estamos ante un premio meritorio, pues Los Exámenes es una película notable y abrumadora, una de esas obras no muy conocidas por gran parte del público que siempre recomiendo.
La siguiente película que habría que mencionar sería El viajante, de Asghar Farhadi, cuyo título fue doblemente premiado, obteniendo el obsequio a mejor actor y mejor guion. No discrepo en la elección de premiar a Shahab Hosseini, pudiendo ser junto a la de Adam Driver (Paterson) la mejor interpretación de dicho certamen, pero sí que estoy en desacuerdo con la elección de galardonarla en la categoría de mejor guion. En mi opinión, había guiones superiores al de Farhadi, como por ejemplo, Toni Erdmann, cinta alemana que únicamente se pudo contentar con el premio FIPRESCI. Meses más tarde, El viajante (que competía en la misma categoría que Toni Erdmann) se alzó con el premio a mejor película de habla no inglesa de la Academia hollywoodiense, premio que, para el que escribe estas líneas, fue “robado” a la obra de Maren Ade.
Y, por último, mentar la mayor injusticia que se vio en la ciudad de Cannes en mayo de 2016, y esa fue, claramente, el Gran Premio del Jurado. Cierto es que Xavier Dolan es una de las jóvenes promesas de la industria cinematográfica contemporánea, sin embargo, su cinta Sólo el fin del mundo no es ni por asomo la gran obra que pareció ver el jurado. De hecho, es una de las peores obras de la filmografía del canadiense, siendo su película un film insulso que por momentos se deja ver, mientras que por otros resulta una amalgama de imperfectas decisiones por parte de Dolan. Con el nivel que había este año, no sólo es que no se mereciese obtener el Gran Premio del Jurado, si no que, probablemente, no tendría que haber logrado ningún trofeo.
¿Quién obtuvo la Palma de Oro en Cannes? El jurado presidido por George Miller (director de la saga Mad Max) decidió catalogar a Yo, Daniel Blake como la mejor película del certamen, anteponiendo, en este caso, la política a la calidad cinematográfica, como ya sucedió el anterior año. Y es que, no es sólo que la cinta de Ken Loach sea bastante inferior al resto de competidoras, sino que también es inferior a sus últimos títulos. El cine del director británico es personal, social y político, teniendo siempre un trasfondo y mensaje, resultando unas veces un acierto y otras no tanto. Teniendo en cuenta los filmes presentes en el Festival, creo que lo que voy a decir no sería nada vesánico: Yo, Daniel Blake es la palma de Oro más injusta de la presente década.
Dicho todo esto... ¿quién tendría que haber logrado la Palma de Oro? Pues, nada más y nada menos, que un film que pasó totalmente de soslayo y que incomprensiblemente se fue de vacío. Estamos hablando de una de las mejores road movies que nos ha dejado el séptimo arte: American Honey, la obra cumbre de Andrea Arnold. Una cinta donde se respira cierto aire de libertad, frescura y pureza, trazada sin complejos ni ataduras, tan extensa como grandiosa. La crítica de nuestro país la tildó de soporífera y de “vendehumos”. La ignorancia es muy atrevida.
GANADORA: YO, DANIEL BLAKE
SE LA HUBIESE OTORGADO A: AMERICAN HONEY
CANNES 2017
Entramos en el año en el que el director manchego, Pedro Almodóvar, presidió el jurado en el Festival de Cannes que primó, no solo la cantidad de grandes cineastas, sino también la participación de grandes cintas de directores no tan conocidos por parte de cierto público.
François Ozon, Yorgos Lanthimos, Michel Hazanavicius, Todd Haynes, Michael Haneke, Sofia Coppola, Bong Joon-ho y Noah Baumbach son algunos de los nombres propios que pasaron por la alfombra roja. También estuvieron presentes cintas destacables como 120 pulsaciones por minuto, En realidad, nunca estuviste aquí, Loveless y The Square.
Me gustaría destacar dos de los cineastas que no pudieron lograr premio alguno por su trabajo. Estos son: Michel Hazanavicius y Todd Haynes.
