Muchas veces, suceden cosas tan extraordinarias, que ni si quiera nosotros mismos nos las habríamos planteado antes en el pasado. El reestreno de la obra audiovisual El milagro de P. Tinto es una de ellas; tanto su director, Javier Fesser, como su productor, Luis Manso, se mostraban muy entusiasmados el pasado martes en la presentación del que fue su primer largometraje hace ya 25 años.
El cineasta Fesser, que cuenta con una amplia trayectoria en el sector audiovisual, expresaba su agradecimiento por haber podido tener la oportunidad de volver a exhibir su trabajo, pero esta vez con una nueva banda sonora de lo más innovadora. Javier es el creador de filmes de gran éxito como Campeones, Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo o Camino; todos ellos ganadores en al menos una categoría en importantes galardones como los Premios Goya o los Premios Feroz.
Este reestreno que hace ya unos cuantos años que se publicó, relata la historia de P. Tinto (Luis Ciges), un niño loco por formar una extensa familia en el futuro. Conoce a Olivia Prieto (Silvia Casanova) en el colegio, una niña ciega de la que se enamora. Ambos, en su infancia, escuchan a sus padres decir en una conversación que para tener hijos hicieron “tralari tralari” estirando los tirantes que sujetan los pantalones. Esta idea se les queda grabada y siguen con ella hasta el momento en el que deciden tener hijos, algo que, naturalmente, no da ningún fruto. Cansados de intentarlo y no obtener resultado alguno, optan por rezar a San Nicolás. Lejos de traerles un hijo, se presentan dos marcianos: José Ramón (Javier Aller) y El Teniente (Emilio Gavira), a los que confunden con sus hijos recibidos gracias a sus plegarias al santo. Después de querer adoptar a un niño africano por su descontento con lo que tienen, tampoco les sale bien, y aparece Pancho José (Pablo Pinedo), un chico extranjero fugado de un manicomio. El matrimonio contrata entonces a Usillos (Janfri Topera), un señor de lo más conservador y nacionalista que se queja por todo lo extranjero, para que monte una habitación para su nuevo hijo. Con este popurrí de personajes a cada cual más peculiar, la historia se enriquece con los diversos conflictos que se van creando por la locura personal de cada uno.
Pese a que el director madrileño contaba ya con múltiples proyectos anteriores, ha sido la primera obra en su carrera como director la que se ha reinventado con un sonido de acompañamiento diferente. Y es que, más que acompañar, se podría decir que complementa o incluso cambia el modo en que se ve la película, el cómo se interpreta, lo que transmite y expresa. El hilo musical, el tipo de este o el sonido que se emplee en toda narración audiovisual, es uno de los elementos clave más fundamentales a la hora de optar por cual seleccionar o no, porque determinará el enfoque y la manera en la que el público recibe lo que ve en pantalla.
Dado que lo musical es una pieza central e imprescindible, ha sido el dúo Fetén Fetén el encargado de ponerle la acústica a El milagro de P. Tinto. Esta dupla, con un nombre estupendo (fetén), nace en el año 2009, cuando Jorge Arribas y Diego Galaz, dos artistas burgaleses, deciden juntarse y crear una música original y distinta con un directo digno de escuchar por lo menos una vez. Sus melodías no dejan indiferente a nadie; el sonido de instrumentos tan poco comunes como el ala de buitre, el recogeval, la gaita box de vino o el serrucho, hacen a este tándem musical de algo especial y distintivo del resto. Lejos de asemejarse a los temas actuales más comerciales, esta dupla artística tan peculiar no sigue modas, sino que aspira a una creación de melodías de la música tradicional y popular de baile; lo que les permite el uso del ingenio y la creatividad como signo y emblema de lo que son.
El film del que venimos hablando, es de género surrealista y cómico a partes iguales; cuando el espectador empieza a ver algo que puede hacerle pensar que está viendo la representación de algo que podría ser real, una escena totalmente inverosímil devuelve al público a la realidad y le saca por un momento de la narración. La ruptura de la cuarta pared (una pared invisible que separa a los personajes del espectador, dejando que este último se olvide de que está viendo ficción) que se da en algunas secuencias, como en la del niño negro mirando a cámara directamente, o cuando la familia P. Tinto está viendo la tele con deseo de ser ellos quienes saliesen ahí, también hace que el espectador se de cuenta de que no es un simple voyeur, sino un participante en el proceso comunicativo. Los límites entre los dos espacios: el ficcional y el real, aparecen.
Otra de las situaciones que vuelve a conseguir que el público advierta que está ante una representación de algo ficticio es la narración de los personajes en voz en off relatando sus propias reflexiones y vivencias. Por otra parte, la actuación en directo de Fetén Fetén, aun estando localizados a un lado del escenario, tal presencia se hace evidente. Además, el concierto en directo, con una auténtica calidad sonora, favorece también la ruptura de lo imaginario, puesto que la música que tocan se encuentra fuera del espacio fílmico.
Por otro lado, en lo respectivo a los diálogos, tiene múltiples puntos humorísticos buenos que provocan la carcajada del público, lo cual no es fácil siempre. Además, en este aspecto, los guionistas no se limitan a recopilar unas pocas escenas cómicas, sino que estas están presentes en prácticamente la totalidad de la narrativa.