El homenaje de Hazanavicius a Godard es tan placentero como poco sútil, un retrato del director de Pierrot le fou que no sé si le agradara mucho al genio de los genios. Le Redoutable es una cinta a destacar que hubiese sido digna de obtener algún obsequio en este año.
Por otro lado, no me quería olvidar de Wonderstruck, la obra del que dirigiese Carol cuya narrativa y experimentación me resultaron muy satisfactorias (lástima que la historia no sea redonda). Por su riesgo y atrevimiento, este crítico le hubiese otorgado el premio del jurado a Haynes.
Cambiando de tercio, una película que obtuvo doble premio fue En realidad, nunca estuviste aquí, la cinta protagonizada por Joaquin Phoenix. Los dos premios fueron meritorios ya que estamos ante un loable guion y la mejor interpretación de 2017 (con permiso de Barry Keoghan) . Aun así, no es un largometraje que me entusiasme en demasía; tan altas eran las expectativas hacia este film que finalmente me dejó frío, y, por qué no decirlo, un poco decepcionado.
Otra premiada fue La Seducción. El director de Volver decidió premiar a su queridísima amiga Sofia Coppola y otorgarle el premio a mejor directora. ¿Decisión equívoca por parte del manchego? Pues sí, a todas luces, ya que esta obra no seduce a nadie, por lo menos no a este servidor; resultando ser una de las cintas menos destacables dentro de la filmografía de la cineasta norteamericana.
Ahora bien, ¿a qué película decidió otorgar la Palma de Oro Pedro Almodóvar junto al resto del jurado? La decisión definitiva no fue tomada por el cineasta hispano, ya que si hubiese sido por él, la Palma hubiese ido a parar a la obra francesa 120 pulsaciones por minuto, película que logró el gran premio del jurado, merecidamente además (aunque a la cinta le sobra, como poco, media hora de metraje). Tras llegar a un consenso entre todos los miembros del jurado, la Palma de Oro en Cannes de 2017 fue a parar a la cinta sueca The Square. El largometraje de Ruben Östlund causa, ante todo, controversia por parte del público y de la crítica. Tiene fondo y forma, subtexto y una idea compleja y universal. Sin embargo, no alcanza el nivel de satisfacción y de plenitud para que el que escribe estas líneas le hubiese otorgado la ansiada Palma de Oro, pero sí el premio a mejor director.
Este año, si me hubiesen dado la opción de nombrar al ganador del Festival más prestigioso del séptimo arte, ese hubiese sido Lanthimos. La película del director griego se llevó ex-aequo el premio que debió haber obtenido su otrora obra en el año 2015, véase el de mejor guion. Bajo mi humilde opinión, la obra magna de este festival fue El sacrificio de un ciervo sagrado, cuyo guion resulta exquisito y maquiavélico, donde descubrimos a un prodigio de actor, Barry Keoghan. Tan extravagante como psicológica y tan trágica como perturbadora, la obra de Yorgos tendría que haberse alzado con la Palma de Oro. Una auténtica delicia.
GANADORA: THE SQUARE
SE LA HUBIESE OTORGADO A: EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO
CANNES 2018
En cuanto a cantidad de cineastas de renombre se refiere, este es el año más discreto de toda la década, pero ya saben el dicho: vale más la calidad que la cantidad. Asghar Farhadi, Pawel Pawlikowski, Spike Lee, Jean-Luc Godard e Hirokazu Koreeda fueron las figuras destacables de dicho festival. Aunque, a parte de grandes directores, esta edición nos dejó grandes filmes, como Cafarnaúm, Lazzaro Feliz, Lo que esconde Silver Lake y Leto.
Esta es de las escasas ediciones (por no decir la única) en la que todas las cintas premiadas sí que se merecían obtener algún galardón. Eso sí, la cinta de Spike Lee, Infiltrado en el KKKlan, no era tan redonda ni completa como para haber logrado el Gran premio del jurado (el cual ganó), pues hubiese sido mejor opción haberle otorgado el premio del jurado. También decir que, aunque Lazzaro Feliz sea buena cinta, no querría olvidarme de Lo que esconde Silver Lake, que pese a que a medida que va transcurriendo el filme vaya decayendo su nivel (pudiendo tender a lo plomizo), creo que se merecía el premio a mejor guion. Este año la cinta italiana se llevó ex-equo esa mención, y dudo si realmente se fuese justo con tal elección.
De las obras que, ilógicamente, no se llevaron ningún premio nos encontramos con (a parte de la ya mentada Lo que esconde Silver Lake) una de las cintas más excitantes, eléctricas, fascinantes, originales y rocanroleras que han pasado por el Festival de Cannes durante esta década. Estamos hablando de Leto, el último estreno del cineasta ruso Kirill Serebrennikov, que logró cautivar mi corazón y que, si no fuese porque le sobra un poco de metraje injustificado, estaríamos hablando de una masterpiece en mayúsculas. Este biográfico título, mínimo, tendría que haberse alzado con el Gran Premio del Jurado, siendo bastante superior al largometraje de Lee.
Entonces, ¿quién se hubiese merecido la Palma de Oro en Cannes? Creo que esa es una de las preguntas que más me rondan por la cabeza durante estos dos años, pues a día de hoy no lo tengo 100% claro. En 2018 hubo tres obras magnas que merecen pertenecer al olimpo de los filmes de Cannes. Una de ellas es la ya mencionada Leto, que cualquier otro año hubiese merecido haberse llevado la Palma, pero justo este año tenía a dos titanes para impedírselo.
Estas obras magnas son, claramente: Cold War y Un asunto de Familia. Cate Blanchett, junto al resto del jurado, decidió otorgarle a Don Pawel Pawlikowski el premio a mejor director y la Palma de Oro a Un asunto de familia, y creo que es justo la decisión que hubiese tomado este crítico.
En primer lugar, estamos enfrente de una fúnebre, amorosa, bella, donairosa, lúgubre, dolorosa y poética historia, teniendo presente a la mejor pareja de baile que se ha visto encima de un escenario; una maestría en la dirección al alcance de muy pocos. Esta obra polaca contiene el final más hermoso y melancólico que este servidor recuerde. Probablemente, estemos hablando del mejor cierre de la Historia del cine.
Y por otro lado, tenemos un título que refleja la vida misma, donde se retrata a una familia e historia veraz, pura, sólida y, por qué no decirlo, pícara. El director nipón dibuja y traza unos personajes tiernos y reales como la vida misma, sin moverse nunca del camino, del camino a la gloria. Un asunto de familia cuenta con otra conclusión imperiosa que se te queda incrustada en el centro del corazón, pues creo que sigo viviendo ese final como si fuese el protagonista del film. La obra magna del maestro Koreeda.
Este año, tanto el filme ruso como el polaco y el japonés se hubiesen merecido la Palma de Oro; aun así, creo que hubiese optado por otorgarle la máxima distinción a la que finalmente fue consagrada como la mejor película del año.
No quería abandonar este año sin mencionar la Palma de Oro especial entregada al genio Jean-Luc Godard por su obra Le livre d´image. Esperemos que no sea el último título del cineasta francés que pase por Cannes.
GANADORA: UN ASUNTO DE FAMILIA
SE LA HUBIESE OTORGADO A: UN ASUNTO DE FAMILIA
CANNES 2019
El año pasado fue un año grandioso en cuanto a grandes cintas se refiere. Jim Jarmusch, Pedro Almodóvar, Los hermanos Dardenne, Xavier Dolan, Ken Loach, Terrence Malick, Quentin Tarantino, Abdellatif Kechiche y Céline Sciamma fueron algunos de los grandes autores que estrenaron título en un año para enmarcar.
El film que inauguró Cannes fue Los muertos no mueren. La película de Jim Jarmusch ha sido denostada y reprobada por parte de la crítica y de sus fans. Y no entiendo por qué, ya que estamos ante una cinta amena y disfrutable, siendo un gran homenaje al cine del género. No es ni mucho menos la peor del director de Paterson, como muchos la catalogan, y, de hecho, yo hubiese sido el valiente en otorgarle el premio del jurado, aunque fuese ex-equo, puesto que este año hubo un nivel supremo.
Once upon a time... in Hollywood sería otro título que se iría sin reconocimiento y… ¿merecidamente? Pues yo creo que sí, porque, aunque estemos hablando de un notable conjunto, no es de lo mejor de Tarantino, y pese a que fuese una de las veinte mejores películas del 2019 para un servidor, su competencia resulta ser incluso superior.
Otro que se fue como llegó, es decir, con las manos vacías, fue Ken Loach. E inexplicablemente a mi juicio, ya que estamos ante una obra notoria, dura y realista que nos traslada a una atmósfera penetrante y austera, logrando hacernos partícipes de su crudeza empática. Siendo Sorry We Missed You mejor que la propia ganadora de la Palma de Oro en 2016, Yo, Daniel Blake, no hubiese sido ninguna insensatez haberle dado a Loach la insignia a mejor director.
Por otra parte, Retrato de una mujer en llamas, la ganadora a mejor guion en esta edición, justamente, se hubiese merecido todos los premios excepto ese, y es que el punto débil de esta cinta es, precisamente, su guion. El filme de Sciamma es el mejor, a cuanto fotografía se refiere, del anterior curso, puesto que cada fotograma parece una obra de arte, un cuadro que te podrías encontrar en el mismísimo Louvre. Ya que dejó de existir desde hace bastantes años la categoría de mejor fotografía en este festival, hubiese sido más meritorio haberle otorgado, o bien, el premio del jurado, o, incluso, el Gran Premio del Jurado.
Una de las que sonaban fuertes en las quinielas para lograr la Palma de Oro era la cinta del que fuese jurado dos años antes del propio festival. Efectivamente, estamos hablando de Dolor y Gloria, la mejor película española del pasado año y uno de los diez mejores largometrajes a nivel global. En cuanto nos enteramos de que el premio a mejor actor iba a parar a manos del actor malagueño Antonio Banderas, ya sabíamos que la obra de Almodóvar no iba a coronarse con la ansiada Palma, ya que (no entiendo por qué) no puede ganar la Palma de Oro la cinta que logra el premio a mejor actor/actriz. No obstante, reconocimiento más que merecido, pues Banderas interpreta el mejor papel de su carrera, logrando personificar íntegramente a Pedro sin caer en una burda imitación, siendo esto arduo de conseguir.
Pues bien, el que fuese director de Birdman, decidió consagrar a Bong Joon-ho, conduciéndolo a la gloria más absoluta. Parasite fue la que finalmente se llevase el gato al agua, obteniendo la Palma de Oro en uno de los años más complicados de conseguirla. ¿Fue merecido tal reconocimiento? A todas luces, pues el cineasta surcoreano mixtura de forma loable ingredientes humorísticos y especias maquiavélicas, haciendo de este film un plato más que suculento. Estamos ante la mejor comedia negra de los últimos tiempos, una crítica social cierta y dolorosamente divertida. Una de las Palmas más meritorias de la presente década.
GANADORA: PARASITE
SE LA HUBIESE OTORGADO A: PARASITE
Pues hasta aquí mi artículo de opinión sobre el Festival de Cannes de la presente década. No dudéis en dar vuestra opinión en nuestras redes sociales y comentar a quiénes hubieseis dado vosotros la Palma de Oro en estos últimos nueve años. Esperemos que el festival más prestigioso del séptimo arte regrese el año que viene con más fuerza que nunca.
Yo, Daniel, todavía recuerdo con melancolía aquellos tiempos en los que era el niño de la bicicleta, ese niño que circulaba a través de los árboles de la vida, y que a día de hoy sueña con volver a esos días donde admiraba la gran belleza de su ciudad. Pero esos días ya llegarán, pues ahora más que nunca hay que sacrificarse como si de un ciervo sagrado se tratara, porque no olvidemos que esto no es un asunto de estado, sino un asunto de familia. Ya habrá tiempo para transmitir amor a nuestros seres queridos, tiempo para evocar ese intenso sentimiento que es más fuerte que las bombas. No diremos adiós ni a los sueños, ni a los abrazos, ni al lenguaje. Porque, recordad, queridos lectores, que después del dolor llega la gloria